Así como legal y moralmente las personas tienen derecho a la legítima defensa cuando la vida corre peligro, estando autorizados a utilizar los medios apropiados para hacer efectiva esa defensa y eliminar el peligro, también los pueblos tienen el mismo derecho cuando su cultura, sus intereses vitales y hasta la existencia misma están amenazados. Esta profunda convicción tiene raíces muy sólidas en el humanismo cristiano que practicamos y esta consagrada hasta en el Catecismo de la Iglesia Católica. Filósofos, teólogos y políticos, en distintos tiempos y circunstancias, la han alimentado de manera suficiente y convincente.
Israel enfrenta otra etapa en su lucha por la supervivencia del país y de los principios judeo-cristianos que están en la fuente de la cultura de lo que conocemos como Occidente, en el sentido más amplio. Además, se trata de la única nación organizada democráticamente en el Medio Oriente, con un gobierno alternativo y poderes públicos representativos, plurales en su composición e independientes. Desde su fundación Israel ha estado acechado alevosamente por fanáticos y desquiciados que, bien desde gobiernos de países como Irán o de organizaciones terroristas en el poder, en las oposiciones o simplemente autónomas, solo utilizan la violencia asesina como instrumento de destrucción. Se han convertido en el obstáculo mayor para que la causa Palestina pueda concretarse en la creación de un Estado libre e independiente, capaz de convivir civilizadamente tanto con Israel como con el resto de la comunidad internacional. Pero no ha sido así. Ha cada acuerdo ha seguido una traición, el desconocimiento de tratados y convenios largamente negociados. Es lo que ha sucedido con la Franja de Gaza y la tregua, bastante frágil por cierto, pero tregua al fin. Ha sido desconocida por Hamas. En los últimos ocho años los pueblos del sur de Israel han sido víctimas sistemáticas de misiles cargados de odio y sectarismo criminal y cobarde contra poblaciones civiles. Hamas no atendió los reiterados llamados a respetar la tregua. Desconoció incluso la voz de Abbas, desde Cisjordania, condenando sus acciones. Hasta que Israel, finalmente, una vez más ejerce exitosamente el legitimo derecho a su defensa.
Estoy y estaré al lado de Israel. Su lucha es la nuestra. Por lo tanto rechazamos la posición traidora y cobarde del régimen chavista, cómplice de Hamas e Irán y ficha del narcoterrorismo internacional. Lo de la bandera cubana en el Panteón explica muchas cosas.
Fuente: Analitica online (Venezuela)