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Después de 10.000 Kassam, Israel se defiende, por José Brechner



En un momento crucial dentro del panorama político interno israelí, en que la coalición del partido gobernante Kadima pierde seguidores, por fin se inició la represalia contra los más de 10.000 cohetes Kassam lanzados por Hamás sobre las ciudades sureñas israelís, desde que Israel dejó el control de la zona en manos palestinas el 12 de Septiembre de 2005.

La reacción tardía pero necesaria, tiene como objetivo militar detener los ataques árabes y como objetivo político lograr mayor apoyo para el partido gobernante en las elecciones venideras del 10 de Febrero de 2009, en las que las encuestas muestran que Kadima está debajo de Likud, que postula a Benjamín Netanyahu.

Ehud Olmert y su Ministra de Exteriores Tzipi Livni, que es la candidata de Kadima para Febrero, se aplazaron en sus funciones por no ser capaces de gobernar de acuerdo a las exigencias de la población judía, que requiere de seguridad antes que de cualquier otra cosa.

Olmert y Livni son de la nueva generación de gobernantes que nacieron en Israel, y perdieron la inamovible brújula de integridad que fue característica de los fundadores del país. Europeos que vivieron o presenciaron los crímenes de la Alemania Nazi, corolario de 2.000 años de exilio e irracional persecución.

Tanto el izquierdista Ben Gurion como el derechista Begin, fueron íntegros, sensatos, competentes, no como los actuales dirigentes que no se diferencian de otros políticos del mundo, dispuestos a cualquier cosa con tal de obtener votos. Pero Israel no es el resto del mundo; es el único Estado Judío y la cuna de la civilización judeocristiana.

La democracia israelí siendo una de las más avanzadas tiene una gran falencia, consiente más de lo que debería. Ningún país que se encuentra en guerra permanente contra fanáticos asesinos, permitiría las libertades que se admiten en el diminuto estado, donde existen grupos que abogan por sus hostiles vecinos.

Un país en conflagración contra fascistas islamistas que jamás aceptarán la existencia de un estado no-musulmán en el Medio Oriente, no debería autorizar a que sus enemigos árabes tengan escaños en su Parlamento, ni debería tolerar que los grupos de extrema izquierda hagan campaña a favor de los palestinos, ni facultar a que los árabes- israelís (musulmanes) entren al ejército. En cualquier lugar del mundo eso sería traición a la patria.

El pueblo judío debido a que sufrió peores discriminaciones que ningún otro, busca ser más tolerante, generoso y comprensivo, tratando de encontrar la razón hasta en aquellos que no razonan, en un acto humanitario que excede lo aceptable.

Esa ha sido la postura de Olmert y Livni, junto a su afán egocéntrico por brillar en el podio y eternizarse en la conducción del estado, como logró Shimon Peres, que es uno de los principales causantes de la tergiversación de los valores nacionales del pueblo judío.

El giro a la izquierda de Kadima, obliga a retomar la brújula y nadie puede hacerlo mejor que la derecha unida.

La respuesta a Hamás debió darse mucho tiempo atrás, al día siguiente del disparo del primer Kassam, no tres años más tarde. Por cada cohete que llegó a Israel los terroristas ganaron por lo menos cien adeptos.

Si Israel deja que le bombardeen, y si sus izquierdas defienden a los palestinos ¿cómo puede justificar su derecho a la existencia?

La estupidez política cundió en Israel, sino recordemos a Amir Peretz durante la guerra contra Jizbalá. El país con muchos de los mejores militares del mundo, puso a un mecánico de Ministro de Defensa, nada más que por compromiso político.

La respuesta contra Hamás es vital. Ningún país toleraría que lo bombardeen todos los días, y ningún gobierno dejaría indefensas a sus poblaciones frente a sus atacantes como hizo Kadima hasta ahora.

La prensa pro-islámica seguramente condenará el ataque y dirá que murieron civiles. Pues sólo para recordarles, los terroristas de Hamás atacan únicamente objetivos civiles.

Fuente: www.josebrechner.com

 
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