Desde que Hamás se hizo del control en Gaza por medio de una sangrienta rebelión armada, el responsable del Gobierno en la Franja es Ismail Haníe. Después de años de incesantes bombardeos Israel resolvió responder a sus salvajes ataques, producto de la mente enfermiza de él y sus compañeros de senda, como Hasan Nasrala, líder de Hezbollah, y otros "buenos muchachos'' islámicos que cargan con un rico historial de asesinatos y violencia.
El presidente del Estado, Shimon Peres, que pasó todas las guerras de Israel desde su fundación, afirmó que ésta es la que tiene menos sentido. "No recuerdo una guerra sin lógica como la que Hamás inició. Me pregunto cuáles son las razones del ataque o sus objetivos. Está claro que en Gaza no hay ningún israelí, ni soldado ni civil. Israel no actúa contra el pueblo palestino ni tiene el deseo de provocar dolor a la población inocente pero llegamos a una situación en la que no existe alternativa y debemos defender a nuestros civiles''.
El mundo árabe emitió algunas tibias protestas. Egipto y Jordania, tradicionalmente los primeros en condenar acciones militares israelíes, se abstienen de condenar la operación en Gaza. Más aún; en El Cairo aún está fresco el desplante de Hamás a su intento de negociar un arreglo entre los terroristas y la dirigencia de Al-Fatah, para devolver algo de razón al Gobierno de la Franja de Gaza.
El rey Abdala de Jordania desplazó de su cargo al jefe de la Inteligencia. Si bien no hubo una explicación oficial, fuentes allegadas al Gobierno de Amán entienden que el despido se debe a que toleró duras manifestaciones contra Israel, Egipto y la Autoridad Palestina organizadas por partidarios de Hamás.
El hecho es que un grupo de asesinos, irresponsables y cobardes, desataron una campaña contra Israel no ya en el plano ideológico y ni siquiera en el del terror sino militar. Es que lanzar proyectiles Kasam, Grad y bombas de mortero contra poblaciones civiles no es un acto de protesta, sencillamente es una declaración de guerra.
Mientras que una vez más se escuchan protestas de intelectuales y periodistas europeos, quizás por aquello que es mejor quedar bien con los terroristas porque así no nos atacan a nosotros, los "valientes'' líderes de Hamás se esconden bajo tierra. Esto no les impide enviar a su gente a enfrentar a Israel con el armamento que dispone (que no es poco) ni tampoco esconder explosivos en casas de familia pensando en que Tzáhal, que se cuida de no dañar a la población civil, no los destruirá.
La historia está repleta de estos líderes cobardes que alardean y hacen ruido pero cuando llega el momento de la verdad se esconden o escapan, dejando al pueblo librado a su suerte.
Cada tanto alguno de los líderes de Hamás, como ratones miedosos, salen de los refugios, vestidos con sus impecables trajes, para hablar del sufrimiento de los civiles, según ellos los únicos atacados, aunque es visible que la gran mayoría de las víctimas llevaban uniformes, y alentar a sus fuerzas a que peleen aunque no tengan ningún respaldo ni comandantes que los conduzcan.
Es prematuro sacar conclusiones acerca de la organización del operativo "Plomo fundido'' y de las consecuencias que tendrá en el futuro. Lamentablemente, además de los aciertos del Ejército en la preparación de la ofensiva aérea que destruyó las bases y algunos depósitos de armas de Hamás y otras entidades terroristas, comienzan a verse errores y falta de preparación adecuada en la protección de la población civil. Sobre el fin de semana último se supo que el Ministerio de Finanzas concedió una partida de dinero para que el Comando de Retaguardia instale y mejore el funcionamiento de las sirenas en poblaciones que podrían ser víctimas de ataques como sucedió luego. Residentes en algunas ciudades afirman que la alarma no funcionó o no se escucha en las cercanías de las casas.
La experiencia desastrosa de la Guerra del Líbano del verano de 2006 es el ejemplo a tomar para que eso no se repita. Mientras que los gobernantes hablan de la importancia de resguardar a la población, en muchas partes los refugios son inhabitables y los residentes de muchos edificios no tienen donde ir.
Ni hablar que el Hospital Barzilai de Ashkelon, en el centro del área afectada, no está protegido y menos aún, del proyecto de construir un centro médico en Ashdod, que recibió cohetes y los heridos debieron ser trasladados a otras ciudades, cuando cada segundo cuenta en el intento de salvarles la vida.
Espero que, una vez finalizados los combates, no haya necesidad de designar una comisión investigadora de la conducta y el proceder de nuestros gobernantes.
Fuente: Aurora