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La danza, una pasión inagotable



Rina Schenfeld, se le conoce como una de las pioneras de la danza en Israel. Hoy, decenas de años después de haber comenzado su carrera, tomando su primera clase de baile cuando era una niña, continúa entusiasmándose con pasión por lo que hace. Y comparte sus recuerdos y vivencias.

Inevitablemente, al hallarse Israel en el año de su sexagésimo aniversario de independencia, los primeros comentarios de Rina vinculan este lapso con su propia carrera, cuando le decimos que ella creció profesionalmente con Israel.

“Así es. Cuando Israel tenía dos años de edad, yo tomé mi primera clase de danza. Es impresionante qué nivel de danza, de vida cultural, de estudios de baile había, aunque el Estado recién se había fundado”, dice con tono de orgullo.

“ De la escuela de danza en la que yo estudié salieron bailarines que fueron aceptados luego en los mejores conjuntos en Nueva York y Europa. Tuve la suerte de tener una profesora de danza que había llegado de Rusia y había traído consigo un nivel sumamente alto”.

En realidad, la vida cultural era aquí variada y rica ya antes de la fundación del Estado, bajo el mandato británico, ya que la población judía estaba organizada, había fundado numerosas instituciones y su actividad era muy intensa en todos los ámbitos.

“Cuando mis padres llegaron a Israel provenientes de Polonia, dejaron a toda su familia atrás: padres y hermanos que luego fueron asesinados por los nazis. Creo que llegaron a mediados de la década de los 30, con mi hermano y mi hermana mayores que yo. Yo nací después, ya en Israel.”.

Todo eso se expresó después en el arte desarrollado por esta pionera de la danza israelí. “Me era importante expresar todo eso en mi arte. Ellos no querían tanto hablar de la tristeza y del Holocausto en el que sus familiares que quedaron en Europa fueron asesinados. Preferían destacar la alegría de la nueva vida en la tierra de Israel. Pero yo sentía que también la tristeza estaba allí por todos los seres queridos perdidos”.

Rina cuenta hoy que llegó a la danza “de forma bastante casual” porque alguien la vio haciendo ejercicios de gimnasia y dijo que sería un crimen que no bailara. De allí hasta el descubrimiento de su gran amor, no pasó mucho tiempo.

Hoy, mira hacia atrás y siente orgullo por lo que se hacía ya en los primeros años, pero también por lo que se ha avanzado desde aquel entonces.

“Hay una gran variedad de conjuntos y compañías y eso es muy importante. Además, hay cierto apoyo del Estado, lo cual antes no había. Aquí muchos talentos. Al parecer, por la tensión, hay mucha necesidad de expresarse”.

Fuente: El Universal

 
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