Desde temprana edad se sumerge en la literatura hebrea y universal. Resultó ser el poeta de la tragedia judía histórica así como fue cantor de la mas ferviente fe en la supervivencia judía. Tiene fe, cree pero no es creencia religiosa sino creencia en el hombre, en su capacidad. Escribe en hebreo pero el contenido de sus poesías es ampliamente universal.
Una de sus más importantes poesías es “Yo creo”, escrita en 1929, en la cual reformula el “Yo creo” de Maimónides, despojándolo del contenido religioso y convirtiéndolo en un canto al amor, y a la libertad. Escribió también una obra de teatro: Bar Kojva.
Una de sus primeras poesías, escrita en 1898 es Canción de Cuna en la que a diferencia de lo que muchos decían y creían: Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra, es la relación entre el pueblo judío y la Tierra de Israel.
He aquí esta poesía:
Se fueron las sombras
Callaron los pájaros
Duérmete hijo mío
No vivirás en las tinieblas
Porque contigo estaré yo.
Se iluminará el oriente
Con canciones y trinos,
Palidecerá la aurora
Y desde el este
También nuestro sol ascenderá.
Eres hebreo, hijo mío
Esa es tu felicidad y tu desgracia,
Desciendes de un pueblo antiguo.
Este pueblo es tu orgullo
Aún eres niño, crecerás y sabrás
las grandes hazañas de tu pueblo
entonces entenderás lo oculto
cuando nuestro sol ascienda.
Hombre serás y manos crueles
Te atacarán, pollito mío
Entonces no tendrás tranquilidad
Duerme, yo estaré contigo
Duérmete, el día ya termina
La oscuridad nos rodeará.
Aunque en las tinieblas vivas
Aún nuestro sol ascenderá.
Vagabundo serás en todo el mundo
Pero tu patria es una
No olvides, tu bandera Sión
Hasta que bajes al sepulcro.
Pero aún si tarda el día de la redención
Se encamina paso a paso
No te decepciones, mantened la esperanza
Aún ascenderá nuestro sol.
Sobre el Jordán y en el Sharón
Allí moran los árabes
Nuestra será esta tierra!
También tú estarás entre sus constructores!
Un día se levantarán nuestros abanderados
Tú no traicionarás
Las armas de los héroes
Porque nuestro sol ascenderá.
En la próxima poesía Chernijovsky se dirige al niño - a cada niño judío -que no desespere porque el día de la redención tarda. Al igual que Maimónides en sus Principio de la Fe dice: Yo creo con fe inquebrantable en la venida del mesías aún cuando se demora. Chernijovsky medio siglo antes de la lucha de rebelión de la juventud judía en la Tierra de Israel llama al niño judío a incorporare a las filas de los abanderados y a las armas de los héroes.
Esa misma idea, el llamado a cada judío a enrolarse en el combate por la redención está en una poesía, escrita alrededor de 1925, en la que dice que el macabeo, el que luchó contra la hegemonía extranjera en la Israel del Segundo Templo es cada judío y eso dice la poesía:
Dicen que hay una tierra.
Dicen que hay una tierra
Una tierra bañada por el sol
¿Dónde está esta tierra?
¿Dónde está este sol?
Dicen que hay una tierra
Con siete columnas
Siete satélites surgen
Sobre cada colina
Tierra en la que se cumple
Todo lo que uno espera
Entra todo el que quiere
Y se encuentra con Aquiva.
Salud a tí Aquiva
Salud a tí maestro
¿Dónde están los santos?
¿Dónde está el macabeo?
Le contesta Aquiva
Le dice el maestro:
Todo Israel son santos.
El macabeo eres tú.
Evoca Chernijovsky a Rabí Aquiva el sabio y el mártir de Israel, en la época de la rebelión de Bar-Cojba como el hombre autorizado a llamar a todo judío a las armas en la lucha por la Redención.
Tampoco las derrotas decepcionan y hacen perder la esperanza a Chernijovsky. He aquí una poesía que dedica a una de las mas dolorosas derrotas de la historia judía, la batalla en la que los filisteos derrotaron al ejército del rey Saúl sobre los montes de Guilboa, en la que murieron el rey, los príncipes y casi todos los combatientes judíos:
Sobre los montes de Guilboa
Y murió Saúl y sus tres hijos, y su escudero y todos sus varones,
en aquel día.
Samuel 1, capítulo 31 versículo 6.
Uno a uno cayeron los héroes
Al resonar fuerte la trompeta
En los montes de Guilboa.
Te cansaste, Rey, tras el escudo
Aún hay fuerzas en mi brazo.
