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La verdadera herencia de Mughniyeh (por Caroline Glick)



La herencia de Mughniyeh no es simplemente una lista de enumeración de las masacres y torturas. Es el nexo del terror global. Mientras que es estupendo que esté muerto, debe entenderse que es insuficiente.

Es absolutamente posible que el amo del terror Imad Mughniyeh no fuera asesinado la noche del martes en Damasco por sus crímenes anteriores, sino para evitar que perpetrara achaques adicionales en el futuro.

El 30 de enero, el servicio de seguridad francés llevaba a cabo un registro de un apartamento de París y detenía a seis varones árabes. Tres de ellos - dos libaneses y un sirio - viajaban con pasaporte diplomático. Según el rotativo italiano Libero, los seis formaban parte de una célula de Hezbolá. Los documentos incautados incluyen mapas turísticos de París, Londres, Madrid, Berlín y Roma marcados con tinta roja para indicar caminos, direcciones, aparcamientos y "zonas de descanso de camiones". Los mapas señalan varias rutas hasta entradas traseras al Vaticano.

La información de Libero explica que "las zonas de descanso de camiones" encajan con información que habían recibido los franceses la semana anterior procedente de Beirut. Allí, el jefe de Hezbolá Hassán Nasralah había convocado una conferencia de sus mandos terroristas en la que les ordenó activar las células de Hezbolá dentro de Europa con el fin de secuestrar a líderes europeos.

El día de las detenciones, el Ministro francés de Defensa Herve Morin se reunía con su homólogo norteamericano, el Secretario de Defensa Robert Gates y con la Secretario de Estado Condolizza Rice en Washington en una visita de urgencia. Durante sus comparecencias públicas, Morin criticaba el National Intelligence Estimate norteamericano acerca del programa nuclear de Irán del pasado noviembre. Morin comentaba, "La información contrastada procedente de un buen número de servicios de Inteligencia nos conduce a creer que Irán no ha abandonado su deseo de lograr su programa [nuclear]", y "sigue desarrollándolo".

Otras informaciones recientes evidencian la preocupación francesa de que su embajada en Beirut esté a punto de ser objeto de ataques por parte de Hezbolá. El 15 de enero los terroristas atacaban la embajada norteamericana con un coche-bomba en Beirut, matando a cuatro personas e hiriendo a 16. Esta semana, el jefe del estado mayor del Presidente Nicholas Sarkozy declaraba al semanario L´Express que "la amenaza del terror contra Francia sigue siendo bastante elevada".

Todos los temidos ataques terroristas contra objetivos franceses y europeos han sido maniobras clásicas del jefe de operaciones de Hezbolá y funcionario de la Guardia Revolucionaria iraní Imad Mughniyeh. Mughniyeh fue pionero en los atentados contra embajadas y los secuestros de personalidades de alto nivel.

La mayor parte de las informaciones sobre su muerte trataban a Mughniyeh como una vieja gloria. La cobertura se dedicó a sus ataques contra objetivos americanos, israelíes o judíos en los años 80 y principios de los años 90. Pero en el momento de su muerte, Mughniyeh seguía siendo uno de los operativos del terror más peligrosos y prolíficos del mundo.

El amplio papel directivo de Mughniyeh en el terror global quedaba plasmado por la reacción a su muerte por parte de grupos terroristas que aparentemente no guardan relación. Representantes del supuestamente nacionalista y secular grupo terrorista Fatah expresaban su orgullo por el trabajo de su vida. "Estamos muy orgullosos de que un palestino ocupe tan alto cargo en Hezbolá", declaraba al Jerusalem Post un funcionario de Fatah que trabajó con Mughniyeh en los años 70 y 80. Cada grupo terrorista palestino - desde Fatah a Hamas pasando por la Jihad Islámica, los Comités de resistencia Popular, el PFLP o el DFLP - rindieron tributo a Mughniyeh como héroe y mártir, y llamaron a la venganza contra Israel y Estados Unidos.

En Irak, terroristas sunitas y chiítas por igual lamentaban su muerte y pedían venganza. El líder de la milicia chiíta, Muqtada al-Sadr, cuyas fuerzas eran entrenadas y organizadas por Irán y Mughniyeh, condenaba la muerte de Mughniyeh. El supuesto archienemigo de Sadr, Abú Omar al-Baghdadi, que encabeza al-Qaida en Irak y cuyos mandos de operaciones se encuentran en Irán, respondía a su muerte instando a ataques contra Israel.

Y por supuesto, Hezbolá y sus patrocinadores estatales, Irán y Siria, condenaban la muerte de Mughniyeh en los términos más firmes llamaban a la venganza por su muerte.

