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El próximo primer ministro de Israel ya tiene nombre y apellido según EFE



El ex primer ministro Benjamín Netanyahu, líder del partido Likud, tiene casi garantizado el próximo gobierno de Israel incluso si su más inmediata rival, la titular de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni, consiguiera alcanzarle en número de diputados o sobrepasarle.

Según todos los sondeos de intención de voto de cara a las elecciones del 10 de febrero, la ventaja del dirigente del Likud, ex jefe del Ejecutivo entre 1996 y 1999, sobre el resto de los partidos es constante en los últimos dos meses.

Las diferencias respecto del Kadima de Livni se cifran entre dos y seis diputados, pero Netanyahu disfruta de una mayor capacidad de formar una coalición de gobierno.


La última encuesta, publicada ayer por el diario Maariv, otorga al Likud 28 escaños de los 120 que tiene el Parlamento (Kneset) y al Kadima 25.

El Partido Laborista, de Ehud Barak, obtendría 14 escaños, seguido del ultranacionalista Israel Betenu (Israel es Nuestro Hogar), con 15.

Les siguen de lejos el partido ultra-ortodoxo Shas, con 10, y el pacifista Meretz con 5, mientras que el resto de los escaños se los reparten un grupo de pequeñas formaciones cada una con cinco o menos asientos.

Israel acude a estas elecciones anticipadas a raíz de la dimisión del primer ministro, Ehud Olmert, que deja su cargo en medio de una larga lista de sospechas de corrupción por las que aún es investigado.

Livni, que lo reemplazó como presidenta del Kadima en septiembre pasado, tuvo la oportunidad de formar gobierno sin acudir a las urnas, pero fracasó en su intento y devolvió el encargo al presidente Simón Peres con la recomendación de celebrar comicios.

En su decisión se dejó llevar por sondeos que en ese momento la aventajaban frente a Netanyahu, quien desde entonces ha conseguido dar la vuelta a las intenciones de voto y afianzar sus posibilidades de convertirse de nuevo en primer ministro.

No tanto gracias a los votos que obtendría el Likud, que ha llegado a un máximo de 32 escaños en las encuestas de opinión, sino a los de otras formaciones políticas de derecha que sin duda estarán en su coalición.

Israel Betenu, liderada por el ex ministro Avigdor Lieberman y su aliado natural, podría convertirse con 16 escaños en la tercera fuerza política en el Parlamento, por delante del Partido Laborista.

Lieberman fue hombre de confianza y mano derecha de Netanyahu en el Likud y en el Gobierno hasta 1997, y era conocido por su origen ruso, como el 'Rasputín' del ejecutivo. Sin él, el actual líder del Likud nunca hubiera llegado a primer ministro.

La alianza entre ambos es de conocimiento público y tan latente que incluso han concertado un 'pacto mutuo de no agresión' durante la campaña electoral, con la dirigente del Kadima en el centro de sus ofensivas.

En cierto modo, en el plano ideológico, se podría hablar incluso del Likud y de Israel Betenu como un movimiento bicéfalo, el segundo de ellos creado con la expresa autorización de Netanyahu en enero de 1999 y con el objetivo de atraer al votante de origen ruso.

Lieberman, ha sido desde entonces ministro en varios gobiernos, pero en el de Netanyahu se convertirá a todas luces en su socio más influyente.

El líder del Likud deberá además buscarse el apoyo de otros entre 15 y 20 diputados para disfrutar de un gobierno estable, y no le faltarán candidatos.

El Shas, de los ortodoxos sefardíes y con entre 10 y 12 diputados en los sondeos, es la otra formación clave para Netanyahu, quien a fin de precipitar el adelanto de elecciones, dio supuestamente garantías presupuestarias a este partido para que no entrara en la coalición que trató de formar Livni en octubre.

En búsqueda de una cómoda coalición, Netanyahu deberá decidir si se arriesga a completar su gobierno con partidos nacionalistas, lo que puede suponerle serios problemas frente a la comunidad internacional porque éstos le exigirán suspender las conversaciones de paz con los palestinos.

Es de suponer que el líder del Likud, un viejo zorro de la política israelí, tratará de balancear su gobierno con el Laborismo, una opción que Barak -a quien le ha ofrecido seguir al frente de la cartera de Defensa- no descarta.

O incluso atraer a un Kadima que no esté dirigido por Livni.

Fuente: EFE

 
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