Yo te protegeré,
Son hoy más los gentiles que nosotros.
Toca la trompeta! Sed fuertes
Sed valientes, héroes trabajadores
Con sus muchas flechas
Aquí no se acercarán!
Te cansaste, Rey. Sobre mí apóyate.
No es tiempo de reposo,
Apúrate trompetista,
Aún tiran lanzas
Aún vibra el enemigo.
Son hoy más los gentiles que nosotros.
Toca la trompeta
Y que se levanten los que tienen armas
Los rayos del sol dejaron de calentarme.
Mensajero: di lo que tienes que decir:
Cayó Jonatán
Aún tengo dos hijos en el combate
Caiga la bendición sobre ambas cabezas
Son hoy más los gentiles que nosotros
Toca la trompeta y que vengan las tribus aisladas
No retrocedamos del lugar en el que estamos
Nadie se mueva, ¿què dirá el que dice?
También cayó Malquishoa
Donde cayó uno caerán otros
Son hoy más los gentiles que nosotros
Desprecio a los retrasados y a los holgazanes.
Sobre tu espada caerás pero no caigas en sus manos
Que dirá el que dice: murió Aminadav
El murió, y tendrá una roca bajo su cabeza
Los príncipes hicieron triple donación,
Son hoy más los gentiles que nosotros.
Es cordero Israel
Serán degollados como ovejas
Toca el clarín fuerte, toca, toca,
Y que escuchen los hebreos:
Toca hacia el sur y hacia el norte
Hacia el oriente y hacia el mar
Que se estemezca el país
Y que tiemble la tierra
Son hoy más los gentiles que nosotros
Subid, ocupad el lugar de los caídos.
Chernijovsky llama a su generación y a la que le sigue a ocupar el lugar de los caídos y a luchar por la redención. Chernijovsky siguió siendo un revolucionario toda su vida. Viviendo en Israel - dede 1931 hasta su muerte - fue un incorruptible luchador contra el establishment, especialmente en la época de los así llamados "disturbios árabes" de 1936 á 1939 en los que oficialmente se proclamó la havlgá (autocontención) contra la cual Chernijovsky habló y escribió.
A continuación, una de sus últimas poesías, en la que además clama contra la injusticia social.
En Israel si estalla la guerra
Subirá el sacerdote a lo alto de la Tribuna
Y orará ante el pueblo en el campo y en el campamento.
Extenderá sus brazos hacia el cielo
Y dirá: Señor, Señor de los ejércitos,
Tú que sabes el pasado y el futuro
Tú que siembras el polvo del hierro
Tú que sabes cuando la espada tiene sed
Y la lanza hambre
Tú que conoces los fines de la
guerra y los resultados de las
batallas
tú que siembras el polvo del hierro
Y con tus palabras haces fluir el cobre.
Tú que juntas los tesoros en las minas y en las canteras
Para darlos a los esclavos cuando defienden sus vidas
Por qué los cegaste,
Obtusos y duros cual las rocas de la montaña
Para que no distingan entre justos y pecadores?
¿Por qué sufren los buenos y los que no pecaron?
Da fuerza al metal y dale inteligencia
Para que su mano derecha no traicione.
Que se debilite y atrase el brazo de nuestro enemigo
Psara que pierda su impulso y se desmenuzca su hierro
Cerca sus colinas y detiene sus flechas
Cierra sus vainas y destruye sus armas.
Señor, Señor de la redención,
Tú conoces las llagas de nuestro pueblo,
Sus heridas no cicatrizadas durante generaciones
Tú sabes todo lo revelado y todo lo oculto
Conoces la podredumbre de nuestras carnes
Conoces los pecados de los dirigentes
Y los delitos de los sacerdotes
Quita de nuestro medio todo corazón pobre y pequeño
Habla para que no baile entre nosotros el Satán
Y que no derrote uno a uno nuestros batallones,
Ante la alegría y el gozo de nuestros enemigos.
Los hermanos se desprecian y se odian entre ellos,
No hay idioma común y los corazones se separan.
Renueva nuestra juventud cual ave fénix.
Saca de nuestro medio a los parásitos
Cuyas bocas están enrojecidas por la sangre de los pobres
Que ellos beben por baldes.
Saca a los que especulan con los precios
Y estafan a los humildes en las horas de emergencia
Saca al que se regocija ante el espanto de sus hermanos
En el campo de batalla y en los compamentos de la guerra.
Al que se aprovecha del hambre y del pánico
Y se preocupa sólo de sí mismo y de su propio dolor.