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El enemigo es Al Qaeda, por José Luis Poyal


El pasado verano miles de islamistas residentes en Gran Bretaña se manifestaban por las calles de Londres con gritos y pancartas de este tenor: «Europa es el cáncer», «Europa pagará», «El 11 de setiembre está cerca», «El Islam dominará el mundo a cualquier precio», «Al infierno con la libertad».

En Copenhague, por unas caricaturas de Mahoma, se rompen relaciones diplomáticas, se queman embajadas y ahora, los daneses, no se atreven a poner árboles de Navidad. En Barcelona ha estado a punto de repetirse una masacre en el metro. En París se mezcla Islam y sentido patriótico con un Sarkozy preocupado. En Suiza, lo que pudo resolverse con una simple ordenanza municipal sobre alturas, a cuenta de los minaretes, ha derivado en una confrontación internacional de alcance económico. Turquía, que aspira a formar parte de la Europa de raíces cristianas, pide el boicot para el mayor ejemplo democrático de nación: la Suiza protestante, calvinista, católica, la creadora de la Cruz Roja , de la Sociedad de Naciones y de la OIT.

En 1998 se publicó un manifiesto en el que Al Qaeda y su jefe Bin Laden describían sus verdaderos intereses y su estrategia terrorista para los años siguientes. El manifiesto se titulaba : «Declaración de guerra contra judíos, cruzados y apóstatas». Para aclarar: cuando se refiere a judíos incluye a la comunidad judía global, no solo a Israel; cruzados son todos los occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, pero también todos aquellos que, como España, invaden y dominan tierras que fueron islámicas; apóstatas son todos los musulmanes que se desvían de los «mulás» radicales.

Gustavo de Arístegui ya advirtió a la Moncloa cuando se diseñó la Alianza de las Civilizaciones, pero el optimismo antropológico de Zapatero prefirió la compañía del líder turco Erdogán

Hace años Oriana Fallaci escribió, para escándalo de la izquierda, que Eurabia, la Europa musulmana, estaba en marcha. Se equivocó en los plazos. Ya está aquí, en nuestras puertas, y el secuestro en Mauritania es solamente una muestra.

La respuesta es cómo contener esa amenaza real. Desde luego no vale pedir perdón por errores históricos, al estilo del alucinado diputado del PSOE y la expulsión de los «moriscos». Contra el terrorismo radical no hay soluciones mágicas. El yihadismo está por encima de tácticas puntuales de gobiernos socialistas o conservadores. Moratinos no tiene la culpa y el PP debiera moderar su estrategia. Obama ha dado algunas pistas para combatir el terrorismo internacional. Asimismo habría que alentar un Islam moderado, que hoy lo representan mujeres del estilo de la valiente saharaui Haidar.

Fuente: La Nueva España (Asturias)

 
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