PARA LEER CON MAYOR COMODIDAD PODES

El pueblo de la diáspora (por Angel Flores)



Este pueblo con vocablos de israelitas, judíos, hebreos, sionistas e israelíes tiene un solo dogma que se reduce a dos afirmaciones esenciales: la unidad de Dios y la elección de Israel. Israelita, judío y hebreo, son palabras que en la Biblia se entrelazan, se complementan y concluyen en el pueblo de Dios, en el pueblo elegido: es decir, tienen por base u origen la religión monoteísta. Su Jerusalén, es la ciudad santa y capital del pueblo judío, no solo del judío de Tierra Santa sino también del de la Diáspora (dispersión).

Israelita es el nombre que se da en la Biblia al perteneciente al reino de Israel y todo el Antiguo Testamento menciona esta palabra. Judío, es el que profesa la religión del pueblo judío; la palabra procede del hebreo yehudi; es decir, el que pertenece a la tribu de Judá. Hebreo, según el DLE (Diccionario de la Lengua Española) procede de ibri, pueblo semítico que conquistó y habitó los territorios que hoy comprenden Israel y parte de Egipto, Jordania, Líbano y Siria.




Para unos autores. la raíz HBR, hebrea, que da la idea de alianza, pudiera traducirse por confederación; para otros, el nombre de hebreo procede de las doce tribus que atravesaron el Mar Rojo, admitiendo que atravesar, en hebreo, se pronuncia«herbrer o hebren; sin embargo, Giuseppe Riccioti, en su Historia de Israel, cree que del vocablo Ebher se deriva un apelativo geográfico que se traduce por ultra, por trans, por país de allá, deduciendo que este trans es el Jordán y en tal caso la voz sería de origen cananeo; aunque también hay quien opina que el trans podría ser el Eúfrates y, por lo tanto, de origen babilónico.

Sionista. Para David Ben Gurión «el sionismo es, en realidad, una filosofía judía cuya sustancia esencial es la lucha contra la asimilación». Teodoro Herzl fue el artífice del movimiento sionista internacional, primer paso para la creación del moderno Estado de Israel, en 1948. Y a partir de ese año se usó el vocablo israelí para denominar al ciudadano del Estado de Israel. ¿Saben ustedes que los famosos Protocolos de los Sabios de Sión, panfleto publicado en Rusia en 1980, que trataba de la unión de judíos y masones en 1897, en Basilea, para luchar y hacer desaparecer la civilización cristiana, era un panfleto totalmente falso al demostrarse, en 1921, que había sido una copia, casi exacta, del libro francés Diálogo en el infierno o entre Maquiavelo y Montesquieu, del autor Maurice Joly? Dicho libro novelesco sirvió para ser plagiado por la policía secreta del Zar de Rusia, para desarrollar su antisemitismo y perseguir a los judíos.

De todos los vocablos anteriores el que más hemos usado los españoles, sobre todo durante la existencia del Protectorado en Marruecos, ha sido el de hebreo, pero el de hebreo sefardí. En el norte de África, Egipto y Salónica existían comunidades hebreas, antes del año de 1391, fecha de la primera emigración voluntaria, de los sefardíes del mediodía español y de Baleares, que recalaron en aquellos países siendo los precursores del espíritu sefardí en todo el mundo. En posteriores exilios, los que se establecieron en Tánger, Tetuán, Larache y Alcazarquivir procedían de Castilla y fueron los que conservaron más puramente las tradiciones y las incalculables riquezas de la canción popular española del medioevo. Recuerdo que en los atardeceres primaverales de Tetuán -1928- en los corros infantiles judíos, se cantaban en judeo-español los más bellos romances sobre doncellas y caballeros, amores y aventuras épicas.

Aunque en los últimos años del Protectorado, el ladino se fue modernizando, aun se oían en las Plazas españolas palabras y frases del castellano antiguo: conezco aonde vas, bendicha la madre que te parió; en las bodas hebreas se ofrecían alconfetis (dulces) y la guisandera (casamentera) tañía la sonaxa (sonaja) en las celebraciones; a la novia le ponían el retoño (falda), el cazote (chaleco), los petos (mangas), el cuchacal (ceñidor) y la algorza (zarcillos). En el cementerio judío de Tetuán, hay una sepultura de una sefardí, -a cuya familia conocí- con la siguiente inscripción: «Como flor que vive un día, ajena a todo sentir, así has muerto, vida mía, cuando empezaste a vivir. Que amargaste a tu marido y a tu madre hasta el morir».

Fuente: La Verdad Digital

 
ir arriba