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Costa Rica condena ataques contra Israel con cohetes lanzados desde el Líbano



El Gobierno de Costa Rica expresó hoy su "firme condena" a los ataques contra Israel con cohetes lanzados por terroristas musulmanes desde el Líbano.

La Cancillería costarricense indicó en un comunicado que "Costa Rica, como país de paz, repudia el lanzamiento de proyectiles hacia territorio de Israel, por su impacto sobre civiles inocentes y por el riesgo de incremento de la violencia y la apertura de nuevos frentes de tensión".

Además, reiteró "su apoyo a los esfuerzos de todos los que aspiran a la construcción de una paz duradera en la región, así como a la aspiración de garantizar a los pueblos de Israel y Palestina la convivencia y la tranquilidad que tanto merecen".

Cuatro cohetes de tipo Katiusha lanzados desde Líbano se habían abatido en el oeste de Galilea, en los sectores de la ciudad de Nahariya y del kibutz Kabri. Cinco personas resultaron heridas, informaron los servicios de emergencia.

Un portavoz militar confirmó la caída de "varios" cohetes en el norte del territorio israelí. Los habitantes de Nahariya fueron inmediatamente exhortados a permanecer en sus casas, en habitaciones protegidas. Un alto responsable libanés de seguridad confirmó a la AFP que varios cohetes habían sido disparados desde el sur de Líbano.

El el sur de Líbano, habitantes de la localidad de Tayer Harfa, cercana a la frontera con Israel, declararon a la AFP haber escuchado fuertes explosiones hacia las 06H30 locales (04H30 GMT).

La fuerza de la ONU en Líbano (FINUL) dijo haber sido informada y estar investigando el incidente.

Un portavoz del movimiento chiita libanés Hezbolá declaró no disponer de "ninguna información inmediata", mientras que un representante del movimiento islamista palestino Hamas en Líbano aseguró no estar detrás de esos lanzamientos de proyectiles.

El jefe del Hezbolá, Hassan Nasralá, se dijo preparado para una nueva guerra con Israel, amenazando a Israel con abrir un segundo frente paralelo al de la franja de Gaza. "Todas las posibilidades son reales y están abiertas", declaró Nasralá.

El gobierno libanés, que cuenta con un ministro representante de Hezbolá, aseguró que su país no desea entrar en una nueva guerra y que la formación chiita secundaba esta posición.

Fuente: APF

Tensión Vaticano e Israel por propaganda anti-israelí de un cardenal



Las relaciones entre El Vaticano e Israel se volvieron tensas el jueves por las declaraciones absolutamente desafortunadas de Renato Martino, un alto colaborador del Papa Benedicto XVI.

El miércoles, la autoridad del Vaticano encargada de temas de justicia y paz hizo un contundente apoyo al movimiento terrorista Hamas en el que calificó a Gaza como "un gran campo de concentración".

"Estamos estupefactos de escuchar de un dignatario espiritual palabras que están tan alejados de la verdad y dignidad", dijo a Reuters desde Israel el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado judío Yigal Palmor.

"El vocabulario de propaganda de Hamas, viniendo de un miembro de Colegio de Cardenales, es un fenómeno sorprendente y decepcionante", remarcó Palmor.

Los líderes judíos alrededor del mundo también condenaron a Martino.

"Sus comentarios son ofensivos e insultan la memoria del Holocausto y a sus sobrevivientes alrededor del mundo", dijo Elan Steinberg, vice presidente de la junta estadounidense de sobrevivientes del Holocausto judío y sus descendientes.


"El está intentando diseminar vilmente propaganda anti israelí o no tiene la más mínima idea acerca de las condiciones homicidas adentro de un campo de concentración", dijo al periódico Handelsblatt Stephan Kramer, secretario general del consejo central de judíos en Alemania.

"Estas afirmaciones no son ciertas, deforman la memoria del Holocausto y sólo son usadas contra Israel por organizaciones terroristas y aquellos que niegan el Holocausto", dijo el rabino Marvin Hier, decano del centro.

En una entrevista posterior con el diario italiano La Repubblica, Martino defendió sus comentarios, aunque trató de suavizarlos agregando que "ciertamente los cohetes de Hamas no son papel picado. Los condeno, pero también critico a Israel por la magnitud de la respuesta a esas agresiones".

Fuente: Reuters

El FDI descubre mapa con trampas y arsenales de bombas de terroristas de Hamás



El mapa descubierto por paracaidistas muestra en diferentes colores la posición de francotiradores, depósitos de armamentos y la ubicación de artefactos explosivos en el barrio de Al-Atatra.

Un mapa que representa lo planes de Hamas sobre la mejor forma de herir y secuestrar soldados de las FDI en Gaza fue descubierto por paracaidistas en el barrio al-Atatra jueves. El mapa ha sido traducido y ha ayudado a las tropas en las operaciones subsiguientes.

El Oficial Jefe de Inteligencia de las FDI el General de Brigada Yuval Halamish explicó que Hamas ha dividido el barrio en una serie de ámbitos referenciados por hitos tales como mezquitas, estaciones de gasolina, y los depósitos de combustible.

