PARA LEER CON MAYOR COMODIDAD PODES

El odio desproporcionado, por Ariel Segal



Hamás nunca ha aceptado la existencia del Estado de Israel. Más que en la existencia de un Estado palestino, la primera y única finalidad de su razón de ser es aniquilar a su enemigo natural que es el Estado judío. Entre los propios palestinos tampoco hay acuerdo que valga, la posible pugna entre Al Fattah y Hamás pudiera desembocar en dos presidentes y en dos gobiernos palestinos.

La crítica a Israel es lo fácil, lo políticamente correcto, lo que expía las almas de los progres occidentales. El gran problema de partida es la pretendida y supuesta equivalencia moral, para algunos, entre Hamás e Israel. Precisamente esto, es lo que ha llevado al Presidente del Gobierno y a su Ministra con esmoquin y altísimos tacones, supongo que con la absurda y arcaica pretensión de ponerse a la «altura de los hombres», a situarse del lado más cercano a los palestinos, sobre la base del supuesto uso desproporcionado de la fuerza por parte del ejército de Israel.

Israel es un gran país, un Estado democrático y de derecho, de profundos valores y convicciones, que si realmente hubiera actuado sin escrúpulos en Gaza como por ejemplo lo ha hecho Rusia en Georgia, Chechenia o en media Europa «matándola» de frió, no advertiría por escrito y con llamamiento previo para prevenir de los objetivos que piensa bombardear.

El artículo 51 de la ONU, que reserva el derecho a toda nación a la defensa contra ataques armados, fue concebido para regular conflictos entre países y, por lo tanto, difícilmente se puede aplicar a la lucha entre un Estado y una guerrilla. Según el principio de proporcionalidad que algunos reclaman a Israel en esta guerra podríamos con cierto cinismo: ¿Tendría Israel que esperar a que Hamas tenga una capacidad militar similar a la suya, gracias a las armas que Irán, La Hermandad Musulmana de Egipto, Al Qaeda y otras organizaciones islamistas le proveen? ¿O mejor sería que Israel luche con los mismos métodos de Hamas bombardeando deliberadamente objetivos civiles y ejecutando atentados suicidas? ¿Quizá Israel deba exigir a sus ciudadanos del sur no ir a los refugios antiaéreos cuando Hamas lanza cohetes para que haya una proporcionalidad de víctimas inocentes en ambas partes, y así, el mundo de su consentimiento a la operación militar en Gaza?

Estas preguntas retóricas tienen la finalidad de desmontar el absurdo argumento de la proporcionalidad que no es aplicable para un conflicto que, por sus características, jamás fue proporcional, como no lo son la mayoría de los que hoy ocurren en el mundo.

¿Qué le sugieren a Israel aquellos que ahora la critican para detener a un grupo terrorista como Hamas, que explícitamente predica su destrucción total? ¿Quizá, que haga gestos que demuestren que está dispuesto a otorgar a los palestinos soberanía, gradualmente, sí ellos demuestran que pueden ser buenos vecinos? Eso ya se hizo en el 2005 y por primera vez los palestinos tuvieron un territorio con continuidad territorial en Gaza para gobernarse a sí mismos luego de la retirada unilateral de Israel. Si se les hubiese otorgado soberanía marítima y aérea en ese entonces, entonces, ¿hoy Hamas estaría en paz con Israel o dispondría de armas sofisticadas, e incluso aviones, para atacarla?

A ningún país le exigen como a Israel que se contenga en su capacidad disuasiva para intentar acabar con un status quo insostenible. Es por eso que el gobierno de Jerusalén decidió ejecutar la actual operación militar en Gaza con la intención de acabar, de raíz, con el terrorismo de Hamas.

Hay muchos cuestionamientos a Israel por la lamentable muerte de muchos palestinos inocentes, aunque, según el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, el gobierno egipcio, varios líderes mundiales como Sarkozy y Merkel, son responsabilidad exclusiva de Hamas. Entonces, ¿no sería también el momento de hacer cuestionamientos a este grupo terrorista?

En el nombre de la utópica proporcionalidad, hagamos preguntas adicionales: ¿Y si Hamas se hubiese dedicado a construir escuelas, industrias y a generar empleos, en lugar de gastar el poco dinero que recibía de la comunidad internacional para comprar armas y prepararse para una guerra urbana, ocurrirían los trágicos eventos del presente? ¿Y si en lugar de hacer túneles en la frontera con Egipto para contrabandear armas, hubiesen hecho refugios antiaéreos, como Israel, para proteger a los civiles durante la “guerra santa” que dicen ejecutar? ¿Y si hubiesen recibido, luego de la retirada de Israel de Gaza, los tractores que le prometieron los saudíes, los médicos y equipos modernos de cirugía que ofrecieron los kuwaitíes, los edificios que arquitectos de Indonesia proyectaron levantar?

El odio ilimitado de Hamas, que no le permite reconocer la existencia de un Estado Judío en ningún milímetro del Medio Oriente, es el origen de la desproporción que causa que se dedique más recursos – económicos, políticos y humanos - al sueño de destruir a Israel que al de construir Palestina. Esa es la más trágica de todas las desproporciones, por la cual hoy, mueren cientos de civiles en Gaza.

Fuente: Agencia de Noticias Orbita (Perú)

Sucios juegos de los terroristas de Hamás aprendidos de instructores iraníes y sirios



Son tácticas sucias que emplean los terrorista de Hamas, no necesariamente nuevas, que en el campo de batalla buscan confundir a los soldados israelíes, pero que en muchas ocasiones amenazan con poner en riesgo la vida de los civiles, que los islamistas usan como escudos humanos y entre quienes se confunden para salvar sus propias vidas egoístamente.

Primero hay que proteger las filas terroristas, luego ya le tocará al pueblo. Según testimonios de los residentes de la Franja, los terroristas combaten con ropas de calle y hasta la Policía de Hamás ha recibido la orden de no vestir el uniforme.



Nadie se atreve a dar nombres. Se esconden entre la población, dando la impresión de ser inocentes ciudadanos, los armados surgen de los túneles y los búnqueres subterráneos para sorprender a los soldados israelíes, y cuando son descubiertos y mueren pasan a engrosar la falsa lista de civiles que publican los medios de prensa.

Los terroristas palestinos también utilizan las ambulancias no solo de la medialuna roja, sino también las de las Naciones Unidas para trasladarse de un lugar a otro. Complicidades más que lamentables para esa organización y su ¿buen nombre?


Hamás ha situado innumerables maniquíes-bomba ataviados de terroristas a la espera de los soldados israelíes. Al primer disparo, la carga del falso combatiente es capaz de derrumbar el edificio.

