La crítica a Israel es lo fácil, lo políticamente correcto, lo que expía las almas de los progres occidentales. El gran problema de partida es la pretendida y supuesta equivalencia moral, para algunos, entre Hamás e Israel. Precisamente esto, es lo que ha llevado al Presidente del Gobierno y a su Ministra con esmoquin y altísimos tacones, supongo que con la absurda y arcaica pretensión de ponerse a la «altura de los hombres», a situarse del lado más cercano a los palestinos, sobre la base del supuesto uso desproporcionado de la fuerza por parte del ejército de Israel.
Israel es un gran país, un Estado democrático y de derecho, de profundos valores y convicciones, que si realmente hubiera actuado sin escrúpulos en Gaza como por ejemplo lo ha hecho Rusia en Georgia, Chechenia o en media Europa «matándola» de frió, no advertiría por escrito y con llamamiento previo para prevenir de los objetivos que piensa bombardear.
El artículo 51 de la ONU, que reserva el derecho a toda nación a la defensa contra ataques armados, fue concebido para regular conflictos entre países y, por lo tanto, difícilmente se puede aplicar a la lucha entre un Estado y una guerrilla. Según el principio de proporcionalidad que algunos reclaman a Israel en esta guerra podríamos con cierto cinismo: ¿Tendría Israel que esperar a que Hamas tenga una capacidad militar similar a la suya, gracias a las armas que Irán, La Hermandad Musulmana de Egipto, Al Qaeda y otras organizaciones islamistas le proveen? ¿O mejor sería que Israel luche con los mismos métodos de Hamas bombardeando deliberadamente objetivos civiles y ejecutando atentados suicidas? ¿Quizá Israel deba exigir a sus ciudadanos del sur no ir a los refugios antiaéreos cuando Hamas lanza cohetes para que haya una proporcionalidad de víctimas inocentes en ambas partes, y así, el mundo de su consentimiento a la operación militar en Gaza?
Estas preguntas retóricas tienen la finalidad de desmontar el absurdo argumento de la proporcionalidad que no es aplicable para un conflicto que, por sus características, jamás fue proporcional, como no lo son la mayoría de los que hoy ocurren en el mundo.
¿Qué le sugieren a Israel aquellos que ahora la critican para detener a un grupo terrorista como Hamas, que explícitamente predica su destrucción total? ¿Quizá, que haga gestos que demuestren que está dispuesto a otorgar a los palestinos soberanía, gradualmente, sí ellos demuestran que pueden ser buenos vecinos? Eso ya se hizo en el 2005 y por primera vez los palestinos tuvieron un territorio con continuidad territorial en Gaza para gobernarse a sí mismos luego de la retirada unilateral de Israel. Si se les hubiese otorgado soberanía marítima y aérea en ese entonces, entonces, ¿hoy Hamas estaría en paz con Israel o dispondría de armas sofisticadas, e incluso aviones, para atacarla?
A ningún país le exigen como a Israel que se contenga en su capacidad disuasiva para intentar acabar con un status quo insostenible. Es por eso que el gobierno de Jerusalén decidió ejecutar la actual operación militar en Gaza con la intención de acabar, de raíz, con el terrorismo de Hamas.
Hay muchos cuestionamientos a Israel por la lamentable muerte de muchos palestinos inocentes, aunque, según el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, el gobierno egipcio, varios líderes mundiales como Sarkozy y Merkel, son responsabilidad exclusiva de Hamas. Entonces, ¿no sería también el momento de hacer cuestionamientos a este grupo terrorista?
En el nombre de la utópica proporcionalidad, hagamos preguntas adicionales: ¿Y si Hamas se hubiese dedicado a construir escuelas, industrias y a generar empleos, en lugar de gastar el poco dinero que recibía de la comunidad internacional para comprar armas y prepararse para una guerra urbana, ocurrirían los trágicos eventos del presente? ¿Y si en lugar de hacer túneles en la frontera con Egipto para contrabandear armas, hubiesen hecho refugios antiaéreos, como Israel, para proteger a los civiles durante la “guerra santa” que dicen ejecutar? ¿Y si hubiesen recibido, luego de la retirada de Israel de Gaza, los tractores que le prometieron los saudíes, los médicos y equipos modernos de cirugía que ofrecieron los kuwaitíes, los edificios que arquitectos de Indonesia proyectaron levantar?
El odio ilimitado de Hamas, que no le permite reconocer la existencia de un Estado Judío en ningún milímetro del Medio Oriente, es el origen de la desproporción que causa que se dedique más recursos – económicos, políticos y humanos - al sueño de destruir a Israel que al de construir Palestina. Esa es la más trágica de todas las desproporciones, por la cual hoy, mueren cientos de civiles en Gaza.
Fuente: Agencia de Noticias Orbita (Perú)