"Se puede ver que el barrio se dividió en tres zonas de combate, de acuerdo con el color, y los terroristas en el interior desparramados en una serie de puestos, la distribución de las trampas de artefactos explosivos, y los lugares que ocupan los francotiradores", dijo.

"Hamas hace una cínica utilización de viviendas de civiles para camuflarse, las entradas de las cuales se utilizan como trampa con el fin de herir soldados de las FDI". Los artefactos explosivos fueron instalados cerca de estaciones de gasolina para ampliar el alcance de las explosiones a pesar del peligro que eso supone para la población civil, añadió Halamish. Él agregó que el diseño ha sido cuidadosamente planificado esperando una operación terrestre de las IDF.

El mapa se compone de dibujos precisos de todas las viviendas en el barrio, así como un código de color dibujado en la esquina superior izquierda, que describe el tipo de artefacto explosivo ubicado en cada sitio. Las zonas de francotiradores también están individualizadas en el mapa.

Halamish también contó que Hamas utiliza muñecos a escala de personas, con el fin de atraer la atención de los soldados, y se presentó una foto de un muñeco colocado en la entrada de una casa. Dijo que el muñeco tenía la misión de que los soldados se acercaran y en ese momento perpetrar un ataque en lo posible secuestrando soldados.

Fuente: Ynet News

Del fin de los morteros al fin de la Nakba, por Gustavo D. Perednik



La victoria israelí sobre el islamismo del Hamás, deberá seguir por un cambio de conciencia colectiva sobre el Estado judío.

Muy ilustrativo es el hecho de que, tres días antes de que Israel lanzara el actual operativo Plomo Sólido contra el régimen de Hamás en Gaza, el Consejo Legislativo de la agrupación islamista aprobó (24-12-08) la imposición de disposiciones coránicas como la amputación de manos a quienes robaren, cuarenta latigazos a quienes consumieren alcohol (con el agregado de tres meses de prisión si el consumo fuera público), y la pena de muerte para los homosexuales y para quienes «debiliten el espíritu de resistencia del pueblo», categoría ésta en la que cabe todo aquél que no pluguiere al imán de turno. Tales medidas se tomaron casi sin que los medios europeos las dieran a conocer.

Israel, que padecía al Hamás clavado como una cuña en su frontera meridional, decidió finalmente poner punto final a los ataques de morteros que por años padeció la población israelí. Cuatro mil obuses se lanzaron desde 2001 contra los habitantes del Sur israelí. Desde agosto de 2005 (cuando la minúscula población israelita de Gaza fuera evacuada contra su voluntad) los ataques se multiplicaron por cinco. Sólo durante la supuesta «tregua» de 2008, Israel fue objeto de «nada más que» 215 misiles del Hamás.

Si bien es sabido que la agresión antiisraelí casi no despierta condenas europeas, podría esperarse, por lo menos, que la teocracia que Hamás implantó desde que se apoderó de Gaza por la fuerza (15-6-07) generara el rechazo del «progresismo» de los medios.

Ni siquiera lo generó el ya proverbial asesinato de homosexuales. En Inglaterra, el canal 4 de televisión cedió su espacio para que el gran asesino brindara un mensaje navideño, y en España, semanas atrás, el diario El País, mundialmente famoso por su obsesión antisionista, publicó (4-12-08, página 37) un mapa de los países con los diversos grados de homofobia en el mundo.

En el plano se ve que en Canadá, España, Gran Bretaña, Sudáfrica y Escandinavia el matrimonio homosexual es legal, y que México, Australia, Italia y otros promulgaron leyes contra la discriminación. Bajo color marrón se muestran los Estados que castigan la homosexualidad con penas que van desde la prisión (todos los países árabes) hasta la pena de muerte (Arabia Saudí, Irán, y Sudán).

Lo notable es que en el mapa no aparecen los nombres de estos tres regímenes represores (a los que acababa de unírseles Gaza bajo el Hamás), pese a que el enorme tamaño de sus territorios permitiría perfectamente mencionarlos explícitamente. Que la omisión no es por falta de lugar se ve en que, en contraste, sí aparecen los nombres de países minúsculos como Seychelles, Madivas o Mauricio, y se detallan todas las islas del Caribe. Más aún, en el caso de Chipre el cartógrafo se preocupó en mostrar cada una de las dos partes de la isla (en la zona turca se ve la pena de prisión).

Pero su precisión se desvaneció con Irán, no mencionado en el mapa, ya que esta verdad podría herir las sensibilidades de los islamistas (las únicas por las que parecen velar ciertos sectores). Y, previsiblemente, el otro gran omitido fue Israel, que en el mapa aparece mendazmente coloreado como represor. Este engaño refleja la realidad mediática que sufrimos: sobre Irán se tergiversa por omisión, y sobre Israel por aseveración.