Hasta ahora esos trucos no les funcionan demasiado por la astucia y la excelente preparación de los soldados israelíes.

Fuente: Varios recursos de Internet

Enviado por N@T@N de Naharia - Paradoja



Lo saque de un blog de La Nacion

Voy a tomar 'prestada' la siguiente enumeración:

20 conflictos actuales donde participan Musulmanes.

1)Afganistan
2)Bosnia :Serbo cristianos, ortodoxos y Musulmanes.
3)Costa de marfil: Musulmanes, indigenas y Cristianos.
4)Chipre: Cristianos y Musulmanes.
5)Timor Oriental: Cristianos y musulmanes.
6)Indonesia: Provincia de Ambon, entre cristianos y Musulmanes.
7)Cachemira: Hindues y Musulmanes.
8)Kosovo: Musulmanes y cristianos ortodoxos.
9)Region del Kurdistan: Musulmanes atacan a cristianos(Protestantes, Catolicos caldeos y Ortodoxos.)
10)Macedonia: Musulmanes contra cristianos.
11)Oriente medio: Musulmanes VS Judios y Musulmanes VS cristianos (Libano).
12)Nigeria: Musulmanes y cristianos.
13)Pakistan suni y musulmanes chiitas.
14)Filipinas: Cristianos y musulmanes.
15)Chechenia: Musulmanes, cristianos y ortodoxos rusos.
16)Serbia: Provincia de Vojvodina.
17)Armenios- azeries.
18)Tailandia: Budistas y musulmanes en conflicto permanente.
19)Bangladesh: budistas y musulmanes en conflito permanente.
20)Somalia: Musulmanes contra resto del mundos.

Estos son solo 20 conflictos nomas con una sola religion que tiene participacion en todos ellos; y yo solo leo hoy en dia palabras contra la agresión israelí. Que paradoja no?

נתן

Revolcándose en la charca, por Juan Carlos Girauta



Posan satisfechos, orgullosos de lo progres y solidarios que son, junto a gentuza que quema banderas israelíes y que apedrea la embajada de una nación democrática de siete millones y medio de habitantes rodeada de más de mil millones de enemigos.

El cine español, al cosechar tan pocos éxitos de público, recurre a la mendicidad conocida como subvención cultural, la mendicidad más antipática porque los pedigüeños nos insultan, nos dan continuas lecciones morales y no nos dejan opción: hay que darles el dinero sí o sí. Los que se hacen caca cuando hay que condenar a la ETA y homenajean con flores a abogadas batasunas, los que guardan criminal silencio en San Sebastián pero escupen ira feroz por lejanas guerras que no les salpican, los que acusan a su Gobierno de golpes de Estado si su Gobierno no es del color que apetecen, los que ven lobbies por todas partes cuando el más influyente lobby nacional es el suyo han puesto sus caritas al servicio propagandístico de una manifestación cuyos postulados encajan como anillo al dedo con los de la organización terrorista Hamas, no con los del presidente palestino; con los del Irán que niega el Holocausto, no con los del pueblo palestino; con los de quienes quieren destruir Israel, no con los de quienes desean la paz de dos Estados.

Posan satisfechos, orgullosos de lo progres y solidarios que son, junto a gentuza que quema banderas israelíes y que apedrea la embajada de una nación democrática de siete millones y medio de habitantes rodeada de más de mil millones de enemigos. A la verja que detuvo las carnicerías de los autobuses y los restaurantes la siguen llamando "muro", cuando lo es en menos del 5%. Siguen pues mintiendo, revelando el deseo de la vuelta al estado anterior, el de desprotección absoluta de los israelíes frente al terrorismo suicida. La manifestación antijudía de Madrid ha incurrido en las dos ignominias paralelas de acusar a Israel de genocidio y de servir un tanto propagandístico impagable a Hamas. Su precedente inmediato estuvo en la manifestación del sábado en Barcelona, donde un embozado esgrimió una pistola a pocos metros del conseller de Interior y del pacifista Lluís Llach. El servicio de orden no llamó a la policía, no identificó al pistolero, no le apartó el pañuelo de la cara, no lo retuvo. Se limitó a rogarle que guardara el arma, y el tipo pudo seguir manifestándose junto a los socialistas y ecocomunistas catalanes. Es difícil creer que el conseller Saura acudiera al acto sin policías. Ninguno intervino cuando apareció la pistola. ¿La consideraron una pistola amiga?

En las pacíficas y ejemplares manifestaciones del PP o de las víctimas del terrorismo, la prensa pone la lupa en busca de una bandera preconstitucional que les permita desacreditar a centenares de miles de personas, cuyo contacto con algún nostálgico franquista los convierte, por lo visto, en fascistas peligrosos y desvirtúa sus exigencias. Pero el problema ya no es el del doble baremo. Es mucho peor. Es la mezcla de gobernantes de izquierda, partidos de izquierda y parásitos de lujo de izquierda, en una sola familia, con el antijudaísmo violento de los que queman banderas, apedrean embajadas y exhiben pistolas.

Fuente: Libertad Digital

Traigamos de vuelta a los sefardíes, por Francisco Segura



Los sefardíes eran españoles de pleno derecho, como cualquier castellano católico. No invadieron España como hicieron los musulmanes, ni debieron ser expulsados nunca de nuestro país, que era el suyo. Aquello si que fue una limpieza étnica, al contrario que la expulsión de los moros, que fue el desenlace habitual de una prolongada guerra contra invasores, que habían llevado a cabo numerosas masacres de la población autóctona. En momentos puntuales de nuestra historia, ciudades costeras o islas españolas fueron igualmente invadidas por bárbaros del norte, que luego también eran expulsados.

No pretendo hacer un recordatorio de datos históricos, que existen. Solo quiero sugerir algunas ideas que me parecen perfectamente plausibles en la España actual, la de Rajoy, Zapatero, Gallardón o PRISA.

Tal vez por la servidumbre del petróleo y del poder corruptor de los petrodólares, o por propio anticatolicismo, Zapatero está inundando a España de norteafricanos y de musulmanes en general, que no van a traer más que problemas graves innecesarios. No es que vengan los africanos, es que los atrae con sus “papeles para todos”. Mientras que en las provincias vascas se practica una suerte de limpieza étnica contra los españoles no nacionalistas, parece estar llevándose a cabo, en todo el territorio nacional, una discriminación positiva de lo musulmán, quizá como pretendida compensación a su expulsión en el siglo XV, previa reconquista de los terrenos que habían subyugado.

España no tiene que compensar a los moros. Son ellos los que deberían pedirnos perdón por invadirnos y masacrarnos antes y ahora (11M), a la vez que compensarnos económicamente por todo el daño ocasionado.

