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¿Adónde van los árabes israelíes? (Por Caroline Glick)



El pasado jueves, un oficial del ejército israelí de 28 años de edad de permiso era asesinado por un explosivo en la cuneta a lo largo de la frontera con Gaza. Beduino procedente del sur, trabajaba como camionero de combate. En su funeral, su primo decía, "hizo todo lo que pudo por convencer a los jóvenes beduinos de alistarse en el ejército para servir al estado. Decía que su servicio era difícil, pero eligió defender a este país". Otro primo observaba que casi todos los hombres de su familia están alistados en el ejército israelí.

A petición de la familia, su nombre no fue dado a conocer a la opinión pública. Fue enterrado en un funeral civil.

La petición de la familia se debe al miedo a que la dirección árabe-israelí o terroristas procedentes de la Autoridad Palestina se venguen de los suyos por su servicio al Estado de Israel. Su miedo a ataques violentos sobrepasó su deseo de que su héroe recibiera los honores públicos que con tanto derecho merecía por sacrificar su vida por su país.

Compare la fortuna de esta familia con la de aquellos en una familia árabe de Jerusalén que el pasado jueves también perdió un hijo.

El pasado viernes, centenares de personas visitaban una tienda tradicional musulmana de luto en el vecindario Jabel Mukaber de Jerusalén para dar el pésame a la familia. La jaima estaba adornada con cientos de fotografías de la cara del finado. También estaba decorada con banderas de Hamas y Hezbolá.

La jaima fue levantada para honrar a Alaa Abú D'heim. En una escena sacada de un pogromo ruso, la noche del jueves D'heim accedía a la escuela Mercaz Harav Yeshiva y masacraba a ocho menores y jóvenes mientras estudiaban la Torah.

La familia de D'heim no temía ninguna venganza por parte de sus conciudadanos árabes. Sus vecinos no se manifestaron contra su crimen. La dirección árabe-israelí no lo condenó de manera creíble.

Pero la ausencia total de protestas no significa necesariamente que su crimen sea apoyado por todos los árabes de Israel. La noche del domingo, Suleiman Ashafi, del Canal 2, entrevistaba a un joven en los exteriores de la jaima que decía, "Si hubiera sabido que estaba planeando atacar a gente, que estaba planeando perpetrar un ataque terrorista, le habría disparado en la cabeza yo mismo". El joven, al igual que la familia del soldado beduino, solicitó no ser identificado. Utilizó su mano para esconder su cara a la cámara. También tenía miedo. También temía ser atacado por manifestar su condena a D 'heim y dar a entender su apoyo a Israel.

¿Qué está sucediendo en la sociedad árabe-israelí? ¿Cuáles son las implicaciones del miedo tangible entre aquellos árabes que apoyan a Israel y la inflexible disposición de la dirección árabe-israelí a defender a Hamas, Fatah, D'heim y similares en su guerra terrorista contra Israel? ¿Está perdida la minoría árabe de Israel -- que comprende el 20% de la población? En la campaña electoral de 1996 que abocó a Binyamin Netanyahu contra Shimon Peres, Netanyahu designó al ex ministro de exteriores y defensa Moshe Arens para dirigir la campaña del partido al voto árabe. Arens tuvo éxito obteniendo para el candidato del Likud el 5% del voto árabe local. Su labor recibió el crédito de llevar a la victoria al partido en esa ajustada carrera.

Tras la masacre del jueves, Arens advierte que es erróneo percibir a los árabes israelíes como un bloque monolítico. En la práctica son una población étnica y religiosamente diversa.

Para empezar, los 100.000 drusos de Israel que aceptaron el servicio militar obligatorio para sus jóvenes en 1949 están integrados por completo en la sociedad israelí. En la práctica, la cifra de alistamiento druso es más elevada que entre los judíos. Otra señal de la integración social de los drusos es su tasa de natalidad. Mientras que en 1948 la tasa de natalidad de los drusos estaba por encima de la tasa de natalidad de los musulmanes, hoy es igual a la tasa de natalidad de los judíos.

Como los drusos, Arens observa que los caucásicos también aceptaron el servicio militar obligatorio para sus hijos y también están integrados en la sociedad israelí. Muchos de los miembros del Ejército del Sur del Líbano, aliado de Israel, que huyeron a Israel como consecuencia de la precipitada retirada del sur del Líbano por parte de Israel en el 2000, han sido bien recibidos en las aldeas del norte incluso estando vetados en las aldeas árabes y musulmanas.

A continuación están los beduinos israelíes. Aunque los beduinos son musulmanes, debido a su tradición cultural única, históricamente se perciben a sí mismos como diferentes a los demás árabes y musulmanes de Israel.

Sus tradiciones únicas se encuentran en proceso de desaparición, no obstante. Arens recuerda que hace 20 años, la mayor parte de los campamentos beduinos carecían de mezquita. Pero hoy, cada campamento tiene una mezquita al menos. Y todas están dirigidas por el movimiento islámico israelí pro-Hamas. De igual manera, los profesores de las escuelas beduinas son de manera aplastante árabes israelíes no beduinos. Al igual que los predicadores de las mezquitas, educan a los jóvenes para que se vean como árabes palestinos y para que prescindan de su identidad israelí y su lealtad al estado.

Aunque los beduinos nunca han estado obligados a realizar el servicio militar, tradicionalmente, la mayoría de sus jóvenes se presenta voluntario el servicio, tanto como camioneros como soldados regulares de combate. Debido principalmente al adoctrinamiento del movimiento islámico, la cifra de jóvenes beduinos que se alistan voluntariamente en el ejército ha venido descendiendo drásticamente en los últimos años. Los imanes radicales y los profesores prohíben que los reclutadores del ejército se dirijan a los jóvenes.