En la misma edición de ese diario (páginas 8 y 9), también miente su enviado Juan Miguel Muñoz. En un artículo titulado «El laborismo israelí se hunde» insinúa que Moshé Dayán, en 1977, no aceptó formar parte del gobierno del Likud liderado por Menajem Beguin. La verdad es que Dayán sí formó parte de ese gobierno, el que logró la (no mencionada) paz con Egipto hace tres décadas.

Sin aportar ninguna cifra comparativa con otros países, Muñoz describe a un Israel donde «un tercio de los niños son pobres, y la brecha de la desigualdad alcanza las cotas más elevadas del mundo industrializado» (para enterarse de que la brecha entre ricos y pobres es, en Israel, de las más pequeñas, bastará con fijarse en la cantidad y el poder de los millonarios en cualquiera de los países de Europa Occidental, incluido el del mismo Muñoz, especialista en revisar la paja en el ojo ajeno).

Para adoctrinar más que informar, el periodista se remite, como es habitual, a consultar en Israel exclusivamente a ultraizquierdistas trasnochados e irrepresentativos, para luego explicar que «las negociaciones de Camp David con los palestinos fracasaron… y estalló la segunda Intifada». El motivo del fracaso no es recordado porque sería un detalle perturbador: la pérfida intransigencia del liderazgo palestino que arrojó a su pueblo a interminables baños de sangre. Esa intransigencia es, precisamente, lo que la prensa usualmente soslaya.

Con todo, mientras la actual contraofensiva israelí continúa su rumbo, cabe admitir que en esta ocasión la reacción mediática ha sido relativamente moderada. Una de las causas de este cambio es acaso que varios gobiernos han atribuido la responsabilidad del enfrentamiento al Hamás, y no a Israel: Canadá, la República Checa, Egipto, y la mismísima Autoridad Palestina, que notoriamente hizo público su alivio por el desmantelamiento del islamismo en Gaza.

Los medios han morigerado su retórica antiisraelí, a pesar de que habían soslayado, o crudamente ignorado, el constante ataque de misiles del Hamás, del mismo modo en que, durante el verano de 2006, ignoraron los centenares de misiles que el Hezbolá lanzó contra el Norte israelí, para después denostar nuestra reacción «desmedida».

Teniendo en consideración ese antecedente, no sorprende ahora que cierta prensa vuelva a presentar el contraataque hebreo como «desproporcionado», ya que, olímpicamente desentendida de las perpetuas agresiones contra Israel, castiga a la autodefensa hebrea y sus «proporciones».

En el largo plazo, dos aspectos del antisionismo de los medios son especialmente preocupantes. El primero es que disimulan el hecho de que la agresión contra los civiles israelíes no constituye un exceso, sino una política sistemática de dos bandas terroristas: una, el Hezbolá, que empuja al Líbano a reiteradas catástrofes, y la otra, el Hamás, que clama explícitamente desde Gaza por la eliminación de Israel y los judíos.

El segundo agravante, rayano en el suicidio, es que esa misma prensa hace caso omiso de que el objetivo del Hamás, el Hezbolá, y el islamismo en general es, además de destruir al Estado judío, retrotraer al mundo a la Edad Media. Israel debería cosechar la gratitud europea por plantarse frente al islamismo; no la calumnia.

Durante la presente operación Plomo Sólido, la abrumadora mayoría de los palestinos muertos eran terroristas armados del Hamás, y la lamentable pérdida de civiles palestinos se debe a que la banda dispara sus misiles desde zonas densamente pobladas. Entre los muchos llamados de Israel a la cordura, cabe destacar el pedido dramático «de última hora» del Primer Ministro israelí a la población de Gaza, rogándoles que pongan fin a los bombardeos para evitar que el Ejército de Defensa de Israel se viera obligado a reaccionar. También se hicieron miles de llamadas telefónicas a hogares palestinos linderos a bases de operaciones de Hamás, a fin de que evacuen las áreas más peligrosas.

La autodefensa de Israel no es sólo «proporcionada» a la agresión, sino que es sumamente cautelosa de la vida de civiles inocentes. Pero su victoria sobre el Hamás no señalará el fin del conflicto. Para ello, se requerirá un cambio de actitud generalizada con respecto a Israel.

En efecto, es notable que, aun aquéllos bienintencionados que reconocen la singularidad de la judeofobia y sus monstruosas dimensiones, frecuentemente no ven cómo el Estado judío se ha transformado en el objeto fundamental del odio.

No les llama especialmente su atención que las tres cuartas partes de las condenas de la ONU se hayan ensañado contra Israel, ni que éste sea el único país del mundo que tenga varias agencias de la ONU destinadas exclusivamente a controlar su respeto a los derechos humanos, ni que Israel es el único país cuya creación es anualmente lamentada internacionalmente.

Recuérdese que el último 24 de noviembre la ONU conmemoró su Día de Solidaridad con el Pueblo Palestino, curiosamente el único pueblo que tiene un día propio de solidaridad. Pareciera que no cabe la solidaridad internacional con los tamiles, los aymaras, los ibos, los cachemiros, los chechenos, o los neocaledonios, entre otros muchos.

