Esta semana los titulares han dominado dos temas importantes; la crisis entre Colombia, Venezuela y Ecuador, y el conflicto palestino–israelí. Estos dos conflictos, a pesar de estar muy distanciados el uno del otro geográficamente y de tener como tema de fondo principios y razones que no los unen, sí tienen un común denominador: el terrorismo.
Las FARC son el dinosaurio de las guerrillas de América Latina. Después de más de 40 años de lucha armada son las únicos que siguen buscando tomar el poder por medios violentos con una ideología marxista que está fuera de moda. Sus métodos de operación y financiación los han transformado de guerrilleros en terroristas. Mantienen a más de 700 víctimas de secuestro en condiciones infrahumanas en las selvas y financian sus operaciones con dineros del narcotráfico. Los países que apoyan a este tipo de grupos al darle albergue a campamentos de las FARC, y peor aún los que los financian, deben ser catalogados como países que apoyan y fomentan el terrorismo, y sus gobiernos merecedores de las más duras críticas y condenas.
En Medio Oriente el conflicto se ha hecho más complejo en el último año. Los palestinos se dividieron en dos facciones. Fatah que tiene sus influencias en Judea y Samaria, y Hamas que domina en Gaza. Fatah, a pesar de haber sido históricamente un grupo terrorista desde los tiempos de Arafat, ha suavizado su postura a raíz de los diferentes acuerdos y hoy reconoce el derecho de Israel como Estado libre y soberano. Esto le ha ganado el título de "moderados" dentro de los grupos palestinos. Por otro lado, Hamas es una organización islámica radical y extremista que no reconoce el derecho de Israel a existir y que busca su exterminio por la vía de cualquier método disponible, en especial el terrorismo. Hamas también tiene gobiernos que lo financian como son los de Irán y Siria, reconocidos patrocinadores de terrorismo. La noche del jueves, un terrorista de Hamas logró infiltrarse en un seminario rabínico en Jerusalén en donde adolescentes se dedicaban al estudio de la Biblia, y abrió fuego indiscriminado. El resultado: ocho adolescentes muertos y decenas de heridos. Una vez, terminada la masacre, los terroristas de Hamas en Gaza celebraban la acción de sangre repartiendo caramelos a los niños y disparando tiros al aire.
Israel abandonó hace varios años la Franja de Gaza para permitirle a los palestinos un pedazo de tierra propio, y sin ningún tipo de ocupación, en donde pudieran desarrollarse como pueblo e irse perfilando hacia la creación de un Estado que coexista al lado de Israel, con seguridad y buenas relaciones. La respuesta: miles de cohetes lanzados desde Gaza a ciudades israelíes.
¿Qué busca el terrorismo? Crear terror. Terror que un cohete caiga sobre el techo de tu casa, terror a que la guerrilla se acerque a tu pueblo y tengas que ser desplazado, terror a que un extremista entre a la escuela de tus hijos y abra fuego, terror a que un familiar sea secuestrado y llevado a la selva. Los métodos de lucha deben ser siempre legítimos. Más se logra en las mesas de negociación que por la vía violenta. El terror debe ser condenado en todas sus forma, venga de donde venga, aquí y allá.
Fuente: La Prensa