Estas condenas no son comentarios nostálgicos para una vieja gloria. Esta reacción uniforme a lo largo de todo el espectro terrorista es el grito de guerra de los soldados de Mughniyeh por su comandante. A través de Irán, Mughniyeh era en la práctica el mando o padrino o ambas cosas en todas estas fuerzas. El trabajo de su vida representa el crecimiento, el desarrollo, y el modus operandi de las fuerzas del terror global y la jihad. Y comprender el trabajo de su vida es la clave para comprender la naturaleza de las fuerzas jihadistas desplegadas contra Israel y el mundo occidental.

MUGHNIYEH COMENZABA SU CARRERA TERRORISTA en los años 70 en la Fuerza 17 del líder de Fatah de Yaser Arafat en el Líbano. Allí, además de sembrar el terror entre los cristianos libaneses, Arafat y él entrenaban a los jihadistas chiítas iraníes. Estos hombres llegaban a los campamentos de la OLP en el Líbano a principios de los años 70 para entrenarse con el fin de derrocar al Shah de Irán e instaurar a su líder, el ayatolá Jomeini, como cabeza del nuevo estado islámico. En 1979 se convertían en el espinazo de la recién constituida Guardia Islámica Revolucionaria de Irán.

Cuando Israel obligó a Arafat y su ejército terrorista de Fatah a huir del Líbano en 1982, Arafat entregó el arsenal de Fatah a Mughniyeh, que en aquella época, en calidad de alto funcionario del nuevo Cuerpo de la Guardia Islámica Revolucionaria, estaba constituyendo Hezbolá. Como heredero terrorista de Fatah, Mughniyeh y sus colegas se preparaban para expulsar a norteamericanos, franceses e israelíes del Líbano y des-afrancesar a los sunitas y los cristianos libaneses. Lograron sus objetivos a través de una mezcla de tácticas terroristas, como coches bomba, atentado suicida, secuestros de aviones de pasajeros, secuestros, asesinatos y atentados contra embajadas, y tácticas de guerrilla urbana, como emboscadas, ataques con lanzagranadas contra convoyes, disparos de francotiradores, adoctrinamiento popular y operaciones de guerra psicológica. La mayor parte de estas operaciones fueron llevadas a cabo dentro del Líbano.

En los años 90, Mughniyeh e Irán pusieron en marcha su iniciativa. No solamente promulgaron de nuevo sus atentados con coche bomba en Suramérica, también expandieron su nexo terrorista hasta la entonces naciente organización sunita wahabí al-Qaida. Como documenta Thomas Joscelyn en su corto libro La guerra a distancia de Irán contra América, a través de Mughniyeh, Irán ha sido instrumental en el entrenamiento, el armamento y la protección de al-Qaida desde principios de los años 90.

Como agente iraní en los primeros años 90, Mughniyeh construyó alianzas operativas con Osama bin Laden, Ayman Zawahiri y el jefe militar de al-Qaida Saif al-Adel cuando al-Qaida se encontraba radicada en Sudán. Junto a varios cientos de operativos de al-Qaida más, Adel viajó a Líbano para entrenarse en los campamentos de Hezbolá. Los instructores de Hezbolá también trabajaban en los campamentos de al-Qaida en Sudán, y los operativos de al-Qaida también impartían entrenamiento en los campamentos de la Guardia Revolucionaria de Irán. Desde 1996 hasta 1998, el 10% de las llamadas telefónicas de Osama bin Laden vía satélite proceden de Irán.

La cooperación operativa entre Hezbolá y al-Qaida se propagó rápidamente.

En 1996, Irán solicitaba a Hezbolá volar por los aires las Torres Jobar, en Arabia Saudí, que albergaban a personal militar norteamericano; 19 efectivos americanos eran asesinados. Aunque al-Qaida nunca fue vinculada oficialmente al atentado, Zahawiri llamaba por teléfono a Osama bin Laden para felicitarle por el ataque.

La célula terrorista de al-Qaida en Kenia que perpetró el atentado de las embajadas norteamericanas en Nairobi y Dars el-Salaam en 1998 se sometía a entrenamiento en campamentos de Hezbolá en el Líbano. El ataque contaba con todos los indicios de las operaciones de Mughniyeh. Al igual que los ataques de 1983 contra las instalaciones de los Marines y la base de los paracaidistas franceses en Beirut, los ataques de 1998 fueron perpetrados con un doble coche-bomba en ubicaciones distantes casi al mismo tiempo.

Como recuerda Joscelyn, la Comisión del 11 de Septiembre instaba a investigar el papel de Irán en los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra América. Adel, veterano de los campamentos de Hezbolá, era conocedor de los planes de los atentados antes de que tuvieran lugar. Ramzi Binalshibh, el cerebro del plan, salió y entró varias veces de Irán en los meses previos a los atentados. También entonces ocho de los 10 terroristas del 11 de Septiembre pasaron por Irán a finales de 2000 asistidos por Hezbolá y por funcionarios de la Guardia Islámica. Los iraníes no sellaron sus pasaportes. Varios de los terroristas pasaron por Irán camino del Líbano. Mughniyeh en persona volaba hasta Beirut desde Teherán a bordo del mismo vuelo privado que el secuestrador del 11 de Septiembre Ahmed al-Ghamdi.