Durante la conmemoración antiisraelí, se proyectó la película La Terre Parle Arabe en la que se muestra a los judíos como nazis. Así, bochornosamente, la ONU hace duelo público por seis décadas de Israel, el único de sus 192 Estados miembros objeto de tal desprecio. El evento viene a lamentar la decisión de la ONU del 29 de noviembre de 1947, que exhortaba a la creación en Palestina de un Estado hebreo y uno árabe (en esa época, nadie hablaba de Estado «palestino»).

Se reunió en la ocasión el Comité por los Inalienables Derechos del Pueblo Palestino (ningún otro pueblo tiene en la ONU derechos inalienables), una sesión de la Asamblea General sobre «la cuestión de Palestina» que adoptó seis resoluciones contra Israel por violación de derechos humanos. (Durante todo este período de la Asamblea, se adoptaron 24 resoluciones por los derechos humanos: 4 contra 191 países generalmente inmaculados, y 20 contra el judío de los países).

En la historiografía reciente del pueblo palestino (en rigor, toda historiografía de este pueblo es inevitablemente reciente) la lamentación por nuestra existencia se llama «Nakba» («catástrofe» en árabe). La «Nakba» es el duelo anual palestino por la existencia de Israel, impuesto por Arafat hace un cuarto de siglo.

Los palestinos no sólo parecen no darse cuenta de que la conmemoración de la «Nakba» es reciente, sino de que si no crearon un Estado propio hasta 1967 no pudo haber sido culpa de Israel, ya que éste no controlaba las tierras que dicen reclamar.

La moraleja más visible de la «Nakba» es que, pese a los testarudos argumentos de que los palestinos luchan contra «la ocupación» u otros supuestos defectos de Israel, en realidad siempre lucharon contra la existencia de Israel, sin importar cuán grande o malvado sea; y por lo tanto no dejan al país hebreo más opción que la autodefensa o el suicidio. A los israelíes no nos queda otra alternativa que defendernos, puesto que no importa cuán generosas sean nuestras concesiones y mejoras, ellas son irrelevantes ante la lucha para destruirnos.

La única «Nakba» real del pueblo palestino es haberse concentrado en la destrucción del ajeno, y no en la construcción de su propia sociedad. Esa fue su «Nakba» y será necesario que en la conciencia palestina haya una radical transformación semántica del término (o su eliminación), para que este sufrido pueblo pueda vivir en prosperidad, y en paz con Israel.

Para que ello ocurra, la contraofensiva de estos días constituye un paso en la dirección correcta: al desarmar enteramente al Hamás, los palestinos progresarán, y Occidente se habrá aliviado, aunque probablemente no sabrán agradecerlo.

Fuente: EL CATOBLEPAS

El ejército israelí fue atacado previamente por bombas de mortero lanzadas desde las escuelas



Efectivos del Ejército de Defensa de Israel fueron atacados con bombas de mortero desde la escuela de la ONU en Jabalya.

Las investigaciones confirman que el Ejército devolvió fuego al lugar de origen del ataque.

Entre los fallecidos por la acción israelí se encuentra Imad Abu Askar y Hasan Abu Askar, «ambos conocidos militantes de alto rango de Hamás pertenecientes a la brigada de lanzamiento de cohetes». Otra de las pruebas que demuestran que había munición dentro de los centros administrados por la ONU es que «tras la respuesta israelí se sucedieron una serie de explosiones».

Israel lamenta la muerte de las víctimas civiles pero una vez más insiste en que toda la responsabilidad es de Hamás por utilizar edificios civiles como base para sus ataques, y utilizarlos como polvorín.

Esta no ha sido la única ocasión en que Hamás ha incurrido en un «crimen de guerra». De hecho, utiliza ambulancias de la ONU para transportar a sus miembros armados.

El gobierno canadiense culpó a Hamas el miércoles por las víctimas civiles de los ataques de Israel en Gaza, incluyendo los más de 40 muertos de una escuela bombardeada por el ejército israelí el martes.

"El gobierno de Canadá ha sido muy claro desde el inicio de la crisis considerando que los disparos de misiles de Hamas eran responsables por el desarrollo inicial de la crisis y por la continuación del agravamiento de la tragedia humanitaria", dijo Peter Kent, ministro de Estado para Asuntos Exteriores.

Interrogado sobre el bombardeo israelí de la escuela de la ONU en Gaza dijo: "La gran responsabilidad sigue siendo de Hamas por provocar este incidente y por su continua beligerancia terrorista para prolongar" la crisis.

"Canadá sigue apoyando totalmente a Israel en su derecho a defenderse", añadió.

