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Si en Israel se da un desarrollo casi milagroso en algún tipo de arte, es en la danza; y no sólo en los bailes folklóricos y los festejos regionales o periódicos, sino en la expansión de compañías profesionales que reflejan todas las formas que adoptan en el mundo las artes escénicas y sus contrapartidas en la danza. Hasta el ballet, que es el estilo más elaborado de danza -requiere un periodo de entrenamiento más largo, una investigación de las técnicas tradicionales, la preservación y reconstrucción de orígenes- ha arraigado en Israel. En lo que respecta a la danza contemporánea, no sólo encuentran eco y sonidos propios los métodos de Martha Graham sino también los de otros grandes innovadores; las tentativas de originalidad coreográfica específicamente pertinentes a Israel y al Medio Oriente, han retoñado y florecen. La historia de la danza en Israel se remonta a hace tan sólo unos cincuenta años o cien como mucho y data de los comienzos de la moderna inmigración judía a Eretz-Israel. Por supuesto que los antiguos hebreos siempre bailaron y la Biblia trae de ello abundantes testimonios. Hoy en día, unos 300.000 israelíes asisten regularmente a cursos de baile folklórico y a reuniones sociales con baile incluido*. Pero los comienzos de la danza escénica occidental en Israel son un fenómeno del siglo XX y aunque a principios de siglo hubo algunos visitantes judíos venidos del extranjero y unos pocos artistas residentes que dieron representaciones, el verdadero surgimiento data en Israel de los años veinte. Pioneros como Baruj Agadati, que vino a bailar y se quedó para producir películas, ejercieron alguna influencia, pero fue Rina Níkova, una bailarina de ballet de Moscú, quien prestó aliento al desarrollo inicial tal como la Casa Rina Níkova de Jerusalén, erigida en su honor, confirma. Níkova formó un "Ballet Cantante Yemenita" que hizo incluso una gira por Europa a finales de los años treinta, y fundó un "Ballet Bíblico" para acontecimientos especiales, pero lo que realmente importa es que creó una imagen de la danza étnica-moderna israelí.
Siguiendo los pasos de Níkova pero por propia iniciativa y por sus propios medios, Sara Leví-Tanái, una jerosolimitana de familia yemenita, creó en los años cuarenta la que es hoy la compañía de danza más antigua de Israel, Inbal, basada en los pasos auténticos de los judíos yemenitas que trajeron sus bailes consigo. Inbal, gracias a las dotes de organización y creatividad de su fundadora, se convirtió en una manifestación peculiar de danza israelí que atrajo la atención de figuras de rango mundial como Jerome Robbins y Anna Sokolow que vinieron a Israel a enseñar técnica. La compañía tuvo que encarar una crisis sobre su futuro, pero con el regreso, tras una larga estancia en California, de Margalit Oved, que fue estrella del Inbal, parece haberse encontrado sucesora a Sara Leví-Tanái. Fue en los años cincuenta y sesenta cuando Israel dio el gran salto al mundo de la danza tal como lo conocemos hoy. Se produjo por dos caminos que no tienen relación uno con otro: la llegada al país de la baronesa Batsheva (Bethsabée) de Rothschild y la vuelta de la joven pareja formada por Berta Yampolsky y su marido Hilel Markman que habían bailado en distintas compañías durante su estancia en el extranjero. Batsheva de Rothschild, íntima amiga de Martha Graham, patrocinó y acompañó a la compañía Graham en una gira internacional que incluyó a Israel. Decidió instalarse en el país y así lo hizo en 1958. El resultado fue la fundación en 1964 de la Compañía de Danza Batsheva que en sus comienzos se basó en los métodos de Graham y, en 1968, la de la Compañía de Danza Bat-Dor, moderna también pero con un tipo de entrenamiento que pone fuerte énfasis en el ballet. Hoy en día, la compañía Batsheva, independiente del apoyo financiero de Batsheva de Rothschild y tras una sucesión de directores artísticos, es una vigorosa compañía profesional encabezada por Ohad Naharin, un brillante bailarín-coreógrafo israelí que trabajó con el Ballet del Siglo XX de Béjart y después con su propia compañía en Nueva York. La compañía Bat-Dor todavía está bajo la dirección de su fundadora y profesora, Jeannette Ordman, nacida en Sudáfrica, que hasta hace pocos años era su primera bailarina. Ordman llegó a Israel procedente de Londres con una compañía visitante y abrió una academia de danza antes de que la baronesa de Rothschild le pidiera que se encargara de formar una segunda compañía. A pesar de un terrible incendio que causó importantes estragos en su teatro y estudios de Tel Aviv, la compañía Bat-Dor está en auge. Ha incorporado a varios bailarines inmigrantes que se han adaptado extraordinariamente a su estilo. Coreógrafos extranjeros invitados han contribuido a su repertorio que incluye más de una decena de trabajos de la israelí Domy Reiter-Soffer y de muchos otros y, en sus giras, ha llegado hasta China.