Aunque Irán y los Talibanes casi fueron a la guerra entre sí en el 2000, como consecuencia de la invasión de Afganistán encabezada por Estados Unidos en octubre del 2001, según los líderes Talibanes encarcelados en Guantánamo, Irán prometía ayudar a los Talibanes en su lucha contra Estados Unidos. Teherán abría sus fronteras a los líderes Talibanes que huían y los altos mandos de al-Qaida - incluyendo a Adel y al hijo de Osama bin Laden y su heredero, Saad y Abú Musab Zarkawi. Desde Irán, Adel y bin Laden hijo planeaban y ordenaban los ataques en Arabia Saudí.

Por otra parte, desde Irán, Adel y bin Laden trabajaban con Zarkawi proyectando la insurgencia del grupo en Irak. Citando una extensa información procedente de la revista alemana Cicero, Joscelyn describe cómo Zarkawi montó su red terrorista bajo la protección de la Guardia Islámica Revolucionaria. Zarkawi no tuvo problemas operando en Irán a pesar de su reconocido odio a los chiítas, a los que tras entrar en Irak masacraba cada vez que tenía ocasión.

También entonces, como informaba el miércoles [el diario] Al Sharq al Aswat, Mughniyeh jugó un papel central organizando y entrenando a las milicias chiítas en Irak. Trabajó de director de la oficina de Inteligencia de Irán en el sur de Irak, entrenó a los guerrilleros del Ejército del Mahdi de Sadr en Irán, Irak y el Líbano, y montó una oficina en Basora para facilitar su ingreso en Irak procedentes de Irán.

Tras los Acuerdos de Oslo de 1993 entre Israel y la OLP, Irán prescindía de Arafat como traidor. Mughniyeh se encargaba de recomponer las relaciones. En 1993 devolvía a Fatah a la órbita iraní actuando como intermediario en la negociación de la venta de armamento iraní en el buque Karine A a la Autoridad Palestina; el carguero era interceptado por el mando naval del ejército israelí en enero de 2002.

Después de que Israel se retirara de Gaza en el 2005, Mughniyeh se puso a trabajar como intermediario para poner a Hamas bajo el control iraní. Ese control quedaba consolidado en una reunión entre el líder de Hamas Jaled Mashaal, el Presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, el Presidente sirio Bashar Assad y Mughniyeh en Damasco en enero de 2006, tras la victoria electoral de Hamas en las legislativas de la Autoridad Palestina.

Bien entrado el 2006, Mughniyeh volvía al Líbano para planear el secuestro de soldados del ejército israelí perpetrado el 12 de julio de 2006, que precipitó la Segunda Guerra del Líbano ese verano. Mughniyeh daba las órdenes según consta a las fuerzas de Hezbolá durante la campaña. Tras la guerra, venía supervisando el rearme de Hezbolá así como el entrenamiento de las fuerzas de Hezbolá y Hamas en Irán. Saad bin Laden había viajado según se informa hasta Siria para supervisar los cargamentos de armamento durante la guerra con destino a Hezbolá.

ES POSIBLE QUE Mughniyeh fuera irreemplazable. El papel central que jugaba en el nexo del terror global era único. Nadie más dispone de un abanico tan amplio de logros. Pero poner demasiado énfasis en la importancia de Mugniyeh sólo sirve para ocultar la realidad básica que representa el trabajo de su vida.

Mughniyeh representó el hecho de que los terroristas de todas las variantes colaboran entre sí de buena fe contra sus enemigos comunes en Occidente. Mughniyeh se ocupaba de tender puentes por encima de todas las divisiones dentro del mundo árabe y el terrorismo islámico. Demostró que en lo que respecta a atacar a Occidente, no existe ninguna diferencia entre terroristas seculares, terroristas nacionalistas, terroristas religiosos, terroristas islamistas, sunitas o chiítas.

Su trabajo revela la verdad inconveniente que es negada tan fervientemente por los legisladores y políticos de todo el mundo occidental. Demuestra que para los jihadistas no existe ninguna diferencia entre los terroristas que atacan en Israel o los que atentan contra objetivos judíos en el extranjero o aquellos que atacan objetivos no israelíes y no judíos. Además, su trabajo como agente iraní demuestra el papel central de Irán en el patrocinio de la jihad en todo el mundo.

La herencia de Mughniyeh no es simplemente una lista de enumeración de las masacres y torturas. Es el nexo del terror global. Mientras que es estupendo que esté muerto, debe entenderse que es insuficiente. Cientos de miles se reunían en Beirut para celebrar el trabajo de su vida. Occidente tiene que entender el significado de ese trabajo y cerrar filas para destruirlo - capa tras capa.


Fuente: El diario exterior

 
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