PARA LEER CON MAYOR COMODIDAD PODES

Labores agresivas con Washington (por Caroline B. Glick)



Desde la independencia de Israel hace 60 años, los vínculos estratégicos Estados Unidos-Israel se fortalecieron, Israel es el aliado más fiel de Estados Unidos en Medio Oriente.

El martes fue un día feliz, un día de orgullo para los teóricos de la conspiración judía en América. Las personas como Joseph diGenova sonrieron con alegría mientras veían a Ben Kadish, de 84 años de edad, conducido al tribunal del distrito federal de Manhattan bajo acusación de transferir información clasificada a Israel hace 25 años.

Simplemente es como Jonathan Pollard, afirmaban con exaltación. ¡Otro Pollard! ¡Por fin tenemos pruebas de que Israel controla grupos de espionaje y CÉLULAS DURMIENTES dentro de América! Se jactaron y se jactaron y sonrieron una y otra vez mientras sus metáforas terroristas son cada vez más exageradas.

¿Células durmientes? ¿Se refiere a agentes enviados a un país a esperar la orden de ataque? Bueno, no exactamente.

DiGenova se hizo famoso como el fiscal federal que encerró a Pollard de por vida por crímenes que en general no le habrían costado más de unos cuantos años en el agujero. Obviamente tiene un don para expresarse. Y cuando hablaba al New York Times de "células durmientes", aparentemente hablaba de agentes del FBI que se echaron la siesta durante 23 años y después se despertaron de pronto y decidieron llevar a un anciano desde su residencia hasta la justicia y acusarle de crímenes capitales.

Tanto el hecho de que Kadish fuera liberado por el juez bajo una fianza de 300.000 dólares escasos como los detalles que han trascendido sobre su caso dejan bastante claro que Kadish no era un espía muy serio. El contenido total de sus presuntas acciones, que tuvieron lugar entre 1979 y 1985, implicó sacar documentos de la biblioteca de Picatinny Arsenal, en Nueva Jersey, donde trabajaba como ingeniero mecánico, y mostrarlos a un funcionario consular israelí. Los documentos no podían estar muy clasificados porque Kadish tenía una autorización de seguridad mínima.

De los entre 50 y 100 documentos que sacó a lo largo de 6 años, aparecen mencionados tres en la acusación. Supuestamente transfirió un documento relativo a armas nucleares -- armas que desde antes de los años 80, se presumía que Israel contaba ya con un arsenal completo. Presuntamente transfirió datos relativos al caza F-15, del que Israel ya tenía varios. Y presuntamente transfirió información sobre el sistema de defensa balística Patriot -- que Estados Unidos había entregado a Israel 5 años antes.

Existe un motivo de que los tertulianos israelíes se estén rasgando las vestiduras con el episodio Kadish. Según informaciones de los medios, en el 2004 -- un periodo durante el cual las relaciones estratégicas norteamericano-israelíes eran tensas debido a las ventas israelíes de armamento a China, las ventas de armamento norteamericano a Arabia Saudí, y la adopción por parte de Estados Unidos de la anti-Israel hoja de ruta -- la administración Bush presionó al gobierno Sharon para que reconociera que 20 años antes, cuando Pollard estaba transfiriendo documentos a un ritmo de centenares cada semana a sus tratantes israelíes, Israel desplegó también otro agente. Presumiblemente fue entonces cuando Israel fue obligado a dar la identidad de Kadish a los americanos.

Según los medios israelíes, tras las declaraciones confidenciales de Israel a funcionarios norteamericanos, Kadish fue interrogado por el FBI y admitió haber transferido documentos e Israel. A continuación abandonó el país, viajó a Israel -- donde se podría haber quedado - y volvió a Estados Unidos.

La mayor parte de los comentaristas políticos israelíes y los funcionarios del gobierno sin identificar afirmaron con enfado que el momento de la detención de Kadish fue cuidadosamente elegido para perjudicar a las relaciones de Israel con Estados Unidos en un momento clave. En dos semanas, está programado que el Presidente George W. Bush visite Israel para participar en las celebraciones del 60 aniversario de su independencia. Se presume ampliamente que durante su visita, el gobierno Olmert -Livni-Barak intentará asegurar el compromiso de Bush para conmutar la pena de Pollard y sacarle de la cárcel antes de que Bush abandone el cargo. Kadish, se presume, fue detenido para impedir cualquier posibilidad de que Pollard fuera liberado.

