“Si tienes un brote en tu mano y te dicen que el Mesías ha llegado – planta el brote y luego ve a recibirlo” (Avot deRabi Nathan `b´cap. 31).
En la Torá, tenemos una bella descripción del Jardín del Edén. El capítulo 2 versículo 9 dice que en el medio del jardín había dos árboles: el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Es una afirmación increíble decir que en el jardín primigenio, en el estado ideal, hay dos árboles que se yerguen orgullosos en el medio de todo. Estos árboles también representan ideales abstractos de la vida y del conocimiento del bien y del mal. Ellos guardan verdades acerca de la vida. También se supone que están fuera del alcance de los seres humanos. Son de alguna manera más santos que nosotros. Cuando Eva y Adán comieron de uno de los árboles, trascendieron su propio nivel de santidad, se acercaron demasiado a la santidad de Dios, y fueron expulsados del Jardín del Edén para siempre.
Hay una frase muy bonita en el tratado de Guitín, página 57a, sobre una costumbre relativa a los árboles. "Según la costumbre, cuando nacía un varón, se plantaba un cedro, y cuando nacía una niña se plantaba un pino, y cuando se casaban, se talaba el árbol y se hacía un palio con las ramas". Esta frase recuerda a otra idea rabínica que dice que aunque un hombre y una mujer pueden unirse físicamente, sólo cuando Dios une a la pareja se crea un bebé. Aquí, el árbol que representa a la mujer y el árbol que representa al hombre se unen para formar un palio de boda así como la vida del hombre y la de la mujer se unen en la ceremonia que se realiza bajo el palio. Estos árboles son símbolos santos, representantes de la voluntad de Dios en la tierra.
Pero la historia continúa de manera un poco menos romántica. "Un día en que pasaba la hija del Emperador, se rompió la vara de su litera, así que cortaron algunas ramas de un cedro y se las llevaron. Acto seguido, los judíos se echaron sobre ellos y los golpearon. El Emperador recibió la noticia de que los judíos se estaban rebelando, y envió a sus tropas sobre ellos." Estos árboles eran muy valiosos para los judíos. Cuando uno de los árboles fue ultrajado, reaccionaron enardecidos contra el convoy de la hija del Emperador, si bien sabían que tendría consecuencias terribles. Aunque serían castigados severamente por esto, necesitaban defender a sus árboles, a sus símbolos de la santidad de Dios. Así como un judío actual no podría quedarse sentado mirando cómo se profana un rollo de la Torá o una sinagoga, los judíos de esta historia no podían quedarse de brazos cruzados mientras sus árboles eran destruidos.
Hay una historia del Zohar , libro místico de la Edad Media, muy interesante:
La historia comienza así: "Siempre que Abraham se establecía en un lugar, plantaba un árbol determinado, pero no crecía bien en ningún lugar salvo en la tierra de Canaán". Aquí aprendemos que en todos sus viajes, que como recordamos fueron muchos, se tomó el trabajo de cargar con este árbol y de volver a plantarlo en cada destino. También vemos en esta fuente medieval que los árboles tienen una relación especial con la tierra de Israel, o como se llamaba en la época, Canaán. El árbol de Abraham sólo crecía bien cuando estaba conectado a la tierra de Israel.
Después el Zohar explica por qué este árbol era importante para Abraham. "Por medio de este árbol podía distinguir entre un hombre que adoraba al Todopoderoso y un hombre que adoraba a ídolos. Para el hombre que adoraba al Dios verdadero, el árbol extendía sus ramas y formaba una sombra agradable sobre su cabeza; mientras que en presencia de alguien adepto a la idolatría, el árbol se encogía en sí mismo y las ramas se erguían verticalmente. Así, Abraham reconocía al hombre equivocado."
Así, este árbol es como el equivalente judío del sombrero seleccionador de los libros de Harry Potter, pero en vez de funcionar por arte de magia, su fuerza motora es Dios y la santidad.
El árbol es un símbolo de vida, de Dios.
Tu Bishvat es un día especial entre todos los días del año en que podemos usar a los árboles para hablar de Dios y de nuestra relación con Dios. Al plantar árboles, estamos ayudando a Dios en la obra de la creación. Al beber vinos y jugos israelíes y comer frutas israelíes no sólo estamos apoyando a nuestros hermanos y hermanas de Israel sino también disfrutando de los regalos abundantes que Dios nos dio por medio de la tierra y de sus árboles. Cuando hablamos de Dios en Tu Bishvat estamos continuando las tradiciones de nuestros ancestros al reconocer la santidad de los árboles en su cumpleaños.
Fuente: JCCenters