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Lectura recomendada: La niña de los tres nombres



Escrito por la periodista Tami Shem-Tov, "La niña de los tres nombres", editado por Emecé, cuenta cómo Jacqueline van der Hoeden cambió de nombre, de familia, de ciudad y tuvo que "mentir a todos para seguir con vida", y es un homenaje a esos "héroes invisibles", esas gentes corrientes pero extraordinarias que arriesgaron su vida para poner a salvo la de ella, afirma esta superviviente agradecida.

El libro está dedicado "a Vonnet, al doctor Henry Kohly, a Alice y al doctor Hary Cooymans", personas todas ellas "que salvan vidas", dice Nili Goren, y revela el amor de un padre por su hija, a la que consiguió mantener esperanzada acerca del reencuentro con su familia a través de unas cartas llenas de poesía, de color y de risas.

Los originales son admirados hoy por miles de niños, después de que hubieran sido donados al departamento del Museo del Holocausto Beit Lojamei Haguetaot, de Israel, dedicado a ellos.

Pese al rechazo que la tragedia del Holocausto estaba produciendo entre los niños en Israel, "porque las historias les llegaban impregnadas de drama", Nili Goren se declaró convencida de que "hay que seguir contando lo que pasó, saber que se mató a seis millones de judíos, pues es muy fácil que algo así pueda volver a ocurrir".

Sin embargo, durante mucho tiempo ella se resistió a publicar un material que consideraba privado y "sin interés mas allá del ámbito más cercano de familia y amigos".

Las cartas de su padre se las entregó un buen día el médico de su pueblo holandés, que, dice, "me sorprendió sacando una de su bolsillo después de haberme enseñado a preparar jarabe para la tos".

"Siempre comparo mi experiencia con la de otros judíos que hay en el mundo y me parece mucho peor", confiesa también esta mujer, que fue separada a los ocho años de sus padres, una familia de clase media con cuatro hijos.

"Una experiencia así siempre deja huella, pero en mi caso me dieron amor y fue menos trágico", confesó, aunque también piensa que "ningún hogar alcanza tanto calor como el propio". "Ésa es la calidez -añade- que he intentado trasmitir a mis hijos".

Jacqueline, cuyo primer cambio de nombre fue a Lieneke, es, de las tres niñas del relato, aquélla con la que más se identifica, pues "estaba muy orgullosa de mi nombre. Mis padres -Jacob y Lina- me querían tanto que, según me explicaron, unieron sus dos nombres en el mío.

Fue la propia Nili Goren la que eligió a la periodista Tamy Shem-Tov para escribir el relato, pues "captó enseguida", explica, lo que ella quería contar, algo sencillo y alejado de un tono dramático.

"Hoy vivimos en un país libre que no quiere oír más historias tristes y horribles, pero hay otras formas de trasmitir las cosas para saber lo que pasó", asevera.

Fuente: EFE

 
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