Fuente: ABC (España)

Yo prefiero Israel, por Miguel Angel Belloso



Ha dicho el Rey Juan Carlos, con motivo de la Pascua Militar, que España siente "una honda preocupación" por la grave crisis que vive desde hace días Oriente Medio, con motivo de los bombardeos de Israel sobre Gaza. También, que reclama el despliegue de todos los esfuerzos diplomáticos para el restablecimiento de un alto el fuego inmediato. El sentimiento al que se refiere la declaración real me parece completamente falso. España, dada la rampante postración de la sociedad civil, no siente en estos momentos honda preocupación por nada excepto por sus garbanzos, y aun en esto anda desorientada, si cree mayoritariamente, como dicen las encuestas, que será Zapatero quien les va a asegurar mejor el condumio. Los ciudadanos españoles ven en la televisión los efectos terribles de los bombardeos, las fotografías de los niños muertos, y sienten una natural repulsión por los hechos. Pero no aciertan, en mi opinión, al señalar al responsable.

Entre ambos pueblos, el judío y el palestino, España siempre ha optado por el segundo, cuyos dirigentes, empezando por Arafat, han coqueteado y abrazado siempre la violencia, han incurrido a la primera de cambio en la corrupción y nunca han sentido afán de servicio por el pueblo palestino. Éste es el caso de Hamás, la organización terrorista que gobierna ahora en precario Gaza, que rompió unilateralmente la tregua con Jerusalem y que lleva meses lanzando cohetes sobre suelo israelí. El ideario de esta organización contempla la destrucción total y completa de Israel y el establecimiento de un régimen islámico en la zona. No es un monstruo con el que se pueda hablar sino una organización a la que hay que derrotar por completo -como ETA-, porque está hecha de la misma madera de los que derribaron las Torres Gemelas, causaron 200 muertos en la estación de Atocha de Madrid, o casi cien en el metro de Londres: el fanatismo musulmán.

De modo que Israel, que es el único país del mundo al que se le exige permanentemente justificar su propia existencia, y también el único del planeta que ha aguantado tanto tiempo, acosada buena parte de su población por cohetes enemigos, ha dicho basta. Ha emprendido una acción que, según juzga la mayoría de la prensa mundial es feroz, o desproporcionada. No me encontrarán entre éstos señores, todos ellos muy respetables. Prefiero estar al lado de Henry Lévy, Glucksman o Juaristi, por citar unos pocos de los escasos disidentes. Algún querido compañero, al que admiro profundamente, opina que se puede llamar crimen de Estado a lo que está haciendo Israel, pues bombardea una población indefensa, utiliza tanques y misiles indiscriminadamente contra civiles o impide el suministro de alimentos y medicinas a millón y medio de personas. Sería un juicio plausible si las premisas fueran ciertas. Pero es que todas son falsas. Los bombardeos han sido selectivos y perfectamente diseñados contra objetivos militares; antes de los mismos, el ejército judío ha avisado previamente a los habitantes cercanos a las zonas elegidas a fin de que las evacuaran, y la ayuda humanitaria ha seguido produciéndose. Esto no ha impedido las dolorosas y ofensivas imágenes de civiles muertos, sobre todo de los niños. Y bien, ¿cómo se podría evitar tal posibilidad?

Mis amigos, y otros que no lo son, los siniestros intelectuales del régimen -los Bardem, la Regás, la Ordóñez, la Forqué, la Sampietro, y los cineastas alimentados por el canon digital y las subvenciones públicas-, que han firmado un manifiesto acusando a Israel de ejercer el terrorismo de Estado, responderán: pues prescindiendo de los ataques. Pero esta posibilidad es sencillamente inaceptable para Israel -y quienes apoyamos su determinación-. Supondría hacerse el hara kiri como pueblo, renunciar a la legítima defensa y castigar a un enemigo indiscutiblemente culpable. Equivaldría también a respaldar a los terroristas, que han provocado largamente la guerra a sabiendas de que, inevitablemente, provocaría víctimas civiles pero con la esperanza de que la opinión pública internacional reaccionase como lo está haciendo, deslegitimando a Israel.

Me parece un gran error. Creo que la comunidad internacional, que anda entre el aspaviento y el frenesí promoviendo el alto el fuego porque, al parecer, el sufrimiento del pueblo palestino le resulta más insoportable que el del pueblo judío, o el de los negros africanos de los Grandes Lagos, debería conjurarse para la derrota de Hamás. Ésta liberaría al pueblo palestino de los terroristas que lo dirigen, que han gastado en armas la ingente ayuda internacional recibida, favorecería el moderantismo islámico y pararía los pies a Irán. Ganaríamos todos tomando partido por Israel.

Fuente: Diario Expansión (España)

Sobre la comparacion de Israel con los nazis, por Yosef Levi-Sfari, Cónsul Portavoz de la Embajada de Israel en Uruguay



La crítica a Israel o a sus políticas es completamente legítima. Es más, Israel es uno de los países en los que la polémica y la confrontación de ideas por parte de la prensa y la opinión pública están más arraigados, al punto que criticar ácidamente al gobierno de turno, sea cual fuere su signo político, hacer rodar cabezas, y “sacrificar vacas sagradas” como solemos decir en Israel, llega casi al grado de deporte nacional.