Corremos el riesgo de que, consciente o inconscientemente, Zapatero nos esté preparando un futuro conflicto armado, un conflicto civil, inundando España de musulmanes y dándoles estatus de privilegio, de casta dominante a la que no se aplica según que leyes, normas o reglamentos. Ya sabemos el nulo grado de integración y de asimilación cultural que tienen los seguidores de esa religión, que creo debería estar prohibida, por la violencia que predican y practican.

En el prolongado acoso islamista contra Israel, el Gobierno de Zapatero se decanta a las claras a favor de los terroristas palestinos y en contra de los judíos. Apoya a los países acosadores o agresores y, seguramente, participa de la opinión de Mahmud Ahmadineyad en su afán de echar a los judíos de Israel, arrojándolos nada menos que a Islandia. ¿Para que se conserven bien con el frío?

Pues bien, si la comunidad internacional es incapaz de proteger la integridad territorial de Israel, ni la física de sus habitantes, si no va a conseguirse paz para los primeros defensores de Occidente, y estos van a seguir siendo criminalizados por defenderse, lo mejor que podríamos hacer, lo más justo, sería invitarlos a instalarse en España previa venta de sus actuales territorios a Siria (es un decir) y previo traslado piedra a piedra de sus lugares santos más significativos. Compensarles por las casas y terrenos que les arrebatamos en su día, con mucho más merecimiento que la ayuda que obtienen muchos pueblos del Estado Alemán que ya no es nazi. Debería ser un objetivo compartido por la ONU y la OTAN, como lo fue el restaurar parte del Israel original después de la 2ª Gran Guerra Mundial. Posiblemente un hecho así permitiría renegociar nuestra posición e influencia en Europa. Seríamos un país mucho más poblado y ejemplar, con más peso, recursos e influencia. Seríamos misericordiosos con un pueblo perseguido y envidiado, que ha sufrido horrores en parte por nuestros antepasados compatriotas.

¿Cómo podría conseguirse la integración de esos millones de israelitas en España?

Por ejemplo, en Cataluña vivían muchos judíos que fueron expulsados injustamente. Que se rasquen los catalanes el bolsillo insolidario y los compensen con largueza y justicia. Que les habiliten colegios que impartan las clases en sefardí. Que el sefardí sea lengua co-oficial en toda España. Que el Estado Español les transfieran terrenos, torres, pazos, barracas, casas solariegas, caseríos, cortijos, playas, sinagogas. A fin de cuentas, sobra oferta inmobiliaria en España y Zapatero no tendría problemas en endeudarnos un poco más aun, con un nuevo fondo, durante unas cuantas generaciones más. ¡Ya puestos! Seguramente sería más justo que llenar de millones los bolsillos a banqueros espabilados, de esos que perdonan créditos a los partidos políticos, para tenerlos comiendo en su personal pesebre.

Traer de vuelta a los sefardíes si que sería una buena alianza con un pueblo civilizado y no la sandez de la alianza con bárbaros islamistas. Integrar a Israel en España si que sería una buena inversión. Turquía recibió buena parte de los judíos españoles expulsados. Les supuso un gran incremento en su desarrollo de todo tipo. Sería una buena forma de evitar la sequía en Murcia o las subvenciones andaluzas. Seguro que tiraban de papiros y legajos propios, hasta encontrar nacimientos de agua olvidados. Seguro que ayudaban a construir desaladoras ecológicas revolucionarias, que permitieran trasladar agua al delta del Ebro y al señor Barreda.

Pero con ser muy importante el desarrollo económico que obtendríamos, nada sería comparable a contagiarnos de su determinación para ser un pueblo libre. Pacífico, pero libre. Aprenderíamos a defendernos contra los moros que nos ha traído Zapatero, que podrían estar esperando su momento para libanizarnos. Ya se permiten portar armas en las manifestaciones pro-palestinas y poner bombas en los trenes de Madrid.

¿Papeles para inmigrantes?… ¿Nacionalidad española?… ¿Quiénes tendrían más derecho que los descendientes de nuestros antepasados judíos?

Tienen derecho a descansar de tanta amenaza, de tanto estrés, ocasionados por haberlos convertido en un pueblo errante. Me resulta indecente que en España se encarcelen alcaldes por manifestarse junto a sus pueblos, contra lo que parecían ser excesos de colectivos gitanos y, sin embargo, se permita cualquier exabrupto, cualquier aberración, cualquier exceso, cualquier evidencia de odio contra los judíos en general, con la excusa de apoyar a pobres palestinos que tiran ¿“petardos”?

Los nacionalistas periféricos españoles, los izquierdistas progres y los islamistas, coinciden en la estrategia: El victimismo y volver las oraciones por pasiva (el acosado es el acosador, el criminal es la victima). Todos ellos usan “la santa indignación” para justificar sus abusos y aberraciones. Practican la excusa del Honor insultado.

Los sefarditas, y los judíos en general, se merecen una resarcisión histórica por parte de España, no así los moros. En consecuencia: ¡Papeles y nacionalidad española para todos los judíos de Israel! ¿Qué mejor deseo de alianza mutuamente beneficiosa, justa y necesaria?

Fuente: Minutodigital (España)

¿Quién libera a los palestinos de Hamás? Editorial de Libertad Digital



Los manifestantes silencian estos crimenes de guerra y, por el contrario, criminalizan unos daños colaterales que sólo tienen de criminal la repugnante utilización que hace Hamás de la población civil como escudo humano.

Al igual que este sábado en varias capitales occidentales, miles de personas se han manifestado este domingo en Madrid contra Israel bajo el cínico lema "Paremos el genocidio en Gaza". A ella han acudido políticos del PSOE, IU, representantes sindicales y, ¡cómo no! conocidos "artistas de la ceja", como Pilar Bardem, Aitana Sánchez Gijón, Verónica Forqué o Juan Diego Botto.

Sin olvidar los jaleos a la intifada, la quema de banderas israelíes o los ataques con piedras a su embajada, esta manifestación, supuestamente pacifista, ha dejado en evidencia toda una hipocresía que, claramente, no hace más que rendir servicio a los terroristas de Hamás que han causado el conflicto.

Para empezar, lo que está haciendo Israel en Gaza no es ningún genocidio, ni siquiera un "proporcionado" ojo por ojo; lo que trata es de neutralizar y acabar con los ataques terroristas de los que viene siendo víctima por parte de Hamás. Lo que ocurre es que esta organización fundamentalista es terrorista hasta cuando se defiende y, lejos de proteger a "su" población civil –tal y como hacen las autoridades israelíes, no sólo con su población–, no duda en exponerla, utilizando la vieja, cobarde y criminal táctica de los "escudos humanos". Al igual que Hizbulá hace dos años, los dirigentes de Hamás instalan deliberadamente sus centros de mando, sus stocks de armas y sus búnkeres en los sótanos de edificios, hospitales, escuelas y mezquitas para que la respuesta militar de Israel, por mucho que trate de evitarlo, cause las mayores víctimas civiles.

