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Beigel, niño prodigio del chelo en México



En compañía del clarinetista Giora Feidman, el violonchelista debutará en Bellas Artes el 3 de abril con la Orquesta Sinfónica de Minería.

Ganador de primeros lugares en competencias nacionales en su natal Israel, días después de cumplir 11 años Gabriel Beigel ocupó el sitio de honor en la Competencia Nacional de Chelo para Músicos de 9 a 13 Años en el Conservatorio Beer-Sheba. Es un músico prodigio, aunque en sus propias palabras se considera un niño como cualquier otro.

Pero no cualquier niño se reúne con el clarinetista Giora Feidman para hacer música. Esto ocurrirá en Bellas Artes el 3 de abril, cuando, acompañados por la Orquesta Sinfónica de Minería, darán un concierto auspiciado por Yad Vashem, Autoridad Nacional para el Recuerdo de los Mártires y los Héroes del Holocausto, y Orly Beigel Productions.

Desde la línea telefónica, Gabriel dice que tocará una obra de Joseph Haydn y otra de Max Bruch. Con voz y conceptos que denotan una madurez infrecuente para alguien de su edad, explica que la obra de Haydn tiene tres movimientos. “El primero es lento, pero muy musical. El segundo es mucho más rápido, pero como dancístico, y el tercero es muy virtuoso. Es muy rico tocar esta pieza porque tiene tres tipos diferentes de ritmo. La obra de Bruch es una plegaria. Cada músico siente la plegaria de una forma diferente y puede expresar sus propios sentimientos”.

Si algunos niños sueñan con ser estrellas de rock y tocar la guitarra, Beigel optó por plantar los pies en la tierra y elegir el chelo, el instrumento favorito de su madre. “Mi mamá se dio cuenta de que tenía dones para tocarlo, pero eso no quiere decir que yo no tenga los mismos sueños que otros niños. También tengo sueños de rock y eso, pero me gusta mucho el chelo”.

Al preguntarle si la música lo ha hecho madurar, Gabriel responde: “Oye, soy como todos los niños; juego y me río. Claro, cuando la gente me ve tocando me ve como más adulto. ¡Pero no estoy seguro que sea tan adulto! Lo que más me gusta de la música es sacar sonidos puros y hermosos”.

Giora Feidman se pregunta cómo un niño de 11 años puede transmitir un mensaje musical de manera tan profunda. Y de inmediato responde: “Gabriel es el caso típico de una reencarnación, esto es segurísimo. Es un alma que se introdujo en este cuerpo y se está expresando por un ser humano que, en este caso, tiene 11 años”.

Feidman sabe el peligro que corre alguien que es anunciado como el gran prodigio, sobre todo que se busque explotarlo. “Este chico cayó en una casa cuyos padres podrían ser millonarios con él, pero no lo son, porque no lo explotan. No debe permitirse que un ser humano pierda la niñez porque ésta sólo se da una vez en la vida”.

Cuando hacen música Gabriel y Giora están en el mismo nivel, asegura el clarinetista. “Es un nene, un pibe, pero cuando tiene el chelo en la mano... Cuando estamos juntos y tenemos nuestros instrumentos en la mano no hay diferencias porque hablamos un mismo idioma. Claro que hay un punto que determina las cosas: la experiencia. Pero eso no quiere decir que sé más que él, puede ser que él sepa más que yo porque es un chico y todavía se acuerda de cosas que yo como adulto ya olvidé a los 72 años”.

Para tocar con un niño, Feidman dice que es preciso olvidarse precisamente de que es un niño. “Se tiene que estar frente a un alma. En cuestión de almas: el hacer música no tiene nada que ver con el físico. La única diferencia entre el chico y yo es mi experiencia. Pero ¿qué tengo que hacer yo cómo adulto? Pasarle el conocimiento, en el sentido de darle seguridad, de aclararle la mente, porque él está interpretando un mensaje espiritual por medio de un idioma que llamamos música”.


Fuente: Milenio

 
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