Valga entonces la aclaración: no tenemos problema alguno con las críticas, y estamos dispuestos a explicarlas una a una e ir respondiéndolas sin esquivarle al meollo del asunto. El Estado de Israel no está exento de equivocaciones ni de yerros, enfrentándonos como lo hacemos desde los albores de nuestra existencia con una realidad súmamente compleja. Nuestro país crece y se desarrolla a pesar de un conflicto crónico, y está constantemente dispuesto a escuchar voces distintas con ideas sobre cómo manejar dicho conflicto –que, digámoslo claramente, sólo para Israel es vital y existencial– de la mejor manera posible, con el menor número posible de afectados, damnificados y víctimas, propias y ajenas.

Pero también están quienes pecan de miopía y observan por voluntad propia al conflicto con una mirada estrecha y falta de perspectiva, como equino con anteojeras, y que despiertan puntual e infaliblemente a la hora exacta en que el caldero rebalsa –ni un minuto antes– declamando de memoria la cantilena de que Israel es el único villano de la película, y compitiendo entre sí como infantes quién de ellos se llevará la palma enhebrando la mayor cantidad de epítetos, de eslogans, de lugares comunes, de insultos gratuitos, de clichés, de bajezas, de frases hechas, de viejas consignas y de comparaciones descabelladas, copiando y pegando viejos textos y desempolvando pancartas confeccionadas para alguna crisis anterior.

El ejemplo más extremo de dicho fenómeno, lo constituye la comparación de los actos de gobierno, de defensa o de guerra del Estado de Israel, con el horror de los crímenes perpetrados por los nazis. El paralelismo entre ambos, indispensable aclararlo en primer lugar, ha sido formalmente tachado de antisemitismo por la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, organismo de la Unión Europea. Dicha organización emitió hace unos años un documento, en el que establece que determinadas críticas al Estado de Israel, sus gobiernos o políticas, no son sino claras expresiones de neoantisemitismo, convenientemente camufladas en esta época de corrección política como un supuesto “antisionismo”. Entre ellas menciona la comparación entre las acciones israelíes y los crímenes nazis; la negación del derecho a la autodeterminación del pueblo judío, al acusar a Israel de racismo; o la aplicación de doble rasero, pretendiendo de Israel lo que no se demanda ni se exige de ningún otro país en el mundo. Lo dicho: la Unión Europea considera a expresiones de dicho tenor, cada una de ellas, como antisemitas.

Si de crítica constructiva o de argumentación sólida se tratase, nuestros detractores se expresarían sin ninguna necesidad de echar mano a comparaciones con el delito más vil cometido en la historia de la Humanidad: tal paralelismo sería en dicho caso completamente contraproducente, al crear en el oyente un antagonismo inmediato, y terminaría por debilitar irremediablemente al mejor de los argumentos. Es que no se trata de crítica constructiva: se trata de una táctica mendaz, destinada a destruir el más mínimo denominador común y rehuir así toda posibilidad de debate coherente o de valor alguno, método cuya única finalidad es la de demonizar al Estado de Israel por motivos ideológicos.

Recordemos a los que osan acudir a la comparación con los crímenes de la Alemania hitleriana –ya que parecen adolecer de un grave problema de amnesia selectiva, aún si entre los mismos hay quienes por su edad podrían haber sido personalmente víctimas o testigos de la barbarie nazi– los hechos descarnados: el régimen nazi (elegido democráticamente en unas elecciones populares, al igual que el régimen de Hamás) se puso como meta el exterminio cuidadosamente premeditado, planificado y sistemático del pueblo judío de la faz de la tierra, hasta el último de nosotros. Hitler pretendió apoderarse de toda Europa camino de la conquista del mundo, en tanto sus planes satánicos se saldaron con decenas de millones de muertos en sólo 6 años, seis millones de ellos judíos inocentes, masacrados industrialmente, asfixiados en cámaras de gas, asesinados en fusilamientos masivos de familias, aldeas y ciudades enteras, quemados vivos, dejados a su suerte hasta morir de inanición, hacinamiento o enfermedades; muertos durante experimentos médicos, torturados sádicamente, todo ello hasta exterminar con esos y otros métodos una tercera parte del pueblo judío. Resulta tristemente irónico que, de haberse los nazis salido con la suya hasta las últimas consecuencias, algunos de los propios maldicientes no serían hoy más que un puñado de cenizas esparcido por alguno de los campos de exterminio. Sus invectivas contra Israel no los hubiesen exonerado del pecado de ser judíos, ni salvado de la suerte del resto de sus hermanos. Cabe a esta altura la pregunta: ¿Por qué es sólo Israel el blanco de sus diatribas? ¿Alguien los ha escuchado vociferar contra la limpieza étnica cometida en la provincia de Darfur en Sudán, con más de medio millón de víctimas hasta hoy? ¿Elevaron nuestros criticones sus voces al cielo, comparando las ejecuciones públicas de homosexuales en Irán por sólo serlo, con la matanza de homosexuales identificados por un triángulo rosa a manos de los nazis? Tampoco el grupo terrorista Hamás, que ganó en primer lugar las elecciones legislativas en Gaza y luego derrocó cruentamente al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Abu Mazen, apoderándose violentamente del poder de la Franja, motivó que los críticos de Israel despertaran de su voluntario letargo, a pesar de que exactamente de la misma manera fue que los nazis se apropiaron del poder, en la Alemania de 1933.