Alcanzando los 200.000, los beduinos comprenden alrededor del 25% de la población musulmana de Israel. La mayor parte reside en el sur, pero alrededor de 70.000 residen en el norte y se han visto menos afectados por la campaña de adoctrinamiento islámico. En el norte, los niveles tradicionales de alistamiento beduino en el ejército se han mantenido.

A continuación están los árabes cristianos. Como observaba un colega árabe-israelí (que también pide permanecer en el anonimato), la población árabe cristiana de Israel es la única comunidad cristiana en expansión de todo Oriente Medio. De Irak a Siria pasando por Jordania y Egipto hasta la Autoridad Palestina, los cristianos se encuentran siendo objeto de ataques por parte de las autoridades islámicas y las bandas criminales. En Israel, en contraste, la población cristiana viene creciendo de manera constante en los últimos años.

FINALMENTE, ESTÁN LOS MUSULMANES árabes israelíes. Desde la creación de la Autoridad Palestina en 1994, la dirección musulmana israelí se ha radicalizado. Esa directiva se compone actualmente de los miembros árabes de la Knesset, el Comité Árabe Israelí de Seguimiento, el Movimiento Islámico, y las denominadas organizaciones árabes de derechos humanos. Todos estos líderes y organizaciones vienen trabajando de manera constante por socavar la noción de integración de los musulmanes árabes israelíes en el Estado de Israel y para intimidar a las voces disidentes.

Mientras que sus esfuerzos de intimidación han sido fructíferos, está lejos de quedar claro que sus esfuerzos de adoctrinamiento hayan prevalecido sobre los árabes israelíes. Recientemente, el gobierno anunciaba su intención de instar a los árabes israelíes a que no realicen el servicio social sustitutorio. La dirección árabe-israelí organizada ha trabajado escrupulosamente para socavar el programa.

Pero una encuesta llevada a cabo por Universidad de Haifa el mes pasado revelaba que alrededor del 75% de los árabes israelíes de edades comprendidas entre los 16 y los 22 años es partidario del servicio nacional voluntario. La encuesta también concluye que la gran mayoría del público árabe desconoce por completo el servicio nacional. El 77,4% total y el 79,6% de los jóvenes afirma conocer poco o nada del programa. Además, la encuesta concluye que una vez que se da la información básica sobre las condiciones del servicio nacional y sus objetivos, no solamente los jóvenes árabes israelíes son partidarios de la idea, sino también el 71,9% de todos los varones árabes y el 83,8% de todas las mujeres árabes. En contraste, alrededor del 80% de los miembros de los partidos políticos árabes se opone al servicio nacional.

Arens está convencido de que el gobierno tiene que iniciar una campaña seria entre los árabes israelíes para ganar los corazones y las mentes. El hecho mismo de que casi el 80% de los árabes israelíes no sepa nada de la iniciativa de servicio nacional del gobierno es prueba de que el gobierno está descuidando el sector árabe.

Arens afirma que el lugar al que dirigir una campaña así, a corto plazo al menos, es entre los beduinos. Los beduinos israelíes son el grupo étnico más pobre de Israel. Particularmente en el sur, carecen de servicios de saneamiento básicos. Su sistema de educación es decepcionante. Y las posibilidades económicas y académicas de mejora brillan en gran medida por su ausencia. Los beduinos que realizan el servicio en el ejército no reciben ninguna asistencia post-alistamiento del gobierno.

Arens encabezó una iniciativa privada con la Universidad Ben-Gurión en el Negev encaminada a proporcionarles oportunidades educativas post-ejército, pero el programa fue cancelado. A corto plazo, los soldados beduinos que son desmovilizados vuelven a casa sin nada para avalar su servicio al país y de esa manera no tienen modo de contrarrestar a los árabes israelíes que adoctrinan a los jóvenes en la yihad y el panarabismo. En la práctica, su única elección con frecuencia es unirse a las bandas criminales beduinas que dirigen las redes mafiosas y de tráfico ilegal por todo el sur.

Arens sugiere que como mínimo, el ejército debería montar centros de atención y jardines de infancia para los hijos de beduinos, dirigidos por la unidad de profesores del ejército israelí que trabaja con las comunidades menos privilegiadas. Como ministro de defensa, Arens quiso hacer obligatorio el servicio militar para los beduinos y está seguro de que una iniciativa así aun sería recibida con éxito entre las tribus del norte. Pero sus sucesores, cediendo a la dirección política árabe, hundieron su iniciativa.

Obviamente, para que los árabes leales a Israel se sientan cómodos expresando su apoyo al estado, el actual clima de intimidación tiene que acabar. La Knesset debe aprobar leyes que ilegalicen a los partidos políticos árabes y el Movimiento Islámico abiertamente traidor que rechazan la autoridad y la legitimidad de Israel. Los líderes árabes que inciten a la violencia deben encontrarse con la dureza del sistema legal.

Como observa Arens, el tirón natural de los árabes israelíes es hacia los palestinos. Pero eso no significa que su lealtad a Israel se haya perdido. No se ha perdido. Para contrarrestar la tendencia, Israel tiene que iniciar una doble campaña para ayudar a esos árabes israelíes que apoyan al estado e invitarles a intensificar su integración en la sociedad israelí. Y tiene que tomar medidas concertadas contra aquellos líderes y organizaciones radicales que trabajan para socavar esos vínculos.

La situación actual en la que los líderes israelíes árabes tienen miedo a ataques y los traidores israelíes árabes son admirados debe ser invertida por completo.


Fuente: Diario de América

 
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