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Terrorista palestina ahora dice que quiere la paz con los israelíes



Hace seis años, Shifa al-Qudsi conspiraba para ocultar explosivos bajo un vestido para mujeres embarazadas e inmolarse entre israelíes.

Ahora dice que quiere reconciliarse con ellos.

Su pasmosa transformación refleja los cambios generales en la sociedad palestina de Cisjordania, donde el furor por el conflicto armado contra israel ha amainado.

El testimonio de al-Qudsi también permite atisbar los móviles de los atacantes suicidas y sobre las facilidades que hubo para reclutar a jóvenes palestinos en su mayoría hombres, aunque también algunas mujeres a fin de perpetrar 131 atentados con explosivos que han matado a centenares de israelíes.

Entrevistada recientemente en la casa de sus padres en la ciudad cisjordana de Tulkarem, al-Qudsi vestía un abrigo de piel a la medida, botas de tacón elevadísimo y una toquilla que parecía más una expresión de prestigio social que una prenda de una persona de gran fe religiosa.

Se mostraba confiada y optimista. Nacida en una familia de 10 hermanos, se casó con un primo a los 16 años, tuvo una hija, Diana, y se divorció dos años después cuando su marido se fue con otra mujer.

Al regresar a la casa paterna con su hija, al-Qudsi comenzó a trabajar en un salón de belleza.

Su anterior empleador, Zahwa Zakallah, dijo que a sus empleados les gustaba divertirse y realizar viajes ocasionales, incluidos varios a la playa de Netanya, la ciudad israelí ubicada 16 kilómetros (10 millas) al oeste de Tulkarem que se convirtió en el objetivo de al-Qudsi.

A principios del 2002, su hermano menor de 16 años, Mahmud, fue detenido con un cinturón de los usados en ataques suicidas y sentenciado a 18 años de prisión. Y una paramédica cisjordana de 27 años fue la primera mujer atacante suicida al matar a un anciano israelí en Jerusalén.

Al-Qudsi dijo que buscó contactar con las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, una facción violenta del grupo Fata. Afirmó que le dijeron que lo pensara y volviera en un mes. Persistió y finalmente fue aceptada.

“Esperaba el momento en que yo pudiera oprimir el botón y ver los cuerpos volando'’, recordó. Las personas que la dirigían querían enviarla a la ciudad de Hadera, pero al-Qudsi dice que insistió en Netanya porque conocía el lugar.

Fue provista de un chaleco para portar 15 kilos (33 libras) de explosivos debajo del vestido de maternidad.

El plan era que estuviera acompañada por un varón disfrazado de médico israelí que detonaría sus explosivos minutos después de que ella lo hiciera para matar a los socorristas israelíes.

Pero los israelíes fueron alertados por un informante y al-Qudsi fue arrestada. Un contingente de soldados irrumpió en la casa de sus padres en una noche de abril del 2002 y se la llevaron detenida.

Tras presentar una admisión de culpabilidad, una corte castrense de Israel la sentenció a seis años de prisión.

El abogado defensor Khaled Dazuki dijo que la condena fue relativamente baja porque no le encontraron el acostumbrado chaleco para atentados.

Al-Qudsi ahora labora con un grupo de asistencia a prisioneros, planea estudiar asistencia social y menciona que desea contarle su historia a los israelíes en general y escuchar la de ellos. No le resulta fácil explicar la decisión de ser una atacante suicida.

A la pregunta de cómo pudo atreverse a dejar a su hija sin madre, dijo que “Dios la habría cuidado'’.

Pero también dijo que lo peor de permanecer en prisión fue que estaba lejos de su hija.

Ella y Diana, ahora de 13 años, son inseparables. La adolescente agradece que su madre esté viva, dice que no quiere tener nada que ver con la política y sueña con estudiar derecho en el extranjero.

¿Qué le hizo cambiar de parecer después de la detención? Dice que ahora los tiempos son diferentes.

“No lamento lo que sucedió′’, aseguró al-Qudsi en tono desafiante. Sólo pensaba en la venganza'’, señaló. “Si lo hubiera pensado mejor, pudo no haber tomado esta decisión'’.

Fuente: Milenio

 
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