Lejos de buscar una "matanza", las autoridades israelíes han permitido corredores humanitarios y han enviado ayuda a la población civil palestina. Asimismo, y en algo sin apenas precedentes en ninguna guerra, unidades del Tsahal han hecho cientos de miles de llamadas telefónicas y sms a los habitantes de Gaza que viven en los edificios y alrededores de los blancos militares. Pese a ello, desgraciadamente, se han producido y se seguirán produciendo daños colaterales; víctimas inocentes, cuya muerte el Estado de Israel nunca ha buscado, pero que Hamás, por el contrario, trata de utilizar propagandisticamente contra los judíos, a los que querría ver, sencillamente, exterminados.

Nuevamente, se hace lamentablemente oportuno aquella máxima de Golda Meyer que decía que "la paz será posible cuando los árabes amen más a sus hijos de lo que nos odian a los judíos". No obstante, hay que insistir que no son los árabes, en general, ni los palestinos, en particular, contra quienes va dirigida la respuesta israelí: son los terroristas de Hamás, que es, según el propio presidente de la Autoridad Palestina, "el principal responsable" de este conflicto.

Si de verdad los manifestantes que han bramado estos días contra Israel, estuvieran de verdad a favor de una paz segura y duradera entre judíos y palestinos, lo que reclamarían es liberar a estos últimos de los terroristas de Hamás. Los peores enemigos de los palestinos son estos dirigentes extremistas y criminales que nunca han querido la paz, que jamás han querido un Estado sino sólo una autocracia que secuestrara a los propios palestinos.

Los que han convocado la manifestación, por su parte, jamás se manifestaron contra los cohetes Qassam y los misiles Grad que Hamás lanzaba y sigue lanzando deliberadamente contra la población civil israelí y que fueron los causantes del conflicto. Los manifestantes silencian estos crimenes de guerra y, por el contrario, criminalizan unos daños colaterales que sólo tienen de criminal la repugnante utilización que hacen los terroristas de la población civil como escudo humano. Tampoco nunca se han manifestado contra las guerras civiles entre palestinos, o contra otras guerras en las que no hayan intervenido Israel o Estados Unidos.

Lo cierto, sin embargo, es que el antisemitismo rampante que, voluntaria o involuntariamente, están inoculando la mayoría de los medios de comunicación con sus sesgadas informaciones, junto al interés del Gobierno por distraer la atención de nuestras crisis domesticas, están sirviendo de carburante a este enorme ejercicio de hipocresía: un repugnante cinismo al que Zapatero ha querido contribuir personalmente este domingo pidiendo sólo a Israel el inmediato alto el fuego.


Objetivo de la operación defensiva: Victoria en Gaza, por GEES



Un objetivo altamente razonable y en apariencia limitado ha resultado ser de una exigencia máxima. Acabar con los disparos de misiles y morteros contra el Sur de Israel representa una métrica de éxito en la operación Plomo Derretido que ha llevado al Gobierno israelí a dar el paso más trascendental en la escalada del conflicto: extender el combate a zona plenamente urbana, a la ciudad de Gaza y a los campamentos de refugiados de su entorno, verdaderas ciudades con décadas de antigüedad. Ese paso, por supuesto, significa también, si se ve coronado por el éxito, completar el espectro de la disuasión israelí, malparada por la experiencia mixta de la llamada Segunda Guerra del Líbano en el verano del 2006. Es un paso difícil y arriesgado. Si no consigue su propósito, el efecto sería el inverso: difundir la idea de que el poder militar de Israel, netamente mejorado desde el 2006, no es capaz de dar cuenta de la tácticas terrorista/guerrilleras de unos adversarios que no sólo no tienen que preocuparse por proteger a su población sino que la sacrifican sistemáticamente como importante baza propia en la guerra propagandística contra el enemigo.

El sábado 10 cayeron 15 cohetes sobre territorio israelí. El número más bajo en las dos semanas de operación densiva. Su valor militar es próximo a cero, su mensaje político es inconfundible: Hamás sigue queriendo la guerra, sigue creyendo que puede ganarla. Su cifra de muertos es su mejor activo. Con el comienzo del combate en áreas urbanas las expectativas de Hamás son que aumente el número de muertos propios, tan rentables en el plano internacional y respecto a los cuales considera tener un aguante ilimitado, y empezar a infligir bajas al enemigo, sin duda en un número muy inferior y solamente a los soldados en el campo de batalla, pero que pronto, espera, rebasarán lo que los israelíes tienen estómago para soportar.

Son dos maneras muy diversas de definir la victoria y ambas considerablemente ambiguas. Ciertamente Hamás se proclamará vencedor en cuanto los israelíes se retiren, sea cual sea el castigo que le hayan propinado, con tal de que quede alguien para empuñar la bandera de la organización. Borrar a Hamás de la faz de la tierra no parece que sea asequible ni que el Estado de Israel se lo haya propuesto. La clave, por tanto, estará en la reacción de los habitantes de la franja. Si sigue contando con su apoyo, sería vuelta a empezar, aunque las condiciones que resulten de la guerra contarán mucho en el cómo, el ritmo y las perspectivas de esa reanudación. No tiene, en absoluto, por qué ser lo mismo.

Para Israel, asumir los riesgos del combate urbano resulta ineludible desde el momento en que todos los disparos contra su territorio se realizan desde zonas densamente pobladas. Aparte de la citada posible y muy deseada ventaja de reverdecer la efectividad de su disuasión frente a las muchas amenazas que se siguen cerniendo sobre el futuro del país, este grave riesgo le proporciona una oportunidad en el fondo mucho más relevante que suprimir los lanzadores de misiles: ir a por las guaridas del aparato político y militar de Hamás, inalcanzables desde el aire. Pero junto al agobiante problema del nivel de bajas, propias y sobre todo ajenas, que Israel no puede soportar indefinidamente, la realidad es que la supresión de la amenaza misilística, en agravación continua con el paso del tiempo, reside en la eliminación del aprovisionamiento de las armas que llegan de Irán, Siria o el Líbano a través del Sinaí, por los doce kilómetros de frontera entre la franja y Egipto, el llamado corredor Philladelphi, agujereado por un millar de túneles, lo cual implica otra expansión de las operaciones israelíes y otra serie de dilemas. Definir lo que es victoria no es, pues, tan sencillo.

