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Israel: 60 años de tensión (por Rafael del Naranco)



El próximo 14 de mayo, el Estado de Israel cumple sesenta años como nación.

Un tiempo corto, vuelto larguísimo, ante la permanente zozobra con sus vecinos – dos guerras incluidas - que en los últimos años se ha centrado principalmente en una fracción árabe, socavada por el terrorismo, armada y financiada por Irán.

El país es una democracia parlamentaria en medio de un oasis de regimenes con ímpetus totalitarios.


No hay otra solución: israelíes y palestinos están condenados a entenderse, pero las huestes atrincheradas en Gaza no lo permiten: vienen haciendo lo posible, y hasta lo imposible, para no aceptar ninguna solución viable si no pasa por la destrucción total del pueblo mosaico.

Esa es la realidad; lo demás magros matices. Estirar una arruga y sembrar violencia.


La historia de los judíos en esa franja de tierra entre el Mediterráneo y las cumbres del Golán, no es de ayer. Comenzó hace 4.000 años, con el patriarca Abraham, su hijo Isaac y el nieto Jacob. El primer libro del Génesis es un vivo testimonio. No es una fábula.


La población hebrea padeció el dominio romano, bizantino, árabe, cristiano, mameluco, otomano, británico, pero siempre estuvo allí en mayor o menor presencia, dependía de las deportaciones o pogromos en masa, o éxodo terribles.


Bajo el Mandato de los ingleses, se decidió, en 1937, dividir el territorio al oeste del río Jordán en dos estados, uno hebraico y otro árabe. La Agencia Judía - especie de gobierno antes del reconocimiento formal del estado- autorizó la idea de la partición, mientras los musulmanes sin embargo se opusieron enérgicamente, y así algunas organizaciones extremistas hablaron de lo que hoy aún siguen expresando:

“Empujar a los israelitas hacia el mar”. Otros, concretamente Mahmud Ahmadinejad, presidente iraní: “Hacerlos polvo, desaparecerlos de la faz de la tierra”.


Israel si no es agredido, no responde, por lo tanto es un suicidio pedir a los judíos que no se defiendan para ver si en ese ínterin se consigue un precario alto al fuego, el cual jamás hasta los momentos ha sido respetado por los grupos fanáticos alárabes.


El filósofo Arnold J. Toynbee escribió que inevitablemente la humanidad iba hacia una tercera guerra mundial, pero que no sería como las dos anteriores, convencionales, sino nacida del terrorismo.


El terrorismo es un minúsculo ejército de exaltados con miles de tentáculos, y si el mundo civilizado no se enfrenta con decisión y coraje a esa barbarie, regresaremos a los tiempos de las cavernas.


Israel lo sabe bien.


Fuente: La hora de Asturias

 
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