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El socialismo de los imbéciles, por Demetrio Boersner



Friedrich Engels, el fiel y brillante amigo, colaborador y sucesor de Karl Marx en la formulación del socialismo científico y la fundación y dirección del movimiento obrero internacional, fue preguntado en 1890 por un ciudadano austríaco, si no sería conveniente incluir el Antisemitismo (rechazo y odio a los judíos) en el programa de los socialistas del país.

El gran revolucionario le replicó, en una carta escrita el 21 de marzo de 1890 y publicada en la Arbeiterzeitung del 09-05-1890, en los términos siguientes:

“El antisemitismo no es más que la reacción de los estratos medievales y decadentes de la sociedad contra la sociedad moderna…; bajo una máscara de socialismo aparente sólo sirve a intereses reaccionarios; es una variedad del socialismo feudal, con el cual no podemos tener nada en común.

“Además, el antisemitismo falsea totalmente la realidad. Ni siquiera conoce a los judíos que vilipendia. De otro modo sabría que en Inglaterra y en América, gracias a los antisemitas de Europa Oriental, y en Turquía gracias a la Inquisición Española, existen millares y millares de proletarios judíos y que estos trabajadores judíos son en realidad los peor explotados y más desgraciados de todos. Aquí en Inglaterra hemos tenido tres huelgas de trabajadores judíos durante los pasados tres meses, ¡y después de esto nos piden que acojamos el antisemitismo como forma de lucha contra el capital!...

“Marx era judío de pura cepa”.

“En suma, el antisemitismo es el socialismo de los imbéciles”.

Es útil recordar este texto de Engels, como es bueno recordar que buena parte de la dirigencia tanto comunista como socialdemócrata de la primera mitad del siglo veinte era judía: Kautsky, Bernstein, Rosa Luxemburgo, Viktor Adler, Trotsky, Kamenev, Zinoviev, Radek, Lunacharski, León Blum, y pare de contar. En la URSS, el antisemitismo era un crimen penado de prisión o hasta de muerte. El Ejército Rojo soviético (y no el norteamericano, como equivocadamente lo afirmó un gran diario caraqueño) liberó a Auschwitz y salvó a sus sobrevivientes. Stalin sólo tuvo achaques antisemitas en su avanzada vejez, senil y paranoica.

Ante tal panorama, es asqueroso el espectáculo de un antisemitismo desencadenado en sectores venezolanos que se dicen de “izquierda”.

Fuente: Analítica (Venezuela)

 
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