Otra importante compañía que se formó en la misma época aproximadamente que las dos compañías de Rothschild surgió de los kibutzim gracias a los esfuerzos de otra pionera, Yehudit Arnón, una superviviente del Holocausto y miembro fundador del kibutz Ga'atón en Galilea. Desde que llegó a Israel empezó a dar clases de danza con el proyecto de fundar su propia compañía. Su persistencia se tradujo en el establecimieento de una academia de danza y hoy, la Compañía de Danza Contemporánea del Kibutz, aún bajo la dirección de Arnón, es uno de los mejores conjuntos de Israel. Los bailarines son miembros de kibutzim; con frecuencia se incorporan asimismo a la compañía bailarines invitados. Entre los coreógrafos que han aportado trabajos a su repertorio se encuentran Jiri Kylian (del Teatro de Danza de Holanda) y Mats Ek (del Ballet Cullberg, Suecia); pero el estudio Ga'atón ha producido asimismo su propio y destacado coreógrafo: Rami Be'er. Única en su género es la compañía Kol Demamá, creada por Moshé Efrati, un antiguo miembro de la compañía Batsheva y alumno de Graham, que empezó a entrenar a bailarines sordos y ha creado un método para enseñarles a bailar junto con bailarines que oyen. Su coreografía no da la menor impresión de sufrir limitaciones. Entre sus frecuentes giras por el extranjero, Kol Demamá participó en los actos conmemorativos de 1992 que jalonaron en España el quinto centenario de la expulsión de los judíos de dicho país. Desdichadamente, la Compañía Tamar de Jerusalén, que estaba integrada mayoritariamente por bailarines vueltos al país tras haber vivido en el extranjero, no logró sobrevivir por falta de fondos, pero tanto en la capital como en otros puntos de Israel hay grupos pequeños que siguen en activo. Gracias en buena parte a los esfuerzos de Shalom Herman, cada vez hay más escuelas que incluyen la danza en su currículum. Hasta el presente, son casi 50 las escuelas secundarias que comprenden la danza en los exámenes finales como asignatura optativa. La mayoría de los miembros de los grupos pequeños dan clases en sus propios estudios o en establecimientos regionales como la escuela secundaria de la Academia Rubin y la escuela Tamara Mielnik en Jerusalén, la Escuela Thelma Yelín en Guivatáim, la Escuela Regional Menashé y la Escuela de Artes de Tel Aviv. Algunos grupos reciben de vez en cuando ayuda de diferentes organizaciones ya sean gubernamentales, como Omanut La'am* y el Consejo de las Artes, o privadas, como las fundaciones comerciales o industriales. Un fórum que estimula la danza es el Centro Suzanne Dellal para Teatro y Danza de Tel Aviv, fundado por la familia Dellal en memoria de una hija y dirigido por Yair Vardi, un israelí que bailó en el Ballet Rambert de Gran Bretaña y dirigió posteriormente una compañía en el norte de Inglaterra antes de regresar a Israel. El Centro consiste en un conglomerado de estudios y salas de teatro donde tienen su base las compañías Batsheva e Inbal. Además del teatro principal, contiene en sus premisas al teatro Yarón Yerushalmi (en memoria de un bailarín que cayó en 1967 en la guerra de los Seis Días) y al Teatro Inbal. El complejo acaba de celebrar su quinto aniversario y puede preciarse de haber sido escenario de las primeras competiciones de danza moderna, en que tomaron parte una veintena de compañías extranjeras así como de competiciones periódicas como "Arriba el Telón", creadas para dar a los coreógrafos jóvenes la oportunidad de presentar sus trabajos por primera vez. En ella comenzaron varios destacados bailarines-coreógrafos jóvenes como Nir Ben Gal y Liat Dror o Noa Wertheim y su compañera Adí Shá'al que actuaron en la edición de 1994 del Festival de Israel en Jerusalén con la compañía británica Ricochet. En Jerusalén, la Academia Rubin de Música y Danza imparte cursos que culminan en la obtención de un grado que otorga la Universidad Hebrea. Tiene un grupo de danza moderna que se llama Trampolín y está dirigido por Jasia Levy-Agrón así como un taller de ballet de formación