PARA LEER CON MAYOR COMODIDAD PODES

El chantaje de Hamás: la yihad por los palestinos con los palestinos como escudo humano, por Fiamma Nirenstein - diputada italiana (PDL-Berlusconi)**



Pasan las horas, y el cielo asoma entre la humareda que produce la guerra de Hamás. Quizá el estruendo ocasional de los motores de un F16. No queda nadie, desde Tzipi Livni a Amos Oz pasando por Olmert y Netanyahu, que no haya hecho proclama de la guerra ayer, ni que no se haya resignado a la idea de una incursión militar encaminada a poner fin a los bombardeos del sur de Israel por parte de Hamás.

Lo que está en juego se interpreta de manera muy diversa: hay quien simplemente desea que Hamás posibilite una tahdia, una tregua inmediata que tranquilice la zona de Sderot y los núcleos urbanos colindantes. Hay quien piensa que la virulenta directiva política que predica la destrucción no sólo de Israel, sino también de Abú Mazén y de los cristianos, y que dispara misiles contra Ashkelón, ciudad que proporciona la electricidad y los camiones que transportan los alimentos, debe dejar de infectar al pueblo palestino. Los hay que ansían una tregua (temporal o definitiva) con Hamás como organización terrorista que sigue los dictados de Damasco y Teherán. Los hay que desean que Israel libere Gaza de Hamás para poder entregarla a la Autoridad Palestina y dar nuevo aliento a Fatáh y una posible negociación de paz; los hay que desean destruir el considerable poder militar de Hamás.

Hamás es a estas alturas un peligro estratégico. Dispone de un ejército de 17.000 hombres bien armados que se entrenan de forma regular con munición real; sus mandos son en buena parte entrenados en los campamentos gestionados por un amplio abanico de organizaciones terroristas fieles a las órdenes de la Guardia Revolucionaria iraní. Tras los seis meses transcurridos de tahdia, los misiles de Hamás superan ya en muchos casos el radio de los 40 kilómetros; los proyectiles Katiusha y Grad tienen un radio mayor, son importados a Gaza por mar o por túneles, y contrariamente al pasado son almacenados hasta el momento oportuno. Asimismo, el combustible de los proyectiles se fabrica dentro de Gaza. Hamás ha copiado el modelo de Hezbolá, disponiendo de una enorme red de búnkeres, túneles y campos minados. Dispone de los últimos proyectiles anti-tanque. Su capacidad le permite lanzar 80 misiles al día.

Si alguien se pregunta por qué Hamás se ha lanzado a su ofensiva post-tahdia obligando a Israel a un enfrentamiento, la respuesta es que se trata de la estrategia más básica de Oriente Medio: Hamás quiere la tahdia, pero está convencido de poderla lograr de todas formas mediante la fuerza y no la intención, y sin tener que renunciar al atractivo del que disfruta también entre los palestinos de Cisjordania gracias a su “invencibilidad”. Piensa en la imagen de paladín (¡frente a frente con los judíos!) que tendrá en el futuro enfrentamiento anti-occidental, pero necesita su tiempo para preparase: en definitiva, quiere la tregua, pero la ideología tiene su precio y Hamás está dispuesto a pagarlo. Mientras preparaba sus misiles durante estos seis meses de tregua, también afianzó su fanatismo con nuevas leyes impuestas derivadas de la sharia, la ley islámica, que también contempla la crucifixión; tras diversas agresiones a los cristianos de Gaza, el pasado miércoles lanzaba un proyectil contra el paso de Erez cuando una fila de cristianos hacía cola para asistir a la misa del gallo en Belén.

Hamás está plenamente convencido de que habrá tregua con un Israel obligado a liberar a todos los presos, a abrir los pasos fronterizos, a hacer como si nada con el estado de terror en que vive permanentemente su población (Hamás no se va a ir, después de todo) y a someterse al chantaje con la vida de Gilad Shalit.
Además, Hamás cuenta con dos bazas. En primer lugar, el desafío que supone a nivel global su guerra asimétrica: escondiéndose sus hombres detrás de civiles, Hamás da por sentado que cualquier potencia occidental caerá fulminada antes de atacar a guerrillas escondidas entre una población civil, corriendo el riesgo de una masacre. En segundo lugar, Hamás cree en la fuerza ganadora de la yihad, considerando débil a Israel porque no ha impedido ni la toma de posesión de Gaza por parte de Hamás, ni el contrabando de armamento. Pero Hamás, que no reconoce la democracia, ha subestimado a la opinión pública: ni el país ni el gobierno se pueden permitir dejar a una población a merced del pánico, con empresas y escuelas funcionando a golpes o cerradas, hospitales funcionando a todo trapo, el techo de la unidad neonatal derrumbado entre mantas del Pato Donald, centros comerciales devastados, aceras con cráteres, cultivos y kibbutz abandonados, audiencias televisivas sordas a golpe de grito desesperado de los bombardeados y sus valientes declaraciones de mantener posiciones, caídas en el olvido. Israel puede no desear matar inocentes, pero no puede abandonar su inocencia.

En esta ocasión, frente a este dilema, puede que la opinión pública internacional madure responsabilizándose un poco más allá de las preocupaciones humanitarias motivadas por los palestinos de Gaza, sacrificados por sus propios políticos, y por nadie más. La mañana del día de Navidad cayeron 100 proyectiles en 24 horas. Israel dejó pasar ayer 40 camiones de harina y otros alimentos: si la puerta se abre o no, depende de Hamás. Los derechos humanos son violados de todas las formas posibles por Hamás, reduciendo a Israel y su población a un escudo humano occidental en el amplio sentido de la palabra.
Por una vez va a ser agradable que nosotros los europeos digamos: dejad de decir estupideces y devolved a Gilad Shalit de una vez. Ya veréis como todo cambia.

**Fiamma Nirenstein es diputada italiana (PDL-Berlusconi), Vicepresidenta del Comité de Asuntos Exteriores, y profesora de Historia de Oriente Medio de la Universidad de Roma. Fue corresponsal en Oriente Medio del diario italiano La Stampa durante 15 años y de las publicaciones Il Giornale y Panorama.

Fuente: ABC.es

 
ir arriba