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Durbán II va a hacer que la original parezca un picnic (Por Anne Bayefsky)



Los participantes del putrefacto Consejo de DD.HH. de la ONU.
El uso de Durbán II por parte de la Conferencia islámica para montar una importante ofensiva antioccidental es obvio a partir de los oradores desde el primer día. Y está claro que frente a la Organización de la Conferencia Islámica, y en cualquier lugar de los dominios de Naciones Unidas, un flan tiene más aguante que la Unión Europea.

Naciones Unidas abría una conferencia "antirracismo" en Ginebra el lunes. ¿El primer punto de la agenda? El antisemitismo. No el anti-antisemitismo, sino en antisemitismo real a través de una palestra de la ONU, traducido a seis idiomas y difundido por todo el mundo a través de Internet.

La excusa es la primera reunión oficial del Comité Preparatorio para la Conferencia de Durbán II. Para aquellos preocupados por la posibilidad de que Durbán II pueda ser una repetición del primer festival de odio de Durbán, que terminaba tres días antes del 11 de Septiembre, esos temores pueden ser dejados a un lado. Durbán II va a hacer que Durbán I parezca una comida campestre.

Las tres cuartas partes del día de inicio de las sesiones se dedicaron a un único tema -- la tentativa de conducción iraní de negar derechos de participación o acreditación a la organización no gubernamental llamada Consejo Canadiense para Israel y la Protección Judía. ¿Su crimen? Argelia se mostraba preocupada por el dinero judío, o "sus fuentes de financiación". El observador palestino se quejaba de que la organización apoyaba los asentamientos israelíes y de que ninguna organización que apoye a actividades ilegales puede estar implicada en Durbán II. Con Libia ocupando la presidencia de la reunión, Irán de vicepresidente y Cuba como ponente, nadie pensó que el comentario se pudiera referir a los criminales sentados en el propio Comité Preparatorio.

Mientras los palestinos sentaban cátedra sobre asentamientos, Argelia y Egipto manifestaban su apoyo a rechazar la acreditación de esta organización con el argumento de que la inclusión sería "política" y "la política debe dejarse a un lado". Ninguno estaba remotamente avergonzado por la contradicción obvia entre su presunta excusa y sus denuncias de presuntas violaciones de derechos humanos por parte de un estado concreto -- el único ataque concreto a un único país durante todo el día.

La presidencia libia, Najat al-Hajjaji, ocupó el cargo como una de los últimos presidentes de la antigua Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas durante su implosión final producto de su mala reputación. Pretendiendo evidentemente una repetición con el Comité de Durbán II, al-Hajjaji saltaba ante la sugerencia belga de que Irán no había planteado ninguna objeción concreta ni creíble a la participación de esta organización. Respondiendo por Irán, ponía de manifiesto que el tráfico de influencias está funcionando ya a pleno pulmón. Hablando en público, ocultaba que la organización se había dirigido a la Secretaría de Naciones Unidas de antemano preguntando por objeciones específicas para poder responder de una manera puntual. En su lugar, afirmaba que la oficina (que incluye a Irán) ha decidido que Irán no necesita poner sus objeciones por escrito con antelación -- garantizando así que la organización estaría vetada en cuanto comenzasen la reunión.

A lo largo del día, los miembros de la Organización de la Conferencia Islámica (OIC) se mostraban entusiasmados con la presidenta y con frecuencia observaban lo encantados que estaban de verla presidir. A su vez, la presidencia agradecía a los miembros de la Conferencia Islámica "su apoyo a esta presidencia". La historia de amor se complementaba con escenas repetidas de delegados palestinos e iraníes reunidos en consultas íntimas. El uso de Durbán II por parte de la Conferencia islámica para montar una importante ofensiva antioccidental es obvio a partir de los oradores desde el primer día: las intervenciones de la Organización de la Conferencia Islámica alcanzaron los 31 participantes; las intervenciones del resto del mundo alcanzaron los 32 -- aunque la Organización de la Conferencia Islámica solamente reúne el 29 por ciento de los estados miembros de Naciones Unidas.

A lo largo de toda la absurda reunión "de derechos humanos", los asientos de Estados Unidos, Canadá e Israel estuvieron vacíos -- cada uno ha boicoteado estos preparativos. Los miembros de la Unión Europea, sin embargo, permanecían pegados a sus asientos. En representación de la Unión, Eslovenia adoptaba las siguientes posturas en cadena a lo largo del curso de un solo día: insistimos en que se tome una decisión de acreditar a esta organización; accedemos a esperar 48 horas antes de tomar la decisión; el próximo lunes (dentro de siete días) es de verdad el final de nuestro plazo para decidir si autoriza o no la participación de esta organización. Frente a la Organización de la Conferencia Islámica, y en cualquier lugar de los dominios de Naciones Unidas, un flan tiene más aguante que la Unión Europea.

Un esclarecedor documento distribuido entre los participantes fue el informe del alcance del racismo y la xenofobia en el mundo de hoy. He aquí parte del rastro de documentación con el que Naciones Unidas contribuye a la mayor protección de los derechos humanos -- estos comentarios son de primera mano:

"Irán, como cuestión política y de principios, se opone a cualquier forma de discriminación".

"Siria no sufre el problema de la discriminación racial... El fenómeno de la discriminación racial no existe".

"Todas las leyes libanesas prohíben el uso de la violencia contra los individuos".

"No existe ninguna acción racista de la que se tenga noticia en el país [de Senegal]”.

"Argelia se encuentra en primera línea de la lucha contra todas las formas de discriminación racial".

La delegación de Irán fue la que más divirtió. Tras elogiar la "histórica conferencia de Durbán", el discurso de apertura de Irán esbozaba las directrices del plan de ataque de Durbán II:

“La aparición de nuevas formas de racismo tras la Conferencia de Durbán (2001), particularmente tras el anuncio de septiembre y bajo el pretexto de la llamada guerra contra el terror, refleja el visible ascenso de formas contemporáneas de racismo por todo el mundo y contra los musulmanes en especial".

Es decir, Durbán II es una ofensiva islámica para definir a los musulmanes como víctimas primordiales de racismo, a manos de colonizadores occidentales que actúan bajo el pretexto de poner fin al terrorismo.

Aunque la agenda real no es ningún misterio, la Organización de la Conferencia Islámica es consciente de la mala imagen. De manera que participando en representación de la Conferencia, Pakistán anunciaba que la reunión "no debía convertirse en un ejercicio de antisemitismo". Desafortunadamente, esto no es algún tipo de epifanía tanto tiempo esperada. También participando en representación de la Conferencia, Pakistán explicaba al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en septiembre de 2007 que "la islamofobia es la forma cruda de antisemitismo". En otras palabras, está bien incluir la preocupación por el antisemitismo, suponiendo que los semitas en cuestión sean árabes y musulmanes. Y a pesar del hecho de que los estados de la Organización de la Conferencia Islámica destacaron continuamente que Durbán II debe versar en torno a manifestaciones contemporáneas de racismo, el antisemitismo contemporáneo es lo último que tienen en mente.

Por el contrario, el día de apertura de las sesiones fue una declaración de guerra contra los judíos, Israel y Occidente. Una vez más, el papel de Naciones Unidas es la promoción de la violación de los derechos humanos y no su protección.

Fuente: Diario de América

 
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