Fuente: Libertad Digital

Hamás quiere destruir a Israel, por Clifford D. May


Probemos con esta idea: imagínese que Hamás anunciara que inmediatamente renunciará a lanzar misiles contra Israel, que no habrá ataques de ese tipo en el futuro, y que liberará a Gilad Shalit, el soldado de Israel secuestrado hace más de dos años y medio y al que mantienen incomunicado desde entonces (ni siquiera se permite que la Cruz Roja le visite). ¿Qué sucedería entonces?

Los israelíes moderados ejercerían presión sobre su Gobierno para que hiciera un gesto recíproco: detener los ataques aéreos contra los centros de comando y control de Hamás, sacar a los terroristas palestinos de cárceles israelíes y poner en marcha negociaciones de paz serias.

Pero cualquiera que sepa algo sobre Hamás también sabe que un panorama así es inimaginable. Hamás se creó para luchar y ganar guerras santas, no para buscar la paz y cantar kumbayá con los infieles. Hamás quiere un Estado palestino en el lugar de Israel, no al lado de Israel. Y para Hamás, prevenir la matanza palestina no es una prioridad. Esto no es una calumnia, es un hecho. Como el parlamentario de Hamás Fathi Hamad dijo elocuentemente: "Deseamos la muerte como ustedes desean la vida".

En 2005, los israelíes emprendieron un experimento en la vida real. Pensaron: "Los palestinos tienen una reivindicación: nuestra ocupación de Gaza y Cisjordania, aunque en realidad administramos esos territorios como consecuencia de una guerra puesta en marcha para aniquilarnos. Pero si nuestra presencia provoca violencia, veamos cuáles son los resultados de nuestra ausencia". Ese verano, Israel retiró a cada uno de sus soldados y colonos de Gaza. Pero les dejaron en pie los invernaderos.

Los palestinos podrían haber respondido usando esos invernaderos para cultivar flores para la exportación. Podrían haber construido fábricas, escuelas, hospitales y hoteles a lo largo de sus playas mediterráneas. Si ésa hubiera sido su elección, los israelíes moderados seguramente habrían hecho otras concesiones, por ejemplo, desarraigar a los israelíes de Cisjordania y ofrecer negociar la división de Jerusalén.

En lugar de esto, claro está, los palestinos destrozaron los invernaderos y pusieron a Hamás a cargo de Gaza. Desde entonces, Hamás no ha hecho nada para estimular el desarrollo económico. Sin embargo, sí se ha lamentado de la indigencia creciente de la Gaza desocupada –culpando a Israel de esa indigencia por "tenerla sitiada"– y exigiendo que se le dé ayuda, especialmente Israel, que se la ha dado (al igual que Estados Unidos) incluso cuando los misiles han seguido cayendo.

Ya deberíamos haber entendido que cuando los funcionarios de Hamás juran luchar contra la "ocupación", se están refiriendo a todo territorio en el que los israelíes ahora ejercen la autodeterminación. Osama Hamdan, representante de Hamás en el Líbano, dijo: "Nuestra meta es liberar toda Palestina, desde el río [Jordán] hasta el mar [Mediterráneo]...". De forma similar, Mahmud Zahar, representante de Hamás ha dicho: "No reconocemos al enemigo israelí, ni su derecho a ser nuestro vecino, ni de permanecer, ni su propiedad sobre centímetro alguno de tierra".

Ésta no es una simple postura de negociación de la que pueda salir un compromiso una vez que los diplomáticos gestionen las reuniones. Más bien se trata de una convicción religiosa. El artículo 11 de la Carta Fundacional de Hamás especifica inequívocamente que "la tierra de Palestina es un un Waqf [don] islámico consagrado para futuras generaciones musulmanas hasta el Día del Juicio Final. Nadie puede renunciar a ella o a parte de ella, tampoco abandonarla por completo o parte de ella".

En la opinión de Hamás, un musulmán debe cumplir su deber y luchar la guerra por la destrucción de Israel. Alternativamente, un musulmán puede eludir ese deber. No hay tercera opción.

Probemos con una idea final: imagínese que Hamás alcanza su meta y logra algún día borrar a Israel del mapa. ¿Sería ése el final del conflicto mundial emprendido por los militantes islamistas?

¿O no será más bien que se sentirían llenos de energía y envalentonados los jomeinistas de Irán –los principales benefactores de Hamás–, al-Qaeda, los talibanes, el Lashkar-e-Taiba y grupos similares? Habiendo vencido al "Pequeño Satán", ¿qué probabilidad habría de convencerlos de que dejasen de enfrentarse al "Gran Satán" en la búsqueda del poder y la gloria que creen merecer?

Por el contrario, si Israel puede dar un golpe que inutilice a Hamás, la misión de los yihadistas militantes parecería haber perdido la autorización Divina. Como mi colega, el historiador Michael Ledeen, ha observado: "Nada es más devastador para un movimiento mesiánico que su derrota".

©2009 Scripps Howard News Service
©2009 Traducido por Miryam Lindberg

Clifford D. May, antiguo corresponsal extranjero del New York Times, es el presidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias, institución investigadora dedicada al estudio del terrorismo.

Fuente: Libertad Digital

Desproporcionada reacción de los medios contra Israel



Si alguien está usando un arsenal de desproporcionada reacción contra Israel, son los medios de comunicación internacional. Su artillería pesada está masacrando diariamente a todo un pueblo y nación, Israel.

Afirma José I. Rodríguez que la bajeza moral de dichos medios es tan evidente como su anti judaísmo. La aviación mediática de la prensa y los medios internacionales, están promoviendo el racismo, la xenofobia y el antisemitismo contra toda una nación. No se ha visto en la historia, tanta histeria y desproporcionada reacción crítica contra un pueblo.

Estamos absolutamente aterrorizados con las bombas y misiles de la aviación mediática. Cada hora, cada día, cada semana y cada mes, descargan miles y miles de “bombas de racimo” contra las conciencias de millones de personas en el mundo entero. Están sembrando el odio asesino contra los judíos, los israelíes y sus amigos, que por cierto también somos muchos millones. Cada “bomba de racimo” de la mencionada aviación internacional, MICA ( Medios Internacionales de Confrontación Antijudios) está intentando arrasar todo atisbo de equilibrado entendimiento de la situación bélica por la que pasa Israel.

Estamos bajo la descarga de miles de toneladas de tinta, papel y medios audio visuales, que tratan de ahogar la verdad y ocultar la realidad de lo que está pasando. Somos conscientes de que tenemos una lucha contra los poderosos medios de comunicación, que dirigidos por una misma mente mundial, atentan contra el único pueblo, que tiene que defender cada día su legítima existencia.

