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No hay sitio para Irán en el Consejo de Seguridad de la ONU (por Ileana Ros-Lehtinen)



El periódico israelí Haaretz informó que el régimen iraní continúa tratando de obtener un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Aunque este gesto escasamente revela algo nuevo del descaro de la república islámica, subraya la urgente necesidad de reformar las Naciones Unidas.

El grupo de naciones del Consejo de Seguridad ha pasado tres rondas de sanciones contra el régimen iraní por sus actividades nucleares. No se contenta simplemente con desafiar la voluntad del Consejo de Seguridad (Irán recientemente anunció que podría estar instalando 6,000 nuevas centrífugas), la república islámica ha determinado no solamente subvertir el único organismo de las Naciones Unidas con el poder de actuar decisivamente por la seguridad internacional. Como el Embajador de Italia ante las Naciones Unidas Marcelo Spatafora lamentó: “El Consejo de Seguridad está paralizado. Llegará a convertirse en irrelevante”.

El hecho de que Irán posiblemente aspiraría a un asiento en el Consejo de Seguridad revela la enormidad de la corrupción de la justicia dentro de las Naciones Unidad. A pesar que su programa nuclear y su lamentable record de derechos humanos, el régimen iraní mantiene posiciones de liderazgo en este organismo internacional en posiciones de no proliferación y en misiones de derechos humanos. Un país que ha pedido la eliminación de Israel, se destaca en el comité de planificación para la Conferencia de Revisión de Durban, lo que ciertamente sería una copia de las manifestaciones de odio anti-semítico y anti-Israel del 2001.

El caso iraní es difícilmente excepcional. Cuba y China jamás han sido censurados por abusos a los derechos humanos, en lugar de eso han sido honrados con membresía del Consejo de Derechos Humanos. Además, las Naciones Unidas no denuncian los ataques contra Israel, en lugar de ello conmemoran y honran a los terroristas suicidas palestinos. Sólo con un aspirador moral podría Irán aspirar a sentarse en la mesa del Consejo de Seguridad.

Corrupción, fraude, y perversión de la justicia están rampantes en las Naciones Unidas. En enero, Inga-Britt Ahlenius, jefe de la Oficina de Supervisión Interna (OIOS por sus siglas en inglés) demostró con su equipo investigativo que “encontraron mal manejo, fraude y corrupción en una extensión que realmente no esperaban”. Y todavía a pesar de esas transgresiones, Estados Unidos continúa enviando billones de dólares de sus contribuyentes a una organización moralmente en bancarrota.

Es obligación del Congreso proteger a nuestros contribuyentes y luchar por reformar las Naciones Unidas; por eso he presentado la Ley de Transparencia, Confiabilidad y Reforma de las Naciones Unidas (H.R. 2712). Esta medida proporciona un camino directo para reformar, crear incentivos básicos en las Naciones Unidas e imponer la necesidad de transparencia y confiabilidad. Más de 40 miembros bipartidistas del congreso han co-patrocinado esta ley.

Yo espero que más funcionarios de los Estados Unidos considerarán anular el cheque en blanco que anualmente enviamos a una organización con valores claramente contrarios a los nuestros.

Fuente: Diario de Las Américas


 
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