Teniendo en cuenta el carácter vengativo que ha marcado la postura de la comunidad norteamericana de Inteligencia hacia Pollard desde su arresto, es posible que el temor a un perdón presidencial sí movilizase la detención ahora de Kadish. Y aún así, está lejos de quedar claro que un acuerdo en materia de la liberación de Pollard estuviera alguna vez abierto negociación. Bush no ha expresado ninguna disposición a considerar las apelaciones israelíes para su liberación, y ni el gobierno Sharon ni el gobierno Olmert-Livni-Barak han realizado ningún esfuerzo real por asegurar la liberación de Pollard. En la práctica, en una señal de desprecio a Pollard, el gobierno Olmert-Livni-Barak tiene formando parte del gabinete de seguridad al antiguo contacto de Pollard, el Ministro de Asuntos de los Pensionistas Rafi Eitan.



Es también posible que Kadish fuera detenido para intentar obligar a Israel a realizar concesiones masivas al grupo terrorista Fatah con el fin de asegurar un "acuerdo de paz" entre Israel y la OLP antes de que Bush abandone la presidencia. En el pasado, Estados Unidos ha utilizado las alegaciones de espionaje israelí para obligar a Israel a seguir su línea de apaciguamiento hacia la OLP. En 1997, la administración Clinton fomentó los titulares histéricos acerca de un topo de alto nivel de Israel llamado "mega" que supuestamente ingresaba en los círculos más elevados de la comunidad de la Inteligencia norteamericana. La noticia resultó ser una invención completa, pero llegaba después de que un atentado suicida en Jerusalén hubiera movido al entonces primer ministro Binyamin Netanyahu a suspender contactos con Yasser Arafat.

En el 2004, Estados Unidos procesaba a dos miembros del lobby AIPAC en una maniobra transparentemente política, afirmando que estaban traficando con documentos clasificados para obligar a la administración Bush a hacer algo para impedir que Irán adquiriera armas nucleares. Los integrantes del grupo de presión aún están a la espera de juicio, que cobra más aspecto de farsa a cada día que pasa. Pero en el ínterin, Estados Unidos se ha visto libre de la presión israelí para tomar en serio al programa nuclear iraní, durante 4 años.

Kadish era liberado bajo fianza el mismo día que el Los Angeles Times daba a conocer la noticia de que el director de la CIA Michael Hayden informaría al Congreso el jueves sobre el ataqué aéreo de Israel del 6 de septiembre en Siria. Durante los últimos 6 meses, la administración hizo todo lo que pudo para evitar que cualquier información sobre el ataque israelí saliera a la luz. Finalmente, Hayden se ha visto obligado a informar al Congreso de los detalles de la incursión después de que la legislatura condicionara la aprobación del presupuesto de Inteligencia a recibir información completa del ataque aéreo.

Según la información del Los Angeles Times y las noticias posteriores, el testimonio de Hayden reconocería que las agencias Inteligencia norteamericanas han fracasado a la hora de reconocer los peligros del reactor de plutonio de construcción norcoreana que Siria había construido no lejos de su frontera con Turquía. Fueron las agencias de Inteligencia israelíes, no las agencias norteamericanas, las que se infiltraron en las instalaciones, sacaron videos y pruebas físicas de su carácter, y en la práctica la destruyeron en un complicado ataque aéreo con incursión sobre tierra.

De manera que según las informaciones de los medios americanos, el testimonio de Hayden pondría de manifiesto dos verdades básicas que los teóricos de las conspiraciones judías en la comunidad norteamericana de Inteligencia y el Departamento de Estado no están interesados en que conozcan ni la opinión pública ni el Congreso: la Inteligencia israelí es superior a la Inteligencia norteamericana; y la alianza norteamericana con Israel es vital para la seguridad nacional norteamericana.