Además las asociaciones “humanitarias” de todo tipo, lejos de ser ecuánimes con todos los humanos, incluidos los israelíes, se muestran absolutamente parciales y deshumanizados contra los civiles de Israel. ¡Que humanos son con los terroristas y que terroristas son con los humanos israelíes!

Es incomprensible para aquellos que tenemos que levantarnos cada día, para ganar el pan con el sudor de nuestra frente, que la MICA reciba dinero para difamar y promover el odio racista contra Israel. Es inconcebible que bloques de naciones, aporten miles de millones de euros, para seguir manteniendo y justificando el terrorismo internacional con sus ambiguas posturas, que justifican los ataques terroristas contra Israel y que critican con desproporcionada reacción; la proporcionada defensa de los ciudadanos israelíes, por parte de su legítimo y democrático gobierno, por cierto único en la zona.

La lucha es realmente desigual y francamente desproporcionada contra Israel, su gobierno y sus cuidadanos, los cuales están en peligro de ser agredidos e incluso asesinados, por la desproporcionada reacción de los medios de comunicación en general y sus continuos bombardeos mediáticos. Dentro de esos medios, aun se levantan voces y reacciones proporcionadas, pero son pocas comparadas con el resto de aquellas que critican con visceral e injustificado odio a Israel.

Si el ejército de Israel, usara de verdad una desproporcionada reacción contra los terroristas, no quedaría ni un edificio en pie, ni un rastro de vida en más de una franja, dictatorial y terroristamente controlada por los islamistas. Todas las victimas de una guerra son en principio lamentables, se produzcan en uno u en otro lado de la misma, pero cuando esas victimas son usadas como escudos humanos por los terroristas de Hamás, son además de victimas moneda de cambio manchada de sangre, para comprar conciencias antijudías.

La verdadera y proporcionada verdad, es que los terroristas de Hamás disparan sus misiles (sean del alcance que sean) contra población civil sin previo aviso. La verdadera y proporcionada verdad es que el ejercito de Israel, avisa con suficiente tiempo a toda la población (civiles y combatientes terroristas) que va a bombardear una zona u objetivo, que Hamás utiliza como almacén de armas o como guarida.

La verdad es que Israel ha decretado unilateralmente una tregua de tres horas diarias, para que entre más ayuda humanitaria, la cual siempre ha entrado.

La verdad es que Hamás utiliza dicha tregua para atacar al ejército de Israel. La verdad es que Egipto avisó a Hamás de que si continuaban atacando a Israel, estos no les iban a mandar flores. La verdad es que Hamás nunca ha parado de sembrar el terror entre los civiles de Israel y entre sus propios hermanos de Al Fatah y compatriotas palestinos, a los cuales masacró fraternalmente, hace muy poco tiempo.

Podríamos decir muchas más verdades, pero solo una verdaderamente trascendente; Israel tiene un Escudo que por mucho bombardeo mediático que reciban, nadie podrá quitar. La esperanza de Israel, no está en su efectivo ejército exclusivamente, al cual deberían temer y respetar sus enemigos; sino en el Escudo Invisible que les protege contra toda amenaza, real o digital. "Israel, ¡confía en Dios! Él es tu ayuda y tu Escudo. (Salmos 115.9).

Fuente: Periodista Digital

Miles de británicos se manifiestan en apoyo del Estado de Israel



Miles de británicos amigos de Israel y judíos se manifestaron hoy en el centro de Londres para mostrar su apoyo al Estado de Israel en su operación militar de defensa contra los terroristas de Hamas, al tiempo que culparon del conflicto al grupo fundamentalista islámico.

El embajador israelí en Londres, Ron Prosor, aprovechó la oportunidad para pronunciar un discurso donde dijo: "El objetivo básico del pueblo de Israel es que se le permita vivir en paz, sin violencia, sin miedo y sin terrorismo".

"En lugar de transitar por el camino de la paz, Hamás ha llevado a su gente por la calle sin salida de la guerra".

Prosor agradeció la solidaridad con el pueblo de Israel, "cuyas vidas se han visto amenazadas por misiles en los últimos ocho años", y con la IDF (fuerza de defensa israelí), que "arriesgan su vida para proteger nuestro estilo de vida".

El rabino Henry Grunwald, declaró: "Estamos aquí porque creemos en la paz, porque creemos en la vida y queremos paz en la vida", afirmó.

Fuente: EFE

La labor informativa de la prensa, por Samuel Auerbach



El constante bombardeo de la prensa española sobre Israel y su ejército, no ha hecho otra cosa que enardecer gran parte del pueblo español, que, sumado a los tradicionales grupos antijudíos, exige con dureza que Israel detenga sus acciones en Gaza, sin pedir que Hamás detenga las suyas.

Si fue Hamás quien atacó primero, tiene que ser Hamás el primero en cesar el fuego. Eso la prensa lo entiende como lo entendería el menos capaz, pero no lo insinúa, demostrando su tendenciocidad y antisemitismo con que los estimula. Hamás no detiene su fuego en la esperanza de que la prensa antisemita del mundo, con sus fotografías, filmaciones y parcialidad, consiga que fuerzas efectivas se trepen a su tren y los salve de su inminente derrota.

Pero Israel, fiel a la integridad de su país, no detiene su labor hasta ver a sus hijos seguros. El progrom que Hamás proclama en su carta magna, está mal ubicado en el tiempo. Se olvida que el pueblo de Israel, los judíos que hoy allí viven, no son los que se defendían de los azotes con las manos en la cara y torciendo su cuerpo, no son los que iban a la muerte como corderos al matadero. Y si lo olvidaron, el ejército de Israel se los hace recordar en la forma en que los terroristas aprenden sus lecciones.

Israel seguirá sus acciones y mantendrá su operación de defensa militar hasta estar seguro que Hamás no tenga las posibilidades de reanudar sus hostilidades y provocar otra guerra. Lo está consiguiendo: los 200 proyectiles diarios que lanzaban, se redujeron a 30. Y cuando se reduzcan a cero, Israel detendrá su contraataque, sin descuidar los medios y medidas a su alcance para evitar su rearme.

Fuente: La Vanguardia

Israel paga el precio de todo el odio común, por Fiamma Nirenstein (diputada italiana)


Terrorista "disfrazado de civil" en ataque. Seguro engrosará la lista de "víctimas civiles" cuando sea detectado lanzando misiles.
Dice en árabe se trata del comandante Muhammad Salamah Hallas.

