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Sin dudas el mejor amigo del hombre



"Es el mejor amigo del hombre"... y del soldado.

Los perros de la unidad anti-explosivos del Ejército israelí tienen una larga experiencia en identificar explosivos, encabezar misiones militares, atacar, advertir emboscadas y rescatar supervivientes en terremotos o incendios. Para los soldados, son "una gran ayuda". Para quien es objeto de sus acciones, una terrible y temible pesadilla.

Cada perro de la unidad israelí tiene un receptor de radio en el collar a través del cual el guía (el soldado que va siempre con él) le da órdenes. En la espalda, el perro lleva adosado una pequeña cámara que filma todos los momentos y lugares por donde actúa.

De esta forma y a una distancia de varios metros, los soldados saben cuántos milicianos hay en el edificio rodeado y qué tipo de armas llevan. "Nuestros perros no son suicidas ni les enviamos a morir en nuestro lugar. Realizan misiones que antes hacían los soldados", dice el teniente coronel Yoav, responsable de Oketz, indispensable en toda misión militar ya sea terrestre, aérea o marítima.

Se entrenan en una moderna instalación donde los centenares de perros son cuidados como si fueran atletas profesionales. Se les controla su dieta, hacen ejercicio en una especie de gimnasio para canes y pasean dos veces al día con su alter ego, un soldado procedente de una unidad de élite que, tras año y medio de instrucción, se dedica exclusivamente a adiestrar, entrenar y garantizar el éxito de su perro.

La sintonía entre ambos es total y la confianza ciega. Se jubilan cuando llegan a los 10 años, momento en el que suelen ser adoptados por sus antiguos guías.

La Policía israelí también dispone de una unidad canina, aunque especializada más en la identificación de drogas. Hace unas semanas, la perra Sana acaparó los titulares de la prensa local al haber detectado ella sola y en pocos minutos decenas de kilos de heroína que ocultaban varios camellos en el sur del país.

El hallazgo de la famosa Sana supuso para estos unas pérdidas por valor de 40 millones de shékels (7.3 millones de euros). "Sana y sus colegas hacen un trabajo excepcional que provocan un daño de millones de shékels a los delincuentes. Simplemente, no pueden engañar a nuestros perros", afirma al diario Maariv el oficial David Netzer.

En la unidad Oketz, hay también cada vez más soldados que son entrenados y entrenan. "Estamos todo el día con el perro. Es uno más de la familia y el momento más duro es cuando al final de la jornada debemos despedirnos", dice una de las jóvenes que no teme a ir al frente de combate.

Muchas veces los perros son los primeros en caer en una misión. En tal caso, la unidad tiene un espacio reservado en el cementerio donde se la da el último adiós con todos los honores propios de un funeral militar.

Fuente: El Mundo

 
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