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Vivir y morir en Palestina,Israel sólo pretende frenar los ataques de Hamas. Por Carlos Alberto Montaner



A los israelíes los acusan de tener pocos muertos y heridos en el enfrentamiento con Hamas. Quienes así razonan suelen utilizar las palabras “desproporción” o “asimetría” en un tono indignado. Mientras varios centenares de palestinos árabes han perecido o resultado lesionados debido a los bombardeos, las bajas israelíes son apenas una docena.

Esta demanda de “proporcionalidad” no deja de sorprender. Hasta el surgimiento de este conflicto los libros de historia nacional siempre habían mostrado satisfacción y cierto orgullo chovinista cuando el ejército propio conseguía infligirle al enemigo un alto número de bajas frente al escaso precio pagado por “los nuestros”. Israel es el único país del que se espera un comportamiento diferente, y lo tiene: no conozco otra nación que avise dónde y cuándo va a bombardear para que los civiles evacuasen el territorio. Conducta, por cierto, en la que también actúa asimétricamente, pues los terroristas de Hamas nunca avisan cuándo o dónde van a lanzar sus cohetes contra las poblaciones civiles judías.

Israel, en cambio, no tiene interés en causar víctimas. Todo lo que pretende es frenar los ataques de Hamas de la única manera a su alcance: eliminando a los terroristas y destruyendo los arsenales que poseen. No hay otra forma de enfrentarlos. Hamas no es una organización política con la que es factible llegar a acuerdos, sino una banda fanática decidida a erradicar del mapa a Israel, objetivo por el que sus miembros están dispuestos, incluso, a convertir a sus propios hijos en bombas humanas.

Esta es otra asimetría muy importante. Los judíos construyen refugios bajo tierra en todas las casas cercanas a las fronteras, cierran las escuelas y esconden a los niños ante el menor peligro, viven como una tragedia nacional la muerte de un solo soldado, hacen todo lo posible por rescatar a sus prisioneros y protegen a la población civil de las consecuencias de la guerra. Las autoridades de Gaza, a contrario sensu, borrachas de violencia, disparan al aire irresponsablemente sus ametralladoras para mostrar alegría o tristeza (provocando numerosos heridos), no vacilan en montar sus cuarteles u ocultar sus armas en escuelas, mezquitas y hospitales, utilizan escudos humanos para protegerse, recurren a terroristas suicidas y premian con dinero a las familias de estos “mártires”.

¿Por qué esa diferencia? Probablemente, por razones religiosas. La visión de la muerte y del dolor varía entre las culturas. En el mundo árabe, o al menos entre sus segmentos más fanáticos, la guerra contra el infiel es un deber, el martirologio es un honor y una oportunidad para que los varones más agresivos y peleadores puedan ganarse un cielo lleno de sensualidad, vino y hermosas mujeres. De ahí el escaso valor que le conceden a la vida. Por eso no ponen el menor empeño en proteger a la sociedad de los rigores de la guerra, ni les importa el dolor que pueden causar cuando un terrorista se inmola dentro de un autobús escolar lleno de niños judíos.

Fuente: El Periódico (Guatemala)

 
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