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Reciclada entrevista a Bibi Netanyahu, pasan los años y la realidad es la misma



El conflicto solo terminará cuando todo el mundo árabe acepte a Israel.

Dentro de los límites de su oficina, Netanyahu es un hombre agradable. Al principio está tenso, y trata de comprobar que no hay ninguna trampa del entrevistador. Después de unos minutos, sin embargo, se convence de que, si bien la persona que está frente a él piensa distinto, no procura tenderle una trampa. La expresión de los ojos cambia, al igual que el tono de la voz. En un tono calmo, realista, Benjamin Netanyahu trata de explicar su visión del mundo, traduciéndola del idioma que usa para interpretar la realidad. Su visión es la de quien lucha casi en soledad contra la estupidez de la elite gobernante. Alguien que dice afrontar una tarea heroica: salvar a su pueblo del nihilismo, del debilitamiento de la voluntad, de la ceguera, de los funestos peligros del apaciguamiento .

-El modelo histórico de sus predecesores era Argelia. Equiparaban a Israel con Francia, y los territorios palestinos eran Argelia, ¿usted también acepta ese modelo histórico?

-De ningún modo. Creo que el solo trazado de esa analogía es una evidencia del peligroso proceso de alienación de nuestras raíces existenciales. El nuestro no es un territorio extranjero. No estamos aquí por casualidad. Durante miles de años los judíos lucharon por volver a Israel. Derramaron océanos de sangre y lágrimas para regresar. Ahora ha surgido una generación en Israel que parece romper ese lazo. Veo en la analogía un grave síntoma de pérdida de identidad.

-Usted afirmó en un artículo publicado en el diario Wall Street Journal, que el problema palestino no está en el meollo de la disputa en Medio Oriente. ¿Sigue pensando lo mismo?

-En mi opinión, la principal causa es el choque entre nosotros y el mundo árabe, que nos veía -y tal vez nos siga viendo- como una entidad foránea sin derecho a existir en esta región. El problema palestino deriva de ese conflicto. Aunque lleguemos a un acuerdo estable con los palestinos no habremos resuelto totalmente el conflicto árabe-israelí. Ese conflicto sólo terminará cuando todo el mundo árabe acepte que Israel está aquí para quedarse, o cuando los países a nuestro alrededor emprendan reformas democráticas.

-¿Rechaza completamente la idea de un nuevo Medio Oriente?

-Esa es una idea típica de la gente que ha vivido mucho tiempo bajo asedio, y quiere cambiar lo que ocurre en el exterior imaginando simplemente una realidad diferente. Yo no estoy dispuesto a aceptar esa mentalidad de sitio. Observo objetivamente lo que pasa en el exterior, y sé que en un futuro previsible la disposición de los árabes a aceptar a Israel y vivir en paz con un acuerdo político depende todavía de nuestra capacidad para aclararles que no somos un fenómeno pasajero.

-Entonces ¿continuará con la política de muros de hierro?

-Hasta próximo aviso, estamos viviendo en una época de muros de hierro. Así ganamos tiempo. Nuestra esperanza es que con el tiempo haya cambios positivos en el mundo árabe que nos permitan disminuir las murallas protectivas, y tal vez desmantelarlas. Además, debemos decir que uno de los problemas es la constante erosión de nuestra capacidad de disuasión. Hay un error conceptual de creer que la paz por sí sola va a traer la seguridad. Eso conduce inevitablemente a la erosión en el nivel de motivación de los israelíes enrolados en las fuerzas armadas. Como consecuencia, se desarrolla un proceso muy peligroso en el cual corremos riesgos militares y políticos al mismo tiempo. Yo pretendo cambiar esa tendencia. Debemos entender que, aunque los acuerdos de paz mejoran la seguridad, no reemplazan la seguridad. La verdad es lo inverso: el poderío militar es una condición para la paz. Sólo un fuerte perfil disuasor puede preservar y estabilizar la paz.

-¿Cómo evalúa la situación estratégica de Israel? ¿Cuál es la verdadera índole de la realidad que nos rodea?

-Por el momento en el Medio Oriente hay una competencia entre dos procesos sobre los que Israel casi no tiene influencia: el proceso del extremismo y el proceso de la moderación. Lamentablemente los extremistas son actualmente más fuertes que los moderados, y en algún momento podrían convertir a los moderados en extremistas. Teniendo eso en mente encuentro que la idea de un nuevo Medio Oriente es sumamente divertida. La verdad es que desde 1979 estamos viviendo en un nuevo Medio Oriente. Enfrentamos tendencias panislámicas que no se ven desde hace mil años.

Es divertido que cuando alguien vuelve a las fronteras de 1967, y cede territorios sin nada a cambio, todos lo palmean en el hombro y lo felicitan. Puedo asegurarle que, si yo entregara la mitad de Jerusalén, también recibiría infinidad de premios y elogios por mi contribución a la paz. Pero la verdadera prueba del estadista no es cuánto apoyo se puede recibir subordinando los intereses propios a los del otro bando. La prueba consiste en proteger sus intereses mediante una política que defina los limites de las demandas y las reglas del juego.

-¿Existe una posibilidad real de conflicto militar con Siria? Sabemos que la inteligencia militar israelí cree que la perspectiva de guerra ya no es improbable.

-Debemos distinguir entre nuestra preparación para varias eventualidades y la probabilidad de que ocurran. Debemos prepararnos para el caso de que el gobierno de Damasco pierda la razón y decida lanzar un ataque repentino, basándose en la presunción de que obtendrá algún tipo de ventaja política. Pero, si me pregunta sobre la probabilidad de que ocurra, mi respuesta es no. Creo que los sirios son demasiado racionales para hacer eso.

-En su autobiografia usted considera al movimiento nacional palestino como un ardid del panislamismo. ¿Reconoce usted la existencia y el derecho a existir del pueblo palestino? ¿Reconoce que tiene derechos legítimos al oeste del Jordán?

-El movimiento palestino empezó como un instrumento panárabe, fue una herramienta de (Gamal Abdel) Nasser. Sin embargo, al desarrollarse cobró vida propia, y ciertamente debemos reconocer que existe esa aspiración diferenciada. No trato de negar la existencia del fenómeno. Al contrario trato de definirlo en términos precisos.
Mi argumento es que el nacionalismo palestino no se limita a Judea, Samaria y Gaza. Por un lado, también aparece en comunidades de Jordania, Líbano y demás. Por otro, está empezando a desarrollarse entre los árabes de Israel. Los que afirman que hay una identidad distinta en Judea, Samaria y Gaza, que se restringe sólo a esas zonas, se confunden. Por eso se complica el problema. Nos enfrentarnos con un nacionalismo palestino que es una rama del nacionalismo árabe en general.

-En el caso de las Alturas del Golán, ¿está dispuesto a considerar la retirada a las fronteras internacionales?

-Ante todo, no estoy dispuesto a negociar bajo amenazas. Cuando comencemos las negociaciones lo haremos con demandas idénticas a las de los sirios. Si ellos exigen todo el Golán, nosotros haremos lo mismo. El problema en el caso del Golán es la seguridad. No basta con hablar de normalización con Siria, que en el mejor de los casos sería fría, o de cambios psicológicos, que serían muy limitados. Debemos mantener el elemento de disuasión, y esto requiere adecuados acuerdos de seguridad. Ese es el problema que enfrentamos y tendremos que resolverlo en la mesa de negociaciones.

Este reportaje fue efectuado a mediados de diciembre del año 1996. Afortunadamente Bibi sigue pensando igual que hace 12 años.

 
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