Es el mismo Hamás que instauró en Gaza una dictadura totalitaria confesional inspirada y fomentada por Irán, que prohibe toda crítica y el menor atisbo de disenso. Es una tiranía fundamentalista, que liquidó a sus contrincantes arrojándolos al vacío desde los edificios más altos de Gaza, para inspirar terror; y que instauró el imperio de la ley islámica, por cuyo mandato son cortadas las manos de los ladrones, castrados los violadores y ejecutado todo “traidor” al camino del fanatismo. Es el mismo Hamás que adoctrina a los niños de Gaza en el culto a la muerte desde la más tierna edad, inculcándoles un odio ciego contra Israel que les permita reclutarlos fácilmente como carne de cañón en atentados suicidas, o como escudos humanos. A pesar de todo eso, Hamás nunca tuvo el dudoso honor de ser comparado con el régimen nazi.

Y con toda razón. Porque a pesar de ser un enemigo jurado y declarado del Estado de Israel, y de avasallar los derechos fundamentales de su propia población civil y de la israelí, y de sus deleznables actos terroristas, Hamás no se aproxima siquiera remotamente a la barbarie nazi, la más estrepitosa bancarrota moral a la que haya llegado jamás el género humano: la constitución de fábricas industrializadas, perfectamente organizadas, por cuyas líneas de producción ingresaban hombres, mujeres y niños judíos, y salían convertidos en cadáveres, los que una vez arrancados sus dientes de oro, aprovechados sus cabellos para rellenar colchones y su grasa para fabricar jabón, eran reducidos a cenizas. El propio Hamás, aún siendo acérrimo enemigo que niega el derecho a la existencia del Estado de Israel, no pretende el exterminio sistemático de sus ciudadanos, sino que llama “sólo” a la destrucción del país como entidad política y soberana. No dejemos de decir lo que cae de maduro: la comparación del Estado de Israel con el nazismo, es una variante particularmente despreciable del negacionismo de la Shoá, y una brutal falta de respeto por las víctimas de la barbarie nazi, incluyendo los sobrevivientes que aún están con nosotros.

La comparación de Israel con los nazis, pauperiza el debate de ideas, al nivel más pueril posible: el del golpe bajo, el de atacar al objetivo cualquiera sea el precio, el de la calumnia y la injuria. Es una forma de antisemitismo rabioso, porque no pretende en modo alguno venir en defensa de los palestinos –en su mayor parte moderados, laicos y deseosos de alcanzar la paz, y que aborrecen de Hamás y su política de sangre y fuego no menos que nosotros–, sino que viene sólo a atacar al Estado judío. Por esa misma razón, la filípica es siempre lanzada en el momento mismo en que Israel reacciona a la agresión de turno en su contra, y nunca un minuto antes, cuando Israel es atacado, descontextualizando sus motivos, tergiversando falazmente dichos y hechos, trastrocando manipulativamente causas por consecuencias y viceversa. Todo método dialéctico vale cuando de atacar a Israel se trata, y para eso el neoantisemita va siempre dispuesto a revolver en la herida que jamás cicatrizará: el carísimo recuerdo por los 6 millones de nuestros padres y abuelos asesinados por el mero hecho de ser judíos.

No sería posible concluir estos conceptos, sin dirigirnos a los miembros de nuestro propio pueblo que prestan con tanta facilidad su pluma a la banalización de la Shoá. A ellos –como a los otros– los invitamos: siéntanse con libertad de criticar a Israel, que no está exenta de errores ni inmune a la opinión adversa. Pero anímense a hacerlo seriamente, sumando valor agregado al debate, con argumentos que ilustren los acontecimientos. Analicen la complejidad de la situación, interésense por los hechos (por TODOS los hechos), practiquen el ejercicio de ponerse en lugar de los demás –de TODOS los demás–, luego de lo cual ofrezcan alternativas, sugieran posibles soluciones, los invitamos incluso a visitar el lugar de los acontecimientos (de TODOS los acontecimientos). En síntesis, intenten practicar la crítica constructiva; nosotros por nuestra parte, trataremos de dar respuestas a cada uno de sus alegatos e interrogantes. Las comparaciones con el nazismo, un fenómeno sin parangón, son por definición imposibles, y hablan más de quien las emplea que de sus supuestos objetos. Por favor, dejen la memoria de la Shoá en paz.

