PARA LEER CON MAYOR COMODIDAD PODES

Día del Holocausto y del Heroísmo (Por Natan Lerner)



Hoy, jueves 1 de mayo, corresponde a la fecha que, según el calendario judío, está consagrada, por una ley de 1959, a la Conmemoración del Holocausto y el Heroísmo, en coincidencia con la fecha del levantamiento del gueto de Varsovia, en 1943. También la comunidad internacional, por intermedio de las Naciones Unidas, ha instituído un Día de Recordación de la Memoria de las Víctimas del Holocausto, el 27 de enero de cada año, aniversario de la liberación, por parte del Ejército soviético, del campo de exterminio de Auschwitz.

Al margen de la diversidad de fechas que persiguen el propósito de marcar la mayor tragedia de un pueblo individual en los tiempos modernos, el Día debe ser recordado en especial en este año 2008, en el que se enfatizará el significado de la adopción, por las mismas Naciones Unidas, de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, el 9 de diciembre de 1948, un día antes de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Genocidio, desde luego, es el término genérico, que comprende el Holocausto, es decir, el genocidio contra los judíos.

El Haaretz publica, el viernes último, un artículo de Mijael Handelsaltz bajo el título "Un crimen que no tenía Nombre'' dedicado a Rafael Lemkin, el jurista judío-polaco que acuñó el nombre genocidio" durante la Segunda Guerra Mundial

En todo el país y en las comunidades de la Diáspora se llevarán a cabo ceremonias conmemorativas. En ellas se analizará no sólo la magnitud de la catástrofe sino también la significación moral y política de los levantamientos en los guetos y otros focos de la resistencia contra los nazis. Habrá, seguramente. la referencia inevitable a la falta de reacción efectiva por parte del mundo exterior, en la medida en que, quizás, ello hubiera sido posible.

Este último tema se vincula a lo que está ocurriendo en el mundo de hoy, tanto en relación con las amenazas de nuevos genocidios, entre ellos contra Israel, pero no sólo contra Israel, como por una visible intensificación de la predisposición de importantes sectores de la comunidad de naciones a profundizar en el tema del genocidio, inclusive en cuanto a la conciencia de la responsabilidad de la sociedad internacional por el Holocausto y su prevención. También contribuyó seguramente, en cuanto a la consolidación de esa tendencia, la repetición de graves casos de genocidio, en Europa, Africa y Asia.

Ello contrasta radicalmente, desde luego, con las amenazas de nuevos genocidios, entre las que sobresale la del irresponsable caudillo de Irán fundamentalista, que no trepida en hablar del exterminio de Israel.

La reacción mundial contra ello existe, pero es, muy lamentablemente, débil, y esta falta de respuesta eficaz induce a no pocos a comparar estos tiempos con los del ascenso del nazismo. Claro que las diferencias son abismales, pero no es posible ignorar la tendencia a trazar paralelos. Irán, por cierto, no es la Alemania nazi, con su abrumadora maquinaria bélica.

La endeble comunidad internacional de los años '30 no puede compararse al mundo organizado del siglo 21, con la participación de casi todos los países del mundo en las Naciones Unidas y con la existencia de una ramificada red de organismos interestatales, globales y regionales. Tampoco el ineficaz boicot judío contra el nazismo,en los años '30, tiene parangón con las sanciones que el mundo está imponiendo y promete imponer a países criminales como Irán, en estos días.

Pero, por encima de todo, la gran diferencia desde el punto de vista judío radica en la existencia del Estado de Israel, soberano, fuerte, capaz de tomar decisiones y ponerlas en práctica. Este es, en la medida en que las hay, la garantía esencial contra toda intención genocida. Decir esto no significa abogar por una acción aislada, independiente, de Israel contra cualesquiera amenazas existenciales contra Israel o una comunidad judía. Significa, sí, que existe hoy un factor judío autónomo, en condiciones de influir en forma mucho más poderosa en la esfera internacional que lo que pudieron hacer las organizaciones judías de los años '30, sólo capaces de tratar de influir sobre los que detentaban el poder.

Esto no debe inducir a olvidar las lecciones del pasado, ni a menospreciar los riesgos actuales. Pero la diferencia es enorme y debe ser valorada en sus verdaderos alcances, sin olvidar que vivimos en un mundo complejo, interdependiente, lleno de peligros no siempre previsibles.

El Día de Conmemoración del Holocausto y del Heroísmo debe, pues, cumplir una múltiple función. Es la ocasión de rendir homenaje y de recordar; de expresar la gratitud de la nación a los que se inmolaron para resguardar la dignidad del pueblo judío; de preservar la memoria de los que fueron aniquilados por la bestialidad racista; de agradecer a aquellos, no muchos, pero existentes, que arriesgaron sus vidas para salvar a condenados al exterminio; para actualizar la fórmula de "Nunca más'' a fin de aplicarla frente a los nuevos racistas, a los enemigos actuales de la convivencia democrática, a los genocidas en potencia. Es también la ocasión para concertar las alianzas que la época requiere, en un mundo que no tolera políticas aislacionistas y no protege a los parias.

Fuente: ImpulsoBaires

 
ir arriba