reciente que está adscrito a la escuela secundaria de la Academia y dirigido por Nina Timofeyeva, antigua prima ballerina del Bolshoi. También en Jerusalén hay un estudio de danza moderna, con su correspondiente compañía dirigidos por Yarón Margolin. De momento, la única compañía profesional de ballet del país sigue siendo el Ballet de Israel, todavía encabezado por Yampolsky y Markman, que ha integrado en su cuadro a bailarines inmigrantes de la antigua Unión Soviética; Yampolsky se ha convertido en una coreógrafa de gran talento. Su último trabajo se basa en Gurrelieder de Arnold Schnberg. El Ballet de Israel fue la primera compañía que actuó en el nuevo Centro de Artes Escénicas de Tel Aviv; aún antes que la primera compañía invitada, el Ballet de Frankfurt, al que seguirá el Ballet de Stuttgart en un futuro próximo. En Haifa trabajan los que fueron alumnos de la ya fallecida Valentina Archipova; Adam y Elena Pasternak dirigen un estudio de ballet clásico y dan representaciones; su estrella es una primera bailarina fuera de lo común procedente del Ballet Armenio: Gayana Shakarián.
De los muchos aspirantes a solistas, ninguno puede aún compararse con la excepcional Rina Schenfeld , que formó parte de la compañía Batsheva en sus comienzos y se separó de ella para convertirse en coreógrafa-bailarina en solitario. En sus fascinantes programas, por influencia de las teorías del Bauhaus, utiliza diversos objetos y materiales. Entre los últimos desarrollos de la danza contemporánea israelí se cuentan el movimiento y la improvisación que se expandieron a partir del sistema de ritmos de Noa Eshkol y ahora constituyen una técnica en sí mismos. La noción de movimiento de Eshkol-Wachmann es básica en el tipo de danza que practica un alumno de Eshkol, Amós Hetz, que está al frente del departamento de notación del movimiento en la Academia Rubin de Jerusalén. La propia Eshkol ha encabezado una investigación sobre el movimiento en la Universidad de Tel Aviv y ha puesto en escena demostraciones con danzas construidas a partir de este sistema de notación. Y qué hay del futuro? Todo apunta hacia el progreso. Las compañías están firmemente arraigadas. Las organizaciones en torno a la danza siguen creciendo. La audiencia es cada vez mayor. Un nuevo establecimiento de peso como el Centro de Artes Escénicas de Tel Aviv hará que la atención se dirija aún más hacia la danza, ya sea interpretada por artistas visitantes o por residentes locales.
Pero en una profesión tan volátil, no faltan problemas e interrogantes. Aunque los actuales directores son dinámicos y, de hecho, están en su momento cumbre, no van para más jóvenes. Aún concediendo que puedan contar con una veintena de años en activo o algo más gracias a su determinación y a su carisma, la financiación futura sigue siendo insegura. No hace mucho que la baronesa Batsheva de Rothschild redujo a la mitad su apoyo financiero a la compañía Bat-Dor. El futuro de Inbal todavía no está claro a pesar de las perspectivas que tiene de conseguir una sucesora creativa.
Qué será del Ballet de Israel cuando Berta Yampolsky y Hilel Markman terminen por retirarse? Y de Kol Demamá sin Moshé Efrati? De la Compañía de Danza Contemporánea del Kibutz sin Yehudit Arnón? Aunque parezca impensable, hay que tomarlo en consideración. Otros países cuentan con fundaciones establecidas en honor de los grandes genios. Las compañías israelíes están formando asociaciones de amigos. Bastará con eso? Es de esperar que la respuesta sea afirmativa. De una forma u otra, Israel tiene sus milagros. Justo cuando la Compañía Batsheva estaba a punto de desaparecer, llegó Ohad Naharin que le insufló nueva vida. Quién habría podido predecir que el complejo Suzanne Dellal cobraría la importancia que tiene? Quién habría podido imaginarse que vendría una ex primera bailarina del Bolshoi a dar tal impulso al ballet en Jerusalén que podría ser que se convierta en una nueva compañía de danza? En Israel, mayores milagros han ocurrido.
Fuente: Danza Ballet