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Una muestra destaca el aporte a Israel de los supervivientes del Holocausto



El aporte de los supervivientes de la barbarie nazi a la construcción del Estado de Israel, que celebra la próxima semana su sesenta aniversario, inspira una colorida y vitalista exposición inaugurada hoy en el Museo del Holocausto.

Su huella 'se puede encontrar en todos los campos de actividad: académico, artístico, creativo, deportivo', resumió el director del museo, Avner Shalev, al presentar una muestra de los logros y los productos con cuyo diseño los sobrevivientes ayudaron a levantar un país entonces recién nacido.

Latas de tomate, botes de sacarina, trajes de baño, ceniceros...

El Museo del Holocausto (Yad Vashem) abandona en esta ocasión su habitual tono grave para homenajear a quienes pudieron así rehacer su vida tras casi perderla.

Inaugurada por el primer ministro israelí, Ehud Olmert, la exposición se abrió en vísperas de la jornada de recuerdo de la Shoah, la masacre nazi de seis millones de judíos, pero evitando que el acto coincidiera con esa fecha por considerarse incompatible lo alegre de la muestra y lo luctuoso de la efeméride.

Lejos de cifras y textos históricos, el Yad Vashem propone en esta exhibición un viaje por la historia del país a través de los libros, los diseños, las fotografías o las películas efectuadas por supervivientes de la Shoah.

'Fueron muy dinámicos, llenos de energía. Hicieron todo por integrarse, por ser más israelíes que los israelíes', explicó Shalev, máximo responsable de un centro galardonado con el último Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

La mitad del millón de habitantes del Estado judío en sus primeros años de vida eran los famosos 'pioneros', los sionistas que emigraron a la Palestina bajo protectorado británico, lo que generó el conflicto con los palestinos que dura hasta nuestros días.

La otra mitad fueron supervivientes del Holocausto, que acabaron en Israel 'no porque fueran sionistas o para mejorar su vida, sino porque la Historia les empujó a ello', explica la comisaria de la exposición, Yehudit Shendar.

La muestra, que permanecerá abierta alrededor de un año, se basa en los pequeños objetos e imágenes que han marcado el imaginario colectivo de la sociedad israelí, pero que pocos saben que nacieron de las mentes de supervivientes de la Shoah.

Las paredes del museo están cubiertas con grandes reproducciones de objetos banales, como un recipiente para sacarina o una marca de helados diseñadas por ese colectivo, del que quedan con vida unas 250.000 personas.

Por ejemplo, una vitrina expone ceniceros, abre-botellas y pequeñas esculturas de Srulik, el joven protagonista de una famosa viñeta que representa a los pioneros sionistas.

No muy lejos, una mesa presenta libros escritos por supervivientes, mientras que una serie de proyecciones recuerdan sus contribuciones al teatro o al cine.

Shendar destaca que muchos supervivientes -dramaturgos, actores, escritores o cineastas- se convirtieron en maestros en el manejo de la lengua hebrea pese a que llegaron al país tan sólo con el yidish (la lengua de los judíos de Europa central y oriental) y el idioma de su país natal.

Para ilustrarlo, la exposición recrea las comedias del director de cine Efraim Kishon junto a sus primeros deberes de hebreo llenos de correcciones.

En otro rincón, una radio repite sin cesar las canciones -convertidas en míticas- que compuso o interpretó este comunidad ,y una plataforma alberga maniquíes con atrevidos trajes de baño, obra de la superviviente Lea Gottlieb.

Cuando esta húngara emigró a Israel, montó una empresa de lo que sabía hacer, chubasqueros, hasta que se dio cuenta de que un país cálido como Israel demandaba elegantes bañadores con un toque oriental, algo en lo que se convirtió en una destacada diseñadora.

Otra anécdota corresponde a la citada lata de tomate frito, ilustrada con un recio y sonriente hombre con una caja de tomates que se ha convertido en el icono del kibutznik (habitante del kibutz, comunidad agrícola autogestionaria) cuando en realidad era un conductor de autobús.

'Pese a ser emigrantes, los supervivientes que trabajaron en el mundo del diseño gráfico tuvieron una gran capacidad de representar la 'israelidad'', explica Shendar.

Fuente: EFE


 
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