Fuente: Portal de Montevideo

Hamas en acción, por Manuel Molares Do Val



Hay una creciente división de opiniones en España sobre quién es culpable de la nueva guerra entre Israel y Hamás. Unos medios informativos hacen hincapié en el poderío militar de Israel frente a Hamás, al que presentan como víctima, tratando de ocultar que lanzó una guerra civil y destruyó el poder legítimo de la ANP en Gaza. Otros recuerdan que Hamás, una organización declarada terrorista por los países democráticos, atacó a Israel diariamente durante los últimos años, por lo que la actual conflagración es una respuesta lógica.

Pues ahora, y gracias a internet, cualquiera puede hacerse su propio juicio y dictar su veredicto. Sólo necesita escribir en el buscador de su ordenador: Youtube, Hamás, Children. Decenas de cortos están realizados por la propia organización. Muestran la preparación para el suicidio y martirio de niños y niñas, a los que figurillas estilo Disney les enseñan odio y cómo matar y morir entre gritos de rabia contra los infieles. Niñas de seis años con vestiditos blancos danzando como se imaginan las huríes, el premio sexual paradisíaco, ante los niños-soldado con uniformes de combate, rostro enmascarado y armas, haciendo ejercicios militares, gritando Alá y muerte al judío y al infiel.

Hay momentos en los que los niños reclaman la reconquista de Al-Andalus, "la tierra que nos concedió Alá". No es lo peor. Escriba luego Youtube, Hamás, Executions. Y vea como Hamás ejecuta en masa con metralletas, tumbados, con largas agonías, a decenas de palestinos disidentes.

Fuente: La Región (España)

El socialismo de los estúpidos, por Samuel Schmidt **



Se desató un debate interesante en un círculo de comunicadores sobre la peor de las orientaciones políticas mucho más ilustrativo de lo que parece porque sacó a la luz que tan arraigada está la discriminación.

Con el debate ha salido a la luz una postura anti-judía muy clara que se escuda en la crítica a Israel y el sionismo para tejer una supuesta conexión entre las políticas de Israel y Estados Unidos y la supuesta obligación del judaísmo mundial por limitarlas; eso exigen esos críticos que nunca han condenado un acto de terrorismo contra la población judía en el mundo.

No merece ni una nota la agresión a un cementerio judío en Europa o matar a los asistentes a una sinagoga en Mumbai. Tampoco merece consideración el ataque a un camión de niños judíos con bombas molotov o el lanzamiento de decenas de misiles a diario sobre comunidades civiles en Israel. Parece justificarse la agresión contra todos los habitantes del estado de Israel que algunos denominan como "hebreo" por el pavor que les da utilizar la palabra "judío". El hebreo es un idioma y la referencia a los hebreos en la Biblia hace mucho que es anacrónica.

Tampoco mereció una referencia el hecho que en México están tipificados los delitos de odio, y ninguno de los que discuten se quejaron el día que al director del Instituto Mexicano de Seguridad Social (IMSS) lo despidieron con cruces gamadas pintadas en las paredes y leyendas de "cerdo judío". ¿Acaso la justificación de ese silencio cómplice es que Santiago Levy defendía al gran "capital judío" en el gobierno mexicano? De paso sostengo que a mi me desconciertan un poco los nazis mexicanos, parecen desconocer que en la lista de Hitler cabían todas las "razas" impuras y que los mestizos seguían en el propósito de limpieza étnica.

Es obvio que la discusión sesgada no ayudará a avanzar la causa de la paz en el medio oriente y posiblemente sea absolutamente irrelevante para el mismo, pero me queda muy claro que influye o busca influir de una manera perversa en el clima político nacional buscando inflamar los peores sentimientos.

Dos ejemplos sirven. Ante la aceptación de la responsabilidad del que hizo las pintas antisemitas en el IMSS el secretario de gobernación guardó un silencio tolerante que reflejaba muy claro las posturas racistas que heredó de su padre; y ahora frente a un fraude en Wall Street el presidente del PAN (partido de acción nacional) aprovecha para sacar su antisemitismo, sin que haya el menor intento de desmarque por parte de su patrón, el presidente de la república y por supuesto, sin la condena de los defensores de la libertad de expresión. Me imagino que el antisemitismo debe ser garantizado por su profunda contribución al desarrollo de las ideas en el mundo, aunque en Alemania el nazismo está penado y fuertemente perseguido.

Los racistas odian a todo lo otro. Odian a los judíos, a los negros, a los musulmanes, a los mexicanos, a los comunistas, los homosexuales y los inmigrantes.

Los racistas mexicanos odian a los indios, a las sirvientas y al proletariado aunque hablen en su nombre. Lo sorprendente es que uno esperaría que los racistas sean gente de derecha, pero la izquierda, —que Rahola calificó de lunática— asume esta postura disfrazada de anti-imperialismo. No en balde el pensador dijo: el antisemitismo es el socialismo de los estúpidos.

México tiene una larga historia de racismo, durante muchos años fue el principal país productor de literatura antisemita y hoy con el Yunque están en el poder. El clima de intolerancia se ha apoderado de México.

** Samuel Schmidt es profesor de la Universidad Autonóma de Ciudad Juarez, México.

Fuente: Impresiones Latinas (México)

 
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