Da mucho que pensar el hecho de que el odio contra Israel se haya manifestado desde el sábado de la entrada del ejército en Gaza por tierra. Criticar una guerra es normal, combinar realidad y odio, no. La crítica en tiempo de guerra es normal. Se critica a la India y a Pakistán por el conflicto de Cachemira, se critica a España en lo referente a los vascos, se critica a los chechenos de Rusia y a los ingleses en el período de acusado conflicto con Irlanda. ¿Pero cuál de estos países ha sido objeto alguna vez de acusaciones permanentes de ser un país racista, agresivo, ávido de sangre de niños, Nazi?

Quizá solo Estados Unidos sea perseguido por el estigma permanente. Pero ningún país, excepto Israel, es objeto del odio constante a cuenta del conflicto en el que se encuentra: ningún otro país ve cuestionada su existencia en los debates, ningún otro país ve puesta en duda su legitimidad, ningún otro país ve sus líderes sistemáticamente satanizados, ningún otro país ve a sus soldados tachados de asesinos, ningún otro país ve a sus líderes representados con sangre en los periódicos y televisiones de todo el mundo.

Esto no tiene nada que ver con manifestarse contra la guerra, y tiene todo que ver con la mentira y con el antisionismo que el Presidente Giorgio Napolitano denuncia como forma de antisemitismo oculto. ¿Dónde estaban hace un año?

Desde las operaciones terrestres se multiplican por toda Europa las manifestaciones con pancartas deseando la muerte de Israel, como en Londres; asediando las embajadas de Israel, como en Bélgica; los comentarios como los de Erdogán que, aparentemente fascinado con Ahmadinejad, ha anunciado que Israel está a punto de desaparecer; se adoptan las posiciones de los intelectuales y los periodistas que anuncian someter a Israel a un Tribunal Internacional que no ve denunciados nunca los crímenes de Hamás. Nadie presiona a Hamás para poder salvar al menos a su población en una tregua durante la que no lance misiles. Tampoco se ve con buenos ojos que Mubarak haya sugerido a Sarkozy no detener a Israel: es un paso importante por parte del Egipto moderado que lucha contra el terrorismo. Nadie observa que de las operaciones salió un viaje de Hamás a El Cairo, en contra de las pretensiones iraníes que el pasado noviembre habían hecho que Hamás plantara a Mubarak y Abú Mazén.

La realidad es un simple espectro, la fantasía difusa de una operación feroz e inútil. Y realmente inútil no es: Hamás, un peligro público internacional, pierde terreno y sabemos a estas alturas que busca un medio de acabar con esto sin llamar la atención. Es curioso que aunque Sarkozy había afirmado que la guerra no sirve a los intereses de Abú Mazén, la realidad apunte todo lo contrario. Las operaciones terrestres son rápidas, peligrosas y sinceras en su cuerpo a cuerpo, proporcionan muchas detenciones (que se realizan) y se encuentran frente a frente con el enemigo. En Jenín, donde llevamos a cabo la misma fantasía satanizante y se denunció la masacre de 500 palestinos, Israel pagó con la vida de 24 soldados, frente a 35 palestinos. El sábado por la noche los soldados combatían casa por casa en estancias y galerías que sirven de posiciones armadas y minadas, en la calle bajo fuego de francotirador, en edificios con explosivos accionados a distancia o en emboscadas. Los poblados vecindarios de Hamás y el uso de los civiles dificultan las operaciones. Hamás combate con dureza, bien armado y preparado, aunque se está retirando lentamente.

Israel entero, padres esposas e hijos se ahogan de ansiedad, con misiles cayendo sobre ciudades israelíes y hospitales llenos de heridos. Comienza la tragedia usual entre los jóvenes, los padres que entierran a sus hijos, y emerge el recuerdo de los parientes de los desaparecidos, pero también la determinación de defender a su país y su familia a cualquier precio. Herido en una pierna, el soldado Golani Avi Peleg pide el alta para volver a su unidad. El hermano pequeño de un soldado árabe druso que fue el primero en caer, Yussef Mu'adi, decía llorando “Era un soldado valiente, quería ir con sus Golani. Espero que sea el último en caer”. Yonatan Netanel, con un hijo de 4 meses, llamaba a su esposa momentos antes de morir para decirle “Estoy bien. No te preocupes de nada”. El hermano de Nitai Stern, cadete de 21 años, decía: “Si hubiera sabido lo que le esperaba, me habría ido también”. El sábado por la noche, la división Golani en particular, los israelíes registraron 60 heridos (hasta última hora de la noche) y cinco muertos.

El apoyo de la artillería y de la aviación es peligroso tanto para el enemigo, como en la tragedia de la escuela de la UNRWA, como para el ejército israelí, que ha registrado cuatro muertos por fuego amigo. Se puede ver en las operaciones por tierra lo mucho que los israelíes están dispuestos a arriesgar para poner fin a una situación que llevan ocho años soportando. La piedad, las aspiraciones de paz, por encima de todo, son las responsables de esta guerra cuando uno se enfrenta a un enemigo que representa el terrorismo y la jihad. Lo que sorprende en su lugar es este nuevo giro del libelo de sangre judío, sediento de la propaganda árabe donde antes fueron libros arcaicos.
Estaría bien que esta vez los europeos, entrenados por nuestras propias experiencias, pudiéramos evitarlo.

Fuente: ABC (España)

El enemigo del Pueblo Palestino. Debate sobre la guerra en Libertad Digital

En Israel lloramos por Curiel, por Gustavo Daniel Perednik



Quienes acusan a Hamas de la guerra en Gaza ya no son sólo Canadá, Chequia, Alemania y otros países amigos, sino los palestinos mismos, o esa parte de ellos que no quieren vivir bajo un régimen que amputa las manos de quien roba.

Mientras escribo estas líneas escucho por la radio que la Autoridad Palestina da su bienvenida a la propuesta de cese de fuego de la ONU (9-1-09), y pide a Hamas que deje de usar cínicamente la sangre inocente de palestinos. Sí, leyó bien el lector: quienes acusan a Hamas de la guerra en Gaza ya no son sólo Canadá, Chequia, Alemania, y otros países amigos, sino los palestinos mismos, o esa parte de ellos que no quieren vivir bajo un régimen que ampute las manos de quien robe, decapite a herejes, azote a quien beba alcohol, permita golpear a las mujeres y asesine a quien se desvíe de las normas sexuales del Islam. Son los palestinos que quieren vivir en un Estado independiente, laico y en paz, quienes rechazan seguir acusando a Israel de todos los males, y piden que se detengan… los misiles de Hamas contra nuestra población civil, judía y árabe por igual.

Lo primero que cruza mi cabeza es: y si los mismísimos palestinos laicos rechazan a Hamas, ¿quién, además de los fundamentalistas islámicos, saldrán en su defensa? Los neonazis, seguramente. Y luego están quienes como Enrique Curiel hacen comentarios a mi juicio judeofóbicos.