Desde la independencia de Israel hace 60 años y especialmente desde que los vínculos estratégicos Estados Unidos-Israel florecieran tras la Guerra de los Seis Días, Washington ha tenido dos opiniones sobre el estado judío. La primera opinión y la pública es que Israel es el aliado más firme y fiable de Estados Unidos en Oriente Medio, y que la alianza Estados Unidos-Israel es fuerte porque se basa en valores compartidos tanto como en intereses compartidos.

La segunda opinión es que Israel es un lastre. Tal como ven las cosas los que apoyan esta tesis, Israel es el malo judío de Dickens en versión nacional. Es hermético, agresivo y no es digno de confianza. En la práctica, en lo que respecta a los antisemitas de Washington, Israel es la fuente de todas las dificultades de Estados Unidos en el mundo árabe e incluso en Europa.

Durante años, los que apoyan la segunda opinión han llevado a cabo una política exterior independiente con respecto a Israel que está enfrentada diametralmente con la política norteamericana oficial de apoyar a Israel como aliado. En la práctica, el Departamento de Estado ha socavado toda tentativa presidencial de tratar bien a Israel desde 1948.

Pero tanto desde el ataque israelí contra el programa nuclear sirio como la postura de Israel hacia el espionaje demuestran lo ridícula y contraproductiva que es la política norteamericana oficiosa -- aunque consistente -- hacia Israel. En el caso de la operación en Siria, protestas de la izquierda israelí sobre no desear avergonzar al dictador sirio Bashar Assad a un lado, Israel tenía un interés nacional claro en denunciar la naturaleza del objetivo con tanta rapidez como fuera posible. Además, el Primer Ministro Ehud Olmert tenía un interés político en denunciar los detalles de la incursión frente a la opinión pública israelí tan rápidamente como fuera posible.

Y aún así, accediendo a las exigencias norteamericanas, Israel impuso una censura draconiana a los medios acerca del ataque. Para complacer a la Secretario de Estado Condolizza Rice, que aún se aferra a la noción de que sus brillantes habilidades diplomáticas le van a permitir convencer a los norcoreanos de abandonar su arsenal nuclear, y similares, Israel accedió a esconder información de su vital misión y su éxito masivo tanto a su propio pueblo como a la audiencia global.

En cuanto al espionaje, como el difunto Yitzhak Rabin observaba una vez, cada pocos años Israel descubre otro agente norteamericano espiando contra el estado. En lugar de montar un número con ello, y a pesar del hecho de que parte de la información robada es profundamente perjudicial para la seguridad nacional de Israel, a causa del sentido de compromiso con Washington Israel mantiene la discreción con los escándalos y generalmente deporta a los espías.

Al detener a un veterano de la Segunda Guerra Mundial de 84 años de edad en un esfuerzo por situar a Israel bajo la sospecha al mismo tiempo que su triunfo militar en Siria queda en evidencia frente al pueblo americano, Estados Unidos está demostrando tristemente una vez más a Israel que las tácticas sin escrúpulos son las que mejor funcionan. Si Israel quiere ser tratado con respeto por parte de Estados Unidos, la lección de la incursión en Siria, el caso Kadish y el caso Pollard es que Israel haría mejor en permanecer en segundo plano.

Lo primero que debería hacer es detener a los funcionarios sospechosos de transferir información clasificada a Estados Unidos sin autorización. A continuación debería publicar los nombres de los detalles de los espías americanos a los que Israel ha sorprendido previamente y tratado con guante de seda. A continuación debería exigir públicamente que Bush libere a Pollard de la cárcel donde se pudre mientras se espera que la agente de Hezbolá Nada Prouty - que se infiltró tanto en la CIA como en el FBI -- reciba una pena de 6 meses de cárcel por sus crímenes.

Cuando Bush llegue para celebrar el 60 cumpleaños de Israel, los líderes de Israel harían bien en mostrarle que a los 60 años, Israel es un país adulto. Y como tal, exige ser tratado con el respeto que se debe a su aliado más fiable en Oriente Medio.

Fuente: El Diario Exterior

 
ir arriba