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Himno de los partisanos interpertado por Java Alberstein







Fue escrito por Hirsch Glick después del primer acto de sabotaje realizado por los partisanos judíos del ghetto de Vilna, contra las vías de comunicación alemanas, en 1942. Se cantaba en los encuentros del movimiento clandestino de resistencia, y se terminó convirtiendo en un himno.


Nunca digas que vas tu último camino
aunque los días azules se oculten tras cielos plomizos;
todavía ha de llegar el momento soñado
y resonará nuestro paso: ¡aquí estamos!

Desde el país de las nieves al de las palmeras
aquí estamos con nuestro dolor, con nuestra pena;
y donde cayera una gota de nuestra sangre
brotará nuestro heroísmo, nuestro coraje.

El sol de mañana alumbrará nuestro camino
y el enemigo se esfumará con el ayer,
pero si demorara en aparecer el sol
por generaciones vaya como consigna esta canción.

Esta canción ha sido escrita con plomo y sangre;
no es el canto libre de un pájaro salvaje;
entre un desplomarse de muros resquebrajados
le cantó un pueblo con armas en mano.

Nunca digas entonces que vas tu último camino
aunque los días azules se oculten tras cielos plomizos;
todavía ha de llegar el momento soñado
y resonará nuestro paso: ¡aquí estamos!


Hirsch Glick nació en 1920 en Vilna. Comenzó su carrera literaria escribiendo en hebreo y luego pasó al idish bajo la influencia del grupo artístico-literario Iung Vilne (Joven Vilna). En el campo de concentración cercano a Vilna escribió una serie de poemas de mayor aliento que hizo llegar al ghetto de Vilna. En 1943 fue trasladado junto con los demás prisioneros al ghetto de Vilna. Allí escribió "Nunca digas". Luchó como partisano en los bosques. Los nazis lo capturaron y fusilaron en 1944.


 
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