Contra el terrorismo
Sería abrumador pasar lista de los actos perpetrados en los últimos años por el terrorismo musulmán, entre los que se destacan los de las Torres Gemelas de Nueva York, de la estación de Atocha en España y un poco más atrás en el tiempo -y que nos toca directamente a los argentinos-, los de la AMIA y de la Embajada de Israel en Buenos Aires.
Ante esta realidad que golpea al mundo desde hace décadas -aunque la violencia política siempre existió desde tiempos antiguos-, debemos poner de resalto que no existe nación libre y democrática que no condene estos recursos criminales del extremismo guerrillero y fundamentalista, que se asocia a nivel planetario para llevar a cabo sus planes llamados “revolucionarios”, haciendo de la muerte su arma combativa, porque no puede imponerse de otra manera que no sea esa; es decir, carece de ideales y propósitos que puedan tener el espontáneo consenso de un pueblo.
Está dicho que el terrorismo es la inhumana estrategia de los que quieren el poder y jamás lo podrán obtener por la vía del convencimiento o la persuasión, recurriendo entonces a la violencia, tratando así de atemorizar, amedrentar, presionar, extorsionar o “negociar” a favor de sus fines.
Ante esto, el mundo libre se enfrenta al peor de los flagelos, que es el del terrorismo que destruye y siembra la muerte. No son pocas las naciones que han sido y son víctimas de este demonio que se cobra vidas diariamente. Sin embargo, existe una forma de hacerle frente -no cada país individualmente, como sería de su preferencia-, sino aunando criterios y esfuerzos para construir un bloque monolítico de naciones dispuestas a encontrar las formas más adecuadas para enfrentarlo. Y en este sentido cabe rescatar lo expresado por la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, cuando en su mensaje de asunción señaló que para poder avanzar y encontrar fórmulas de solución a los problemas regionales e internacionales, hay que pensar en el multilateralismo, es decir en el esfuerzo común de las naciones, fijando acciones compartidas y políticas complementarias en diversos órdenes, y por supuesto en lo que hace a la defensa de los derechos humanos y la lucha contra el terrorismo internacional.
En la medida en que los pueblos libres del mundo, sustentándose en los valores de la democracia, se unan para defenderla, le cercarán espacios de acción a los violentos que quieren socavarla. Y el multilateralismo es una de las claves.
Fuente: Nuevo Diario Stgo del Estero
Ante esta realidad que golpea al mundo desde hace décadas -aunque la violencia política siempre existió desde tiempos antiguos-, debemos poner de resalto que no existe nación libre y democrática que no condene estos recursos criminales del extremismo guerrillero y fundamentalista, que se asocia a nivel planetario para llevar a cabo sus planes llamados “revolucionarios”, haciendo de la muerte su arma combativa, porque no puede imponerse de otra manera que no sea esa; es decir, carece de ideales y propósitos que puedan tener el espontáneo consenso de un pueblo.
Está dicho que el terrorismo es la inhumana estrategia de los que quieren el poder y jamás lo podrán obtener por la vía del convencimiento o la persuasión, recurriendo entonces a la violencia, tratando así de atemorizar, amedrentar, presionar, extorsionar o “negociar” a favor de sus fines.
Ante esto, el mundo libre se enfrenta al peor de los flagelos, que es el del terrorismo que destruye y siembra la muerte. No son pocas las naciones que han sido y son víctimas de este demonio que se cobra vidas diariamente. Sin embargo, existe una forma de hacerle frente -no cada país individualmente, como sería de su preferencia-, sino aunando criterios y esfuerzos para construir un bloque monolítico de naciones dispuestas a encontrar las formas más adecuadas para enfrentarlo. Y en este sentido cabe rescatar lo expresado por la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, cuando en su mensaje de asunción señaló que para poder avanzar y encontrar fórmulas de solución a los problemas regionales e internacionales, hay que pensar en el multilateralismo, es decir en el esfuerzo común de las naciones, fijando acciones compartidas y políticas complementarias en diversos órdenes, y por supuesto en lo que hace a la defensa de los derechos humanos y la lucha contra el terrorismo internacional.
En la medida en que los pueblos libres del mundo, sustentándose en los valores de la democracia, se unan para defenderla, le cercarán espacios de acción a los violentos que quieren socavarla. Y el multilateralismo es una de las claves.
Fuente: Nuevo Diario Stgo del Estero