¿Cómo hará para defender a Hamas y a los diez mil misiles que lanzó durante ocho años (y sigue lanzando hasta hoy) contra los civiles israelíes, mientras dicho grupo terrorista pregonaba (y sigue pregonando hasta hoy) la obligatoriedad de matar a todos los israelies? Pues, en primer lugar, niega el Holocausto. Quien compare todo conflicto entre dos grupos armados, cualquier conflicto, con el asesinato sádico y sistemático de seis millones de judíos atrapados en Europa, niega el Holocausto por banalización.

Si el hecho de que Israel se defienda de Hamas es equiparable al genocidio nazi, entonces, lector, no hubo Holocausto. Su segundo paso es más habitual: mentir, y mentir sin vergüenza sobre las metas de Israel, sobre los discursos de sus líderes. No menciona que Albert Einstein fue un gran y activo sionista, y que así lo dejó registrado en sus acciones y en su obra escrita. En vez de ello, inventa que Ben Gurión “quería construir un Gran Israel”.

La mentira continúa. ¿Cuál es el objetivo de Israel? ¿Defenderse de Hamas? No, no podría ser porque los judíos somos crueles. Según Curiel, nuestra meta es “expulsar a los palestinos de su tierra”. Qué extraño, responde la lógica. Además de no haberse enunciado nunca, si esa fuera nuestra meta oculta, podríamos preguntar cómo nuestro poderoso ejército no lo haya logrado. No sólo no los expulsamos, sino que la población palestina ha crecido a las tasas más altas, y se ha constituido, gracias a Israel, en la única población árabe del Oriente Medio con libertad de expresión, jueces, partidos, prensa y diputados libres.

¿A quién exactamente queremos expulsar? ¿Sabe usted que el único que sostiene que se debe “echar al mar” a una población de millones, es precisamente Hamas? Le recomiendo que, en vez de dar rienda suelta a su odio, sencillamente lea la plataforma de esa agrupación y los discursos de sus líderes. A diferencia de usted, ellos no ocultan nada. Uno de ellos, su lamentadísimo mártir Nizar Rayyan, mandó a uno de sus hijos a suicidarse para matar niños judíos, y pedía la eliminación de todos los judíos dondequiera se hallaren. Rayyan, un bendito como el jeque Yassin, llegó a presumir de ser el inventor de usar a mujeres y niños como escudos humanos.

Tercer método del susodicho: volcar sus cocodrilescas “lágrimas por Gaza”, sin nunca esbozar siquiera un sollozo menor por alguno de los centenares de niños israelíes asesinados por Hamas en nuestras escuelas o en fiestas de cumpleaños, ni por alguno de los centenares de adolescentes acribillados en discotecas o escuelas talmúdicas sólo por ser judíos. Llore un poco por toda la humanidad, señor Curiel, y podremos creerle un poquito cuando llore por Gaza.

La verdad dista sideralmente de su propaganda. La contraofensiva israelí se ha lanzado con el apoyo de todos los sectores de la sociedad israelí, debido a que ocho años de misiles de Hamas colmaron nuestras posibilidades de seguir aguantando. A Curiel nunca le perturba ninguna agresión antiisraelí; a una buena parte de la prensa española tampoco. Se llenan la boca de insultos contra la sociedad más libre y democrática de la región, y agotan todos los gestos de comprensión para con los sectores más retrógrados del planeta. Pobres mentirosos. Da ganas de llorar por ellos.

Fuente: Xornal (Galicia, España)

Vivir y morir en Palestina,Israel sólo pretende frenar los ataques de Hamas. Por Carlos Alberto Montaner



A los israelíes los acusan de tener pocos muertos y heridos en el enfrentamiento con Hamas. Quienes así razonan suelen utilizar las palabras “desproporción” o “asimetría” en un tono indignado. Mientras varios centenares de palestinos árabes han perecido o resultado lesionados debido a los bombardeos, las bajas israelíes son apenas una docena.

Esta demanda de “proporcionalidad” no deja de sorprender. Hasta el surgimiento de este conflicto los libros de historia nacional siempre habían mostrado satisfacción y cierto orgullo chovinista cuando el ejército propio conseguía infligirle al enemigo un alto número de bajas frente al escaso precio pagado por “los nuestros”. Israel es el único país del que se espera un comportamiento diferente, y lo tiene: no conozco otra nación que avise dónde y cuándo va a bombardear para que los civiles evacuasen el territorio. Conducta, por cierto, en la que también actúa asimétricamente, pues los terroristas de Hamas nunca avisan cuándo o dónde van a lanzar sus cohetes contra las poblaciones civiles judías.

Israel, en cambio, no tiene interés en causar víctimas. Todo lo que pretende es frenar los ataques de Hamas de la única manera a su alcance: eliminando a los terroristas y destruyendo los arsenales que poseen. No hay otra forma de enfrentarlos. Hamas no es una organización política con la que es factible llegar a acuerdos, sino una banda fanática decidida a erradicar del mapa a Israel, objetivo por el que sus miembros están dispuestos, incluso, a convertir a sus propios hijos en bombas humanas.

Esta es otra asimetría muy importante. Los judíos construyen refugios bajo tierra en todas las casas cercanas a las fronteras, cierran las escuelas y esconden a los niños ante el menor peligro, viven como una tragedia nacional la muerte de un solo soldado, hacen todo lo posible por rescatar a sus prisioneros y protegen a la población civil de las consecuencias de la guerra. Las autoridades de Gaza, a contrario sensu, borrachas de violencia, disparan al aire irresponsablemente sus ametralladoras para mostrar alegría o tristeza (provocando numerosos heridos), no vacilan en montar sus cuarteles u ocultar sus armas en escuelas, mezquitas y hospitales, utilizan escudos humanos para protegerse, recurren a terroristas suicidas y premian con dinero a las familias de estos “mártires”.

¿Por qué esa diferencia? Probablemente, por razones religiosas. La visión de la muerte y del dolor varía entre las culturas. En el mundo árabe, o al menos entre sus segmentos más fanáticos, la guerra contra el infiel es un deber, el martirologio es un honor y una oportunidad para que los varones más agresivos y peleadores puedan ganarse un cielo lleno de sensualidad, vino y hermosas mujeres. De ahí el escaso valor que le conceden a la vida. Por eso no ponen el menor empeño en proteger a la sociedad de los rigores de la guerra, ni les importa el dolor que pueden causar cuando un terrorista se inmola dentro de un autobús escolar lleno de niños judíos.

Fuente: El Periódico (Guatemala)

 
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