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¿Se resistirá Europa a la islamización? (Por Daniel Pipes)



Si la conversión de Allam fue una sorpresa y la película de Wilders tuvo una espera de tres meses, en ambos casos, las reacciones agresivas y violentas que se encontraron las críticas anteriores al islam no tuvieron lugar. Está reacción relativamente contenida subraya el hecho de que bastaron las amenazas musulmanas para implementar la censura.

Algunos analistas del islam en Europa Occidental argumentan que el continente no puede escapar a su Eurábico destino; que las tendencias de la última mitad del siglo continuarán hasta que los musulmanes se conviertan en la mayoría de la población e impere la ley islámica (la sharia).

Yo discrepo, sosteniendo que existe vía que el continente podría seguir, la de la resistencia a la islamización y reafirmación de las costumbres tradicionales. Los europeos de origen -- que componen el 95% de la población -- pueden insistir en sus costumbres y usos históricos. Si lo hicieran, nada se les interpondría y nadie podría detenerles.

De hecho, los europeos están dando visiblemente señales de inquietud con la siniestra sharía. La legislación en Francia que prohíbe el hiyab en las aulas públicas ilustra la reticencia a la hora de aceptar las costumbres islámicas, y existen iniciativas paralelas encaminadas a prohibir los burkas, las mezquitas y los minaretes. Por toda Europa Occidental, los partidos anti-inmigración están ganando popularidad en general.

Esa reticencia daba la semana pasada un nuevo giro, con dos sucesos dramáticos. En primer lugar, el 22 de marzo, el Papa Benedicto XVI en persona bautizaba, confirmaba y daba la eucaristía a Magdi Allam, de 56 años de edad, un prominente musulmán egipcio de nacimiento residente desde hace tiempo en Italia, donde es el editor jefe del rotativo Il Corriere della Sera y un reconocido escritor. Allam adoptaba el nombre Cristiano. La ceremonia que le convierte a la religión católica no podría haber recibido una atención mayor, celebrándose en un servicio nocturno en la Basílica de San Pedro la víspera del Domingo de Pascua, con exhaustiva cobertura por parte de los medios vaticanos y muchos otros canales de televisión.

Allam acompañó su conversión de una irónica declaración pública en la que argumentaba que más allá "del fenómeno del extremismo y el terrorismo islámico que ha hecho acto de aparición a nivel global, la raíz del mal es inherente a un Islam que es fisiológicamente violento e históricamente conflictivo". En otras palabras, el problema no es simplemente el islamismo, sino el propio Islam. Un cronista, “Spengler” del Asia Times, llega a afirmar que Allam "plantea una amenaza existencial para la vida musulmana" porque "conviene con sus antiguos correligionarios en repudiar la degradada cultura del Occidente moderno, y les ofrece algo muy distinto: una religión fundada sobre el amor”.

En segundo lugar, el 27 de marzo, Geert Wilders, de 44 años de edad, difundía su muy esperada película de 15 minutos Fitna, que se compone de algunos de los versos más belicosos del Corán, acompañados de acciones en cumplimiento de esos versos perpetradas en los últimos años por islamistas. La implicación obvia es que los islamistas simplemente están actuando en cumplimiento de sus escrituras. En palabras de Allam, Wilders sostiene también que "la raíz del mal es inherente" al islam.

Al contrario que Allam y Wilders, yo sí veo diferencia entre Islam e islamismo, pero creo imperativo que sus ideas reciban una consideración seria, sin insulto o castigo. Tiene que tener lugar un debate honesto sobre el Islam.

Si la conversión de Allam fue una sorpresa y la película de Wilders tuvo una espera de tres meses, en ambos casos, las reacciones agresivas y violentas que se encontraron las críticas anteriores al islam no tuvieron lugar. Según el Los Angeles Times, la policía holandesa contactó con imanes para calibrar las reacciones en las mezquitas de la ciudad y concluyó que, según el portavoz de la policía Arnold Aben, "aquí hoy esto está más tranquilo de lo normal. Algo así como unas vacaciones". En Pakistán, una concentración contra la película apenas atrajo a unas cuantas docenas de manifestantes.

Está reacción relativamente contenida subraya el hecho de que bastaron las amenazas musulmanas para implementar la censura. El Primer Ministro holandés Jan Peter Balkenende denunciaba Fitna y, tras 3,6 millones de visitantes que la habían visto en la página web británica LiveLeak.com, la compañía anunciaba que "Tras las amenazas de una naturaleza muy seria contra nuestra plantilla,... LiveLeak no tiene otra elección que retirar Fitna de nuestros servidores". (Dos días más tarde, sin embargo, LiveLeak albergaba de nuevo la película).

Vale la pena observar tres paralelismos: tanto Allam (autor de un libro titulado Viva Israele) como Wilders (cuya película pone el acento en la violencia musulmana contra los judíos) defienden a Israel y los judíos; las amenazas musulmanas de muerte contra ellos obligan a ambos a vivir durante años bajo protección policial constante proporcionada por el estado; y, más profundamente, ambos comparten la pasión por la civilización europea.

En la práctica, Allam y Wilders podrían representar la vanguardia de una reafirmación cristiano-liberal de los valores europeos. Es demasiado pronto para hacer predicciones, pero estos valientes individuos podrían proporcionar un impulso crucial a aquellos decididos a conservar la identidad histórica del continente.

